Más que conocida es la hazaña de Cristóbal Colón, quien, con tres pequeños barcos, zarpó aquel 3 de agosto de 1492 en busca de una ruta alternativa hacia las Indias desde el Océano Atlántico y terminó encontrando una tierra que poco tenía que ver con los comerciantes indios. Tras aquel primer viaje histórico organizó nuevas idas y venidas al continente descubierto hasta que, por orden de los Reyes Católicos, volvió a España en contra de su voluntad.
La primera vez que el navegante pisó tierra firme en América describió a los habitantes de las islas caribeñas como "gente mansa, tranquila y de gran sencillez". Los llamaban "taínos". Pero su propósito principal no era entablar una profunda amistad con aquellos indígenas. Tal y como escribe el periodista británico Chris Harman en La otra historia del mundo (Akal), lo que realmente le fascinaba era el oro de los pendientes que les colgaban de la nariz: "Quería enriquecerse y justificar ante los monarcas españoles los gastos ocasionados por su viaje".
No obstante, para su desgracia, Colón encontró muy poco oro. En su siguiente viaje, con una inversión mucho más cuantiosa que la primera vez, tampoco tuvo éxito. Había viajado con una flota mayor y 1.500 colonos a los que había prometido todo tipo de riquezas. De esta manera, decretó que todo indio de más de 14 años de edad tenía que entregar una cierta cantidad de oro cada tres meses. Quien no lo hiciera se enfrentaba a una pena que consistía en cortarles la mano y dejarlos morir desangrados.
Poco a poco, la población de La Española, la actual Haití, decreció. "La población de La Española superaba con mucho el millón y, posiblemente más que eso, en la época del primer desembarco de Colón: veinte años más tarde, era de aproximadamente 28.000 y, en 1542, de 200", escribe Harman. De hecho, el colonizador convertido en sacerdote Bartolomé de Las Casas culpó en más de una ocasión los métodos de los colonizadores y los calificaba como "los mayores ultrajes y matanzas de personas".
Prohibida la entrada a las colonias
La época de Colón como gobernador de La Española es conocida como una de las más oscuras de la colonización. A las repetidas rebeliones y alzamientos contra su gobierno, el navegante siempre respondió "con la misma barbarie que había mostrado con los indígenas".
De esta manera, los Reyes Católicos enviaron a La Española al administrador real Francisco de Bobadilla en 1500, el cual a su llegada detuvo a Colón y a sus hermanos y los embarcó hacia España. "Fue enviado a España encadenado —para mofa de los colonos de La Española— (...) Tras una condena de cárcel en España, fue indultado".
Colón intentaría recuperar el prestigio y el honor que había perdido en su tercer viaje con una nueva embarcación. No obstante, al igual que la anterior, fue todo un desastre. "La Corona le prohibió la entrada en las colonias de La Española y acabó naufragando antes de volver a España desilusionado y virtualmente olvidado", narra Chris Harman.
Además, el interés de los Reyes Católicos por unas islas tan remotas no era de tal magnitud como se piensa hoy en día. La monarquía española estaba más interesada en sus conflictos con los franceses por el dominio de Italia y esta postura no cambiaría hasta que otros aventureros descubrieron enormes riquezas bien entrados en el siglo XVI.