La historia de los conquistadores españoles siempre ha estado impregnado de mitos, leyendas y acontecimientos llevados al extremo —junto a una eterna polémica por los crímenes realizados allí por parte de los europeos—. Desde la llegada de Cristóbal Colón, España se sumió en una serie de expediciones por el continente americano donde personas como Francisco Pizarro, Hernán Cortés o Núñez de Balboa se hicieron un nombre en la historia.
El Imperio inca fue uno de los más grandes a los que los españoles tuvieron que hacer frente en unas tierras que no conocían. El imperio se extendía desde Colombia hasta Chile con una población aproximada de 12 millones de personas y Pizarro necesitaba el apoyo de diferentes pueblos nativos para llevar a cabo la conquista.
De esta manera, Pizarro mantuvo una estrecha alianza con la nobleza del Cuzco y para el año 1533 la ciudad ya estaba en manos de los españoles bajo el reinado de un monarca títere llamado Manco Inca. En una astucia maniobra por parte de Manco Inca, este pudo huir y reclutar un ejército de unos 200.000 incas que amenazaban a los 190 españoles. Pretendía controlar la ciudad con total monopolio y sin intervenciones extranjeras. Sin embargo, el asedio de los incas fue repelido.
La última publicación del prestigioso historiador Geoffrey Parker editado por Akal, Historia de la guerra, revela los motivos de la sorprende victoria española. Los incas dependían principalmente de sus armas de piedras, que eran combinadas con la orografía de su región. "Al vivir en un terreno montañoso que producía poca madera, sus armas más eficaces eran las piedras echadas a rodar por las pendientes o disparadas con honda", escribe el británico.
Gonzalo Pizarro cortó en una sola tarde con su espada de acero las manos de 200 guerreros incas durante la batalla de Cuzco
No obstante, los incas se habían encontrado con un enemigo que vestía coraza y llevaba cascos de acero. De hecho, tal y como se relata en el libro, la única baja española fue un soldado que no llevaba puesto el casco. Gonzalo Pizarro, hermano menor de Francisco, por su parte, afirmó haber cortado en una sola tarde con su espada de filo de acero las manos de 200 guerreros incas durante la batalla de Cuzco.
Así se demostró la ineficacia inca, que empleaban armas de la Edad de Piedra contra soldados que empleaban el hierro y el acero. "Los incas no podían hacer nada comparable contra los españoles, aparte de derribar de vez en cuando sus caballos utilizando un lazo de origen local", zanja Geoffrey Parker.