El asesinato de las ideas de Platón: la demagogia que tanto combatió sigue más vigente que nunca
El escritor Marcos Chicot publica su nueva novela sobre otro de los grandes maestros de la filosofía, llena de paralalelismos con el presente.
29 octubre, 2020 11:53Noticias relacionadas
Marcos Chicot (Madrid, 1971) regresa a las librerías con su novela, asegura, "más ambiciosa". Después de matar a Pitágoras y Sócrates, aborda ahora la figura de otro de los grandes filósofos de la historia en El asesinato de Platón (Planeta). Un monumental ejercicio de reconstrucción de la Grecia clásica —casi mil páginas— y la vida en el siglo IV a.C., tanto a nivel cotidiano, con sus mercados de esclavos, oráculos, banquetes, etcétera; como de las continuas rivalidades y enfrentamientos bélicos entre Atenas y Esparta.
El eje principal de la novela, no obstante, es la figura de Platón, indagar en sus ideas que resuenan con especial utilidad en los tiempos presentes, marcados por esa demagogia que él tanto detestó y combatió. El título augura una trama de intriga, pero el autor, finalista del Premio Planeta en 2016, también pretende combatir el olvido del pensamiento crítico que abanderó el filósofo, su proyecto de que un gobierno debe estar guiado por la razón y la sabiduría; y en el que las mujeres debían jugar un papel importante.
¿Qué ha sido lo más difícil de esta monumental novela?
Por la riqueza del pensamiento de Platón, había muchas cosas que contar, que convertir en algo más sencillo. A la gente le gusta aprender, pero no nos gusta esforzarnos. He tenido que hacer un esfuerzo enorme para sintetizar y quedarnos con las ideas principales del filósofo, que voy contando en escenas sencillas, a través de pinceladas mientras también reconstruyo el fresco de la Grecia clásica.
El personaje de Altea está inspirado en dos mujeres que asistieron a la Academia de Platón. La visión que el filósofo tenía de la mujer la consideraríamos hoy bastante progresista...
Respecto a su época, era absolutamente revolucionario. Si por norma general el valor de la mujer era de 1 sobre 100, él pensaba que era de 95 sobre 100. Platón decía que las mujeres podían realizar las mismas tareas que los hombres —también gobernar— y que prescindir de ellas suponía renunciar a la mitad de los recursos que el Estado podía obtener.
Resulta sorprendente repasar sus alegatos en contra de la demagogia y ver que 2.500 años después esa lacra sigue más presente que nunca.
Platón luchaba contra los demagogos de entonces igual que lo haría ahora, contra quienes pretendían derribar la democracia. Es el mismo problema de ahora: la degeneración de la democracia. Él hubiera arriesgado su vida igual que lo hizo entonces. Su gran proyecto era unir filosofía y política para que gobierne la razón, la sabiduría.
¿La novela se puede leer también como una suerte de denuncia de ciertos comportamientos del presente?
En los últimos meses, al revisar el libro, se me empañaban los ojos con los paralelismos y la forma en que Platón luchaba contra situaciones terribles, en cómo denunciaba las consecuencias que tenían el vicio y la demagogia. Hay un evidente paralelismo que despertará el interés de los lectores. Las reflexiones del filósofo son las mismas que tenemos que hacernos ahora. Hoy no tenemos un Platón. Tenemos sus obras, pero la mayoría están olvidadas. Ojalá la gente lea esta novela y recapacite sobre sus ideas, como la necesidad de que gobiernen los más preparados. Porque si escogemos a los médicos más preparados, ¿no deberíamos hacer lo mismo con los políticos?
¿Qué deberíamos aprender de los griegos clásicos?
La importancia del pensamiento crítico, a cuestionarlo todo. Ellos nos enseñan a pensar, a cuestionar incluso las enseñanzas de tu propio maestro. Hoy en día nadie se para a pensar y cuestionarse las cosas. Simplemente reaccionamos ante tormenta. La gran lección es que para solucionar los problemas tenemos que ser conscientes de ellos.
Platón apostaba por el bien común. Ahora parecemos estar cada vez más inmersos en una sociedad individualista.
La sociedad actual está muy volcada en el hedonismo, en obtener objetivos superficiales, efímeros, basados en el placer. Eso nos lleva al individualismo. Y no sé si es más egoísta o inconsciente. En la novela vemos a Platón enfrentándose con quienes propugnaban buscar el disfrute propio. Son sus enemigos y los de Sócrates. En estos grandes maestros encontramos la enseñanza contraria: todo su pensamiento tiene una orientación ética al bien común. A quien más le exige Platón es al gobernante. Lamentablemente, hoy en día lo que se transmite es la corrupción.
Si Platón contemplase lo que sucede en el Congreso cada semana y luego tuviese que subirse al estrado para lanzar un mensaje a los diputados, ¿qué cree que les diría?
Se llevaría las manos a la cabeza y directamente no subiría. Nos cuenta que renunció a la vida política cuando era joven al descubrir los desmanes que se registraban, como el episodio de la muerte de Sócrates. Esos desengaños le hicieron concluir que no servía meterse en esa demagogia. E intenta el proyecto paralelo: difundir sus ideas a partir de sus obras. Él no convencería a un demagogo porque no se puede convencer, su tarea es ganarle un debate.