"Estimado señor: si pone los pies en Ojinaga, le llevaré contra un muro y con mi propia mano tendré el gusto de coserle la espalda a balazos". Esta amenaza la recibió el joven e intrépido periodista John Reed, que estaba cubriendo los primeros años la Revolución mexicana (1910-1917) para Metropolitan Magazine, cuando se empeñó en entrevistar al general Salvador Mercado, partidario del régimen castrense proclamado por Victoriano Huerta.
Lejos de achantarse, Reed vadeó el río Bravo y logró acceder a la pequeña ciudad fronteriza con Estados Unidos. Allí se habían refugiado los supervivientes del ejército federal tras ser derrotados por los revolucionarios de Pancho Villa unos meses antes. Encontró a Mercado, "un hombre rechoncho, de baja estatura, preocupado e indeciso", y consiguió extraerle un relato de cómo sus tropas habían claudicado ante los rebeldes.
Puro periodismo de riesgo. Así arranca México insurgente, la crónica de la Revolución mexicana con la que se dio a conocer el célebre reportero. Una obra, publicada originalmente como una serie de artículos periodísticos en los que Reed narró su estancia con los partidarios de Villa y su líder, que ahora, coincidiendo con el centenario de la muerte del autor, reeditan Capitán Swing y Nórdica con unas estupendas ilustraciones de Alberto Gamón.
John Reed, autor de Diez días que sacudieron al mundo —"la exposición más veraz y vívida de la Revolución" de Octubre de 1917 según el propio Lenin—, contó sucesos históricos decisivos con un estilo que se adelantó en medio siglo al mitificado Nuevo Periodismo. Unas crónicas vívidas, combativas, en las que el periodista se zambullía como protagonista y con una profundidad de análisis en la que trascendían sus convicciones izquierdistas, sin pretender ampararse detrás de la utópica objetividad. Unos textos literarios que recuerdan, por ejemplo, a los de Manuel Chaves Nogales.
México insurgente reúne los artículos que escribió un Reed muy joven, tenía 26 años, durante los cinco meses de 1913 y 1914 que estuvo acompañando a Pancho Villa y los suyos por los desiertos mexicanos. Fue esta una rebelión contra los terratenientes poderosos, una lucha de los pobres mayoritarios explotados contra los propietarios minoritarios. El enésimo ejemplo de un conflicto universal, pero que quedó bautizado como "la primera revolución socialista".
Periodismo histórico
Reed había viajado a México para dar con el líder revolucionario. Lo entrevistó en Ciudad Juárez y, viendo que sus acometidas bélicas triunfaban y copaban titulares en el país vecino, siguió sus aventuras. "Villa era hijo de peones ignorantes y nunca fue a la escuela. No tenía la menor idea de las complejidades de la civilización y, cuando al fin volvió a ella, siendo ya un hombre maduro de extraordinaria astucia innata, se enfrentó al siglo XX con la ingenua sencillez de un salvaje", escribió.
En sus crónicas, Reed trazó profundos retratos humanos de todos los protagonistas, brindando protagonismo a detalles que para cualquier otro testigo podían parecer insignificantes, pero que en su caso constituye el pilar de su irrepetible estilo, de su éxito. Los entrevistó a todos, se metió en lo más hondo de la Revolución mexicana para entenderla y relatarla, sacándole auténticos titulares a Pancho Villa, como este: "Cuando se establezca la nueva República ya no habrá más ejércitos en México. Los ejércitos son el apoyo de la tiranía. No puede haber un dictador sin ejército".
Una misma fórmula que repetiría unos años más tarde en Rusia, donde presenció el terremoto bolchevique. Tras recorrer las trincheras de la I Guerra Mundial, Reed, uno de los impulsores del Partido Comunista de EEUU, viajó hasta Petrogrado —ciudad que luego sería bautizada como Leningrado— para entrevistarse con los líderes revolucionarios de las distintas facciones y armar un retrato panorámico de esas jornadas que conmocionaron el mundo. El idealismo de las masas obreras, la toma del Palacio de Invierno... allá donde se estuviera gestando la historia aparecía el corresponsal estadounidense con su libreta y sus agudas dotes de observación.
El libro sobre su experiencia en el epicentro de la Revolución rusa se publicó en 1919, y desde entonces ha sido un clásico tanto del periodismo como de las estanterías dedicadas al estudio del pasado. A su regreso a EEUU, John Reed fue acusado de espionaje y tuvo que huir a la Unión Soviética. En 1920, a escasos días de cumplir 33 años —se había casado con la feminista Louise Bryant—, contrajo tifus y falleció en un hospital de Moscú. Fue enterrado como un héroe en ese país que no era el suyo, cerca del muro del Kremlin, pero dejando un relato inolvidable sobre el mismo, sobre un intento de cambiarlo todo de forma estrepitosa, que terminaría patinando con enorme estruendo.