"Hemos derrocado al mal". Con "derrocar", Vasili Grossman se refería a haber vencido en la Segunda Guerra Mundial; con "mal", se refería a la Alemania nazi y a su líder Adolf Hitler. Grossman se había presentado voluntario para participar en la guerra y tras pasar por diferentes frentes, se encontró en la capital alemana al final de la contienda.
Sus vivencias en la cruenta guerra, donde cabe señalar que la mayoría de bajas se produjeron en el Ejército Rojo, le llevaron a escribir las novelas que le impulsaron al éxito: Vida y destino, Por una causa justa y Todo fluye —también redactó crónicas del frente y una compilación de testimonios de las víctimas del nazismo—.
La vida de Grossman no se puede detallar sin mencionar las consecuencias directas que padeció de los dos sistemas que más revuelo generaron en el siglo XX. Tanto Hitler como Stalin; tanto el nazismo como el comunismo, condicionaron la vida y obra de Vasili Grossman, un escritor soviético cuya obra fue comparada en más de una ocasión con la de Dostoievski o Tolstói.
Para comprender su compleja y ajetreada vida, llena de altibajos y repleta de pérdidas cercanas, cabe señalar que Grossman era de origen judío. Pese a no ser criado como tal —tampoco vivió dentro de los valores de la fe judía—, su ascendencia influyó en los obstáculos a los que se enfrentó el periodista.
Guerra y Hitler
Grossman había nacido en 1905, en el seno de una familia burguesa de Ucrania. Rusia todavía vivía bajo un sistema zarista y la revolución de Lenin no era sino un sueño utópico para la mayoría de los campesinos y obreros del país euroasiático.
Tras varios años de formación como ingeniero químico en la Universidad Estatal en Moscú, comenzó a interesarse por la literatura. En apenas 20 años Rusia había cambiado por completo y el ucraniano, que había intentado llevar una vida familiar casándose con Anna Petrovna Matsuk y teniendo una hija, vio cómo la situación política del país afectaba directamente al núcleo familiar.
Grossman terminó divorciándose y las purgas de Stalin se llevaron a su prima Nadezhda Almaz. Aún así, el escritor seguía creyendo que el comunismo era la única alternativa para hacer frente al fascismo que venía germinando en Europa.
Al estallar la guerra, las tropas nazis se adentraron en la Unión Soviética. Perdió a su madre en su Berdíchev natal. Cuando los nazis llegaron a Ucrania llevaron a cabo todo tipo de atrocidades con la población judía. Yekaterina, quien en más de una ocasión estuvo a punto de mudarse a Moscú con su hijo para protegerse de la guerra, fue masacrada por los alemanes en septiembre de 1941. Grossman siempre se culpó de no haber hecho más por su madre.
A su vez, el frío de Stalingrado y horrores vividos en el frente le dotaron de material suficiente para iniciar su carrera literaria. Sin embargo, antes de aventurarse en la ficción, se comprometió con la realidad.
Grossman entendió que aquellos crímenes no podían quedar impunes y plasmó en sus reportajes el genocidio alemán a lo largo de la Segunda Guerra Mundial. De esta forma, escribió El infierno de Treblinka, uno de los primeros reportajes sobre el Holocausto. Este trabajo sirvió como prueba en Núremberg, una vez finalizada la guerra. "Todavía sorprende al lector por la claridad del análisis, la descripción de un genocidio sin precedentes y su potencia emocional", escribe Alexandra Popoff en la nueva biografía de Vasili Grossman, publicada por Crítica.
Stalin y censura
Tras pasar más de mil días en el frente, Grossman regresó a la victoriosa y triunfante URSS. Habían derrotado al Tercer Reich y sus reportajes habían ayudado a condenar a los culpables del Holocausto.
Poco a poco, uno de los héroes de la guerra fue testigo de cómo el régimen de Stalin aplastaba el sueño artístico de Grossman. El escritor tenía previsto publicar en 1949 su novela Stalingrado, toda una epopeya sobre la batalla de la ciudad. Pero la censura hizo su aparición en la Rusia comunista.
Se le obligó al escritor a cambiar párrafos, reescribir frases, suprimir otras e incluso le eliminaron páginas enteras. "El proceso lleva a Grossman a la desesperación, hasta el punto de que envía una carta al mismo Stalin, el 6 de diciembre de 1950, solicitándole que le «ayude a resolver la cuestión del destino de este libro que considero la obra fundamental de mi vida en tanto que escritor»", se explica en la edición de Stalingrado publicada por Galaxia Gutenberg.
Finalmente, el libro se publicó en 1952 con el título Por una causa justa. Por desgracia, no fue la única vez que sufrió de la censura estalinista. Vasili Grossman empezó su otra novela exitosa, Vida y destino, con claras alusiones a los totalitarismos, cuando Stalin aún vivía. Evidentemente, no pudo publicarse. Ni siquiera cuando este murió se permitió que el libro saliera a la luz. "En Vida y destino Grossman sometió a juicio al estalinismo, yuxtaponiendo los crímenes contra la humanidad que los soviéticos perpetraron con los cometidos por los nazis", escribe Popoff en Vasili Grossman y el siglo soviético.
El propósito de Grossman era comparar los gulags con el Holocausto. "Quería que la Rusia posestalinista afrontara el pasado igual que había hecho Alemania después del nazismo. Grossman estaba preparado para luchar por una causa justa, pero un editor informó al respecto al KGB. La policía secreta no arrestó al autor pero sí le secuestró la novela", expone la escritora.
Había luchado en la Segunda Guerra Mundial, pero su sacrificio no se vio recompensado por unos censores que no podían tolerar una imagen negativa de Joseph Stalin. Según indica, Alexandra Popoff, Vasili Grossman fue el único que se atrevió a comparar el estalinismo y el nazismo: "Pese a las diferencias ideológicas —de raza y de clase—, estos dos sistemas totalitarios se asemejaban en su completa falta de humanidad, en el rechazo a la noción fundamental de que toda vida humana individual es valiosa".
El autor vivió sus últimos días vigilado por la KGB. Murió de cáncer el 14 de septiembre de 1964, sin saber si Vida y destino podría ver la luz algún día. Se creía que la novela se había perdido o incluso quemado.
No obstante, varios amigos suyos consiguieron sacar la obra clandestinamente para publicarla en 1980. Fue todo un éxito y ni siquiera el comunismo pudo frenar su venta. En 1988, bajo el gobierno de Mijaíl Gorbachov, se imprimió también en la Unión Soviética. "Solo ahora, cuando ha pasado más de medio siglo desde la muerte de Grossman, empezamos a comprender adecuadamente la vida y el legado del autor", concluye la autora de su definitiva biografía.