En el año en el que se celebra el centenario de su muerte, Benito Pérez Galdós "sigue siendo poco y mal conocido". Así lo manifiesta Yolanda Arencibia, voz autorizada en la obra y figura de su paisano canario, probablemente la mayor experta en la vida del autor de Fortunata y Jacinta o los Episodios Nacionales. Pero no se refiere a que sus tropecientas novelas, piezas teatrales o misceláneas ocupen un lugar secundario en la literatura española —todo lo contrario: se le admira hasta sin leerle, de oídas—, sino a su incierta personalidad, a un genio que no ha llegado a ser desentrañado ni comprendido en su totalidad.
"Galdós fue una figura genial, reconocida por muchos en su tiempo, pero siempre estuvo considerado como un hombre extraño: hablaba poco, no discutía, no iba a las tertulias, sonreía a lo que los demás opinaban, daba sus argumentos unos días sí y otros no… Parecía adusto, una persona que siempre tenía una especie de suspicacia interna", explica la catedrática por la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria. "Era profundamente canario; triunfó en España y en el mundo, pero no era un madrileño más que le gustase trasnochar o participar en los saraos intelectuales".
Benito el discreto, el natural, el apasionado de la música y el arte, el hijo y hermano tranquilo que era feliz sin salir de su entorno familiar y se ganaba los corazones de sus amigos con su bonhomía. Benito el hombre, el mismo que forjó una abrumadora e inmortal obra literaria. Esas dos facetas las trenza de forma magistral y elegante Yolanda Arencibia en Galdós. Una biografía (Tusquets), reconocida con el XXXII Premio Comillas. Un viaje cronológico, casi diario, siguiendo la estela del escritor moderno e ilustrado, descubriendo sus inquietudes y sus dotes literarias providenciales, encajadas en el contexto de la España convulsa en la que le tocó vivir y a la que destripó con lucidez en sus textos.
Es una biografía monumental no solo por la extensión —más de 800 páginas contando notas, y eso que su autora reconoce que "se ha quedado muchísimo en el tintero"— y el esfuerzo —Arencibia, directora de la cátedra Benito Pérez Galdós en la Universidad de Las Palmas y organizadora de los Congresos Internacionales Galdosianos, lleva tres décadas analizando y reconstruyendo la vida del autor de Tristana o Misericordia—, sino también por el brillante y preciso retrato que se traza del protagonista, desterrando algunos mitos que todavía le sobrevolaban, como el supuesto hecho de renegar de su tierra.
El rechazo a las raíces de origen se lo atribuyó Leopoldo Alas 'Clarín', autor de La Regenta, en el primer ensayo biográfico, donde fundamentalmente se estudiaba la obra galdosiana hasta el momento, que se publicó en 1889 sobre su contemporáneo —reeditado ahora por Renacimiento bajo el título de Galdós, novelista—, a quien definía como "el primer novelista de verdad, entre los modernos, que ha sacado de la corte de España un venero de observación y de materia romancesca, en el sentido propiamente realista".
"Eso es injusto", sentencia Arencibia sobre el calificativo 'anticanario' para Galdós, un "gigante" que "partiendo de la nada (ni familia de prosapia ni gran fortuna), llegó a ser uno de los mejores escritores europeos de su tiempo. "No le contó nada a Clarín sobre su vida y en las Islas se ha magnificado lo de que se quitó la arena de los zapatos. Eso creo que no fue así nunca". Por si acaso, la investigadora asegura haber articulado "una biografía del Galdós canario", que complementa la Vida de Galdós (1996) del historiador Pedro Ortiz-Armengol, que biografió al "Galdós madrileño".
Galdós y la historia
Galdós tiene una frase lapidaria, que resuena en la actualidad con especial relevancia y dolor: "Los españoles ignoran más que ninguna otra historia, la de su país". Lo escribió en un artículo periodístico antes de embarcarse en el proyecto de los Episodios Nacionales. Las cinco series de novelas, que recorren casi todo el siglo XIX español desde la batalla de Trafalgar hasta la España de Cánovas, las escribió por "un impulso maquinal, que brotaba de lo más hondo de mi ser", como él mismo explicó en sus Memorias de un desmemoriado —que también acaba de reeditar Renacimiento—.
Aunque basándose en la ficción, el escritor logró recoger una perspectiva integral de la historia que ha condicionado en cierta medida el estudio de aquella época. "Galdós no es un historiador, a él le interesaba el significado y el resultado de esa historia", valora Yolanda Arencibia. "Pensaba que de la historia se aprende y escribió sus Episodios Nacionales, donde no hay ningún dato histórico mal y las interpretaciones que hace son justas, como una lección para el futuro". Las series favoritas de la profesora son las tres últimas, que narran acontecimientos vividos por el autor y saldados de una forma que no le había gustado. "Es una lección de historia desde el presente, son magníficos", asegura.
A pesar de su espíritu reservado, Galdós, "un liberal desengañado que entró en el republicanismo con mucha ilusión y fuerza porque pensaba que por ahí iba el camino de España", terminaría internándose en el mundo de la política. Lo creyó oportuno "por una ridícula antigualla, el patriotismo". "Para él, la mejora de España era lo primero", dice su biógrafa. Sintió fascinación por Pablo Iglesias, el fundador del PSOE, pero advierte Arencibia que no significa eso que comulgase con el socialismo como se entiende hoy en día.
¿Queda algún misterio en torno a su figura? "Hablamos de Galdós porque es un gran creador, la parte que nos interesa verdaderamente. El hombre es el que tiene pequeñas cosas que no se han podido descubrir pero no nos interesan; es decir, si hay algún enigma, pelillos a la mar", dice la experta, y menciona sus intimidades amorosas. El novelista enloquecía a las mujeres y amó mucho —-a Concha Morell, a Emilia Pardo Barzán, por quien peleó sin descanso para que fuese aceptada en la RAE...—, pero murió sin casarse. Aunque como él mismo dijo, nunca lo necesitó. Galdós, un genio por descubrir.