Si hay alguien que todavía no conoce el Baptisterio Romano del siglo I de Las Gabias probablemente viva ajeno a la televisión y a las redes sociales. A finales de los noventa, el periodista Javier Cárdenas, entonces colaborador de Crónicas Marcianas, daba a conocer a toda España a la familia Rojas, guardianes de un baptisterio paleocristiano erigido en el primer siglo de nuestra era. Unos años más tarde, era el programa de Callejeros el que volvía a contactar con la familia a cargo del monumento.
Los tres hermanos, Josefina, Miguel y Encarnita, generaron todo un fenómeno que atrajo todo tipo de turistas y curiosos a la localidad de Las Gabias, ubicada a unos diez kilómetros de la ciudad de Granada. La singularidad de Encarna Rojas y su ansia de protagonismo enternecieron a una población española que escuchaba por primera vez la historia del baptisterio.
"¡Alúmbrame a mí, alúmbrame a mí!", espetaba Encarnita al cámara para que fuera enfocada mientras sostenía la fotografía de su abuelo Francisco Serrano. Y es que fue el abuelo quien, en 1919, arando, descubrió lo que en un principio creyó que era una mina. Rápidamente, el labrador, conocido en el pueblo como El Toleo, realizó las primeras excavaciones por su cuenta, empleando para ello varios peones de la localidad.
Resultó que aquella roca no era sino una pequeña parte de una construcción de la época del Imperio romano. Desde entonces, la entrada del ya mítico Baptisterio Romano ha pasado de generación en generación hasta llegar a manos de los tres hermanos que se dieron a conocer en televisión. Sin embargo, ¿qué esconde aquel monumento paleocristiano y qué ha sido de sus protectores?
Medidas contra el expolio
Encarnita fue la última descendiente de El Toleo que quedaba con vida después de que sus hermanos Miguel y Josefina murieran. El 12 de octubre de 2018, a los 91 años de edad, Encarna Rojas también fallecía dejando su amado Baptisterio Romano ante un futuro incierto.
Durante años, la familia Rojas custodió aquella entrada y cuidó el baptisterio en honor a su abuelo. Desde el Ayuntamiento de Las Gabias recalcan que pese a que los hermanos fueron "objeto de burla" en la televisión, su implicación emocional y su afán por conservar en buen estado el monumento es digno de agradecer. "Hay que dignificar las figuras de estas personas ya que han hecho todo lo posible por mantenerlo limpio y conservar la custodia de entrada", declara el técnico de Cultura del Ayuntamiento de Las Gabias a EL ESPAÑOL.
Aparte del turismo, la fama de los hermanos Rojas también atrajo a gente que en más de una ocasión intentó forzar la cerradura. Encarnita se dedicaba a proteger aquella puerta para que nadie pudiera entrar sin consentimiento en una construcción de un valor todavía por calcular. Desde que falleció, la finca en la que se encuentra la entrada al Baptisterio Romano no goza del cariño que le profesaba su última propietaria. La maleza ha crecido y el recinto se encuentra un tanto abandonado.
Ha sido el propio Ayuntamiento el que, sin tener una resolución clara acerca del futuro del monumento, se ha encargado de su custodia. "Se ha llegado a cambiar el candado y se han implantado medidas para que no se produzca ningún expolio", comenta el técnico a este periódico.
En el vídeo que se viralizó, el hermano Miguel comentaba que había más de 500 romanos enterrados en el baptisterio. Asimismo, también existen leyendas místicas sobre la aparición de espíritus y el enterramiento de tesoros, lo cual ha creado una oleada de vandalismo que buscaba enriquecerse a través del expolio. "El tesoro es histórico, no material", recuerdan desde el Ayuntamiento.
¿A quién pertenece ahora?
De todos modos, los habitantes de Las Gabias son conscientes de la importancia del Baptisterio Romano. De hecho, si se precisara, técnicamente sería un criptopórtico en lugar de un baptisterio. El monumento en ningún momento sirvió para bautizar a los romanos y la entrada es solo una pequeña parte de un complejo mayor.
El yacimiento, en su totalidad, está compuesto por dos partes: una villa de la época romana tardía y el edificio subterráneo, es decir, el criptopórtico que comúnmente es confundido con el baptisterio. Se accede a través del derrumbe parcial de un largo corredor o galería con bóveda de cañón, hecha de mampostería, como los muros que la sostienen. Sus dimensiones son de 2,10 metros de ancho por 2,80 metros de altura. La longitud, por otra parte, es de 30,50 metros.
De todas estas fincas que albergan restos romanos, tres de ellas están registradas con derecho de propiedad de la Junta de Andalucía. Es una cuarta, la entrada, la que seguía en manos privadas. Tras la muerte de su última propietaria, la entrada al criptopórtico es responsabilidad de la Delegación de Hacienda y según indican desde el Ayuntamiento "están dilucidando si pasa a ser de propiedad estatal, autonómica o municipal —en caso de la no existencia del herederos privados—". Tampoco podría visitarse puesto que la entrada no cuenta en estos momentos "con todas las garantías necesarias".
No obstante, el Ayuntamiento espera que pronto pueda haber una resolución que les permita actuar en el mal llamado Baptisterio Romano del siglo I. "Tanto la alcaldesa como la Concejalía de Cultura tienen ganas de llevar a cabo un proyecto serio y avalado por profesionales del mundo romano para investigar a fondo este recinto", señala el técnico de Cultura.
¿Qué falta por saber?
Tal y como considera la antropóloga Natalia Santiago, actualmente hay una clara falta de investigación y de excavación completa del criptopórtico. Un ejemplo de ello sería la falta de información de la posible existencia de una segunda planta a la que se accede por las escaleras de caracol y que se ubica justo debajo del criptopórtico.
El proceso de estudio del Baptisterio Romano ha sido complicado desde su descubrimiento entre los años 1919 y 1920. Después de las excavaciones privadas de Francisco Serrano, fue el reconocido arqueólogo Juan Cabré el encargado de descifrar las incógnitas de un hallazgo que él calificó como Baptisterio Bizantino. En este proceso, se hallaron teselas de mármol blanco con restos de policromo, restos escultóricos y placas de mármol con motivos florales.
El conflicto entre los poderes públicos y las propiedades privadas, las cuales han ido expropiándose con el paso de los años, siempre ha sido un inconveniente en este sentido. En un informe de la década de los ochenta facilitado por la Concejalía de Cultura y al que ha tenido acceso EL ESPAÑOL, se menciona que los "absurdos" e "incomprensibles" trámites burocráticos impidieron en su momento la tan necesaria excavación.
Según escribe la antropóloga, la familia Rojas podría haber modificado ciertos elementos del criptopórtico desde su hallazgo. Para más inri, 1995 fue el año en que se detuvieron las investigaciones más exhaustivas de este complejo paleoscristiano, por lo que todavía quedan muchos datos por recopilar.
Ahora, el Ayuntamiento espera poder realizar una nueva iniciativa que por fin pueda responder a todo lo que falta por saber sobre este histórico y polémico Baptisterio Romano del siglo I. Al fin y al cabo, recordando las palabras de la difunta Encarnita, ¿a quién no le va a gustar?