Un ingeniero alemán que llega a las Islas Canarias en los años 20, impulsa una central eléctrica en Las Palmas y descubre en la aledaña Fuerteventura un paraje desierto para construirse una mansión que con el estallido de la II Guerra Mundial transforma en una base militar secreta. Allí, gracias a un sistema de cavidades volcánicas conectadas con el mar, se reabastecen los submarinos nazis que se dedican a hundir los barcos aliados en el Atlántico y, cuando la derrota del Tercer Reich es inminente, los criminales se someten a intervenciones de cirugía plástica para no ser reconocidos antes de huir a Sudamérica.
Esa es, resumida, la leyenda que envuelve a la conocida como Villa Winter, una misteriosa edificación ubicada en el sur de la isla de Fuerteventura, en la península de Jandía y sobre la apartada playa de Cofete. Hay mil teorías sobre cuándo fue exactamente erigida y cuáles fueron sus funciones, pero su localización tan aislada y su extraña distribución, con gruesas paredes, puertas tapiadas, túneles e incluso un búnker, han disparado multitud de sospechas.
La casa fue creada por el ingeniero alemán Gustav Winter, y esa es una de las pocas evidencias que existen sobre el caso. Todas las hipótesis, conjeturas y conspiraciones se repasan en uno de los episodios de Bases secretas nazis, la nueva serie que DMAX estrena el martes 18 de febrero a las 22:30 horas en formato de doble entrega semanal y donde también se abordarán los interrogantes sobre las numerosas fortificaciones de la isla de Guernsey (Reino Unido) o el gigantesco búnker de Kraftwerk Nord West, en Francia.
Los enigmas relacionados con Villa Winter son fascinantes: el documental parte de que el complejo comenzó a ser edificado en 1937 —la versión oficial habla de 1946 y de fines ganaderos y agrícolas— y da mucho protagonismo a Pedo Fumero, un majorero que vivió unos años en la casa y cuyo abuelo fue empleado en la construcción. Este último es uno de los testigos que supuestamente vio a militares nazis en la isla durante los años de guerra, submarinos —"barcos del revés", los llamaba según dice su nieto— e incluso aviones que despegaban de una pequeña pista construida en la zona de la playa y cuyo rastro todavía es apreciable hoy en día con un plano cenital.
En cualquier caso, la teoría que más ha enraizado en el imaginario local es la que relaciona Villa Winter con una base de operaciones de los U-Boot de Hitler. Que se levantase un búnker similar a los construidos por la Organización Todt, una empresa de ingeniería de la Alemania nazi, en un lugar tan aislado y tan alejado de la guerra suscita las primeras incógnitas. También la torre de la finca pudo haber servido, según algunos expertos citados en el documental, como un puesto de vigilancia desde el cual se emitían señales luminosas y se recibían comunicaciones de los submarinos.
Lo que parece tener menos sentido es la rocambolesca teoría de Fumero, quien señala tajantemente: "Debajo de la casa hay una gruta natural. Los alemanes aprovechan la cavidad volcánica para hacer una base de submarinos". Contemplando el difícil acceso a esta costa y las grutas que se abren en la roca, parece imposible que una embarcación de movilidad tan reducida cupiese y operase en ese espacio.
Otro problema es que no ha aparecido ningún documento oficial que indique que los nazis, que eran muy cuidadosos en dejar todo registrado, operasen militarmente en Fuerteventura. Sí que hay registro, tal y como ha desvelado el historiador Juan José Díaz Benítez, que Franco permitió que los submarinos U-Boot alemanes se reabastecieran clandestinamente en el puerto de La Luz, en Las Palmas de Gran Canaria, durante la II Guerra Mundial.
El experto ha publicado una serie de artículos en los que aporta documentos extraídos de archivos militares de Alemania y que confirman que, entre el 30 de enero de 1940 y el 25 de septiembre de 1942, 23 de estas naves sumergibles cargaron suministros en puertos españoles (Cádiz, Vigo, El Ferrol y Las Palmas), a pesar de la teórica neutralidad del régimen franquista: 1.508 toneladas de gasóleo, 37 de aceite pesado y 10 torpedos.
Las operaciones
Otra de las pistas que hacen sospechar que efectivamente Villa Winter fue una base secreta nazi es la aparición del nombre de su propietario, Don Gustavo, como le conocían los isleños, en una lista negra de 104 espías alemanes que residían en España al término de la guerra y que los Aliados reclamaron al Gobierno franquista para ser repatriados, extremo que nunca llegaría a producirse. El ingeniero alemán también aparece mencionado como operador de radio y militar en otro documento de los servicios de inteligencia estadounidenses. Nunca llegarían a detenerle y moriría en Las Palmas en 1971.
En el capítulo de la serie de DMAX también se mencionan otras hipótesis sobre la finalidad de dicha edificación. ¿Fue Villa Winter un trampolín en la huida de los criminales de guerra nazis hacia Argentina y otros países de Sudamérica? ¿Se realizaban en un espacio que no tiene demasiada apariencia de cocina operaciones de cirugía estética para que los oficiales alemanes fuesen irreconocibles? ¿Por qué no había fogones y sí lo que parece un horno crematorio y desagües en el suelo que no son habituales en una vivienda normal?
Son todo, seguramente, leyendas que diversos investigadores han tratado de desmontar en los últimos años con sus publicaciones. La figura de Gustav Weiner ha logrado desprenderse de algunas sospechas y mucho defienden que su único objetivo fue potenciar la isla de Fuerteventura industrial, agrícola y turísticamente. Sin embargo, otros como Pedro Fumero siguen alentado teorías conspiranoicas: él ha defendido haber visto los motores de los U-Boot nazis. De momento no los ha enseñado.