"Mira: armas, banderas, campo de batalla, y la victoria, y Grecia. ¿No vale un lampo de esta gloria?", escribía Lord Byron al cumplir 36 años, edad a la que, por otra parte, fallecería y dejaría al Reino Unido sin uno de sus poetas más importantes de la literatura británica.
Su verdadero nombre era George Gordon y con apenas 10 años de edad heredó los títulos de su familia y estudió en la prestigiosa Universidad de Cambridge. Allí destacaba por ser un brillante estudiante a la vez que gozaba de una vida lujuriosa y provocativa. Llegó a tener un mono como mascota puesto que en el centro no permitían ni perros ni gatos. A lo largo de su vida se codeó con diferentes autores románticos como Percy Shelley, Mary Shelley o Goethe.
En 1816, en una casa alquilada por Lord Byron a orillas del lago Lemán (Suiza) y donde John Milton se había alojado dos siglos atrás, propuso que sus invitados escribieran una historia de terror ante la imposibilidad de salir debido al mal tiempo. Este pequeño juego fue el desencadenante del libro de la joven Shelley, Frankenstein.
Héroe para los griegos
En definitiva, Lord Byron vivía en consonancia a su obra literaria. Fuera o no un personaje o realmente su forma de vivir, su romanticismo y pasión hacia tiempos y lugares pasados, le llevó a participar en la Guerra de independencia de Grecia, donde revolucionarios helenos se levantaron en armas contra el Imperio otomano en 1823. El poeta no dudó en reclutar un regimiento para ayudar a derrotar a lo que él entendía como enemigos de Occidente, quienes desde hacía siglos habían ocupado la cuna de la civilización.
De hecho, fue recibido por los helenos como un héroe e incluso quisieron otorgarle el rango de comandante. No fue el único helenófilo europeo que quiso aportar su grano de arena en el conflicto. Numerosos aristócratas europeos y adinerados estadounidenses financiaron la revolución. Por otra parte, el historiador escocés Thomas Gordon escribió el libro History of the Greek Revolution para honrar y enaltecer el alzamiento.
Pero el desenlace del británico estuvo lejos de cualquier hazaña idealizada. "No murió en combate, como correspondía a la leyenda romántica, sino enfermo de fiebres y diarreas", escribe el periodista, escritor y político cubano Carlos Alberto Montaner. Y es que, a sus 36 años de edad, Lord Byron sufrió un ataque epiléptico y enfermó gravemente. Tras negarse a ser atendido por los médicos en primera instancia, finalmente aceptó el tratamiento de los médicos pero no había nada que hacer. Murió el día 19 de abril en Missolonghi, sin haber cumplido su sueño de independencia griega y en un estado lamentable, lejos de cualquier heroicidad.
"Descansa en paz, amigo mío; tu corazón y tu vida han sido grandes y hermosos", escribió Goethe cuando conoció la noticia de que su compañero había fallecido en Grecia. Sin embargo, el descanso eterno Lord Byron no estaba del todo asegurado todavía. Los griegos pretendían enterrarlo allí, puesto que lo consideraban todo un héroe. No obstante, el gobierno británico insistió en la repatriación del cadáver y no llegaría hasta pasados dos meses desde su fallecimiento. Finalmente fue enterrado en el condado de Nottinghamshire, junto a su madre.