La guerra civil castellana se decidió en la mañana del 14 de marzo de 1369, en un rápido combate que se registró en las faldas del castillo de La Estrella de Montiel, en Ciudad Real. Las tropas de Enrique de Trastámara, formadas por 3.000 lanzas y jinetes de las órdenes de Santiago y Calatrava y los mercenarios de las Compañías Blancas, derrotaron al heterogéneo ejército —milicias concejiles, ballesteros genoveses y soldados portugueses y nazaríes— de Pedro I el Cruel.
El rey de Castilla, superado por la maniobra envolvente de la caballería enemiga, tuvo que refugiarse en el interior de la fortaleza. Desesperado y tras más de una semana de asedio, tratando de buscar una huida imposible, fue engañado por el condestable francés Bertrand du Guesclin, quien le había prometido ayuda y finalmente lo entregó a su señor, el futuro Enrique II. La reyerta entre ambos hermanastros se solventó con una daga atravesando el cuerpo de Pedro I y la instauración de la dinastía de los Trastámara, la de Isabel la Católica. Un episodio que cambió la historia de la monarquía hispana.
El relato de esa decisiva batalla lo describen las fuentes medievales, pero los detalles se están reconstruyendo ahora gracias a la arqueología. Un proyecto de investigación dirigido por la Universidad de Castilla-La Mancha ha descubierto —gracias a las prospecciones sobre el terreno y herramientas de teledetección como drones y LiDAR— el campamento desde donde Enrique II dirigió el asedio, fragmentos de espadas y otros elementos relacionados con la batalla como cuchillos y dagas, virotes de ballesta y puntas de flecha, hebillas de uniformes militares o tachuelas desprendidas de las herraduras que permiten adivinar las cargas de caballería.
"Se está trabajando de forma intensa en conocer más en detalle el movimiento de las tropas tanto en el primer encuentro en el Vado del Jabalón como en el campo de batalla propiamente dicho, recuperando gran cantidad de cultura material de estos momentos", explica Jesús Molero García, arqueólogo y codirector de las excavaciones. En la base de operaciones del Trastámara, por ejemplo, se han hallado fragmentos de armadura, cerámica y elementos decorativos con la flor de lis. "Nuestra intención es identificar los escenarios de la batalla que citan las crónicas y acotarlos de la manera más precisa posible", añade el experto.
El proyecto de estudio del conjunto arqueológico del castillo de La Estrella de Montiel, iniciado en 2012 y encabezado además de Molero por David Gallego Valle, de la fundación que ha impulsado la puesta en valor del sitio, y la conservadora Cristina Peña Ruiz, no se circunscribe exclusivamente a la documentación de la batalla. Los arqueólogos también han logrado "rescatar del olvido" una fortaleza muy singular cuyo periodo de gran esplendor se registró entre los siglos XIII —los cristianos se la arrebataron a los musulmanes en 1227— y mediados del XVI.
El la última campaña realizada este mismo año, los investigadores han descubierto una serie de enterramientos cristianos e islámicos con algunos ajuares en la zona correspondiente a la iglesia medieval de la Virgen de La Estrella, enmarcada en la antigua villa que quedaba defendida por unas imponentes murallas. Al mismo tiempo que se profundiza en el escenario de la batalla de Montiel, se están llevando a cabo trabajos de consolidación y puesta en valor del castillo para la visita turística. En las nuevas excavaciones, que ya están en marcha, esperan poder localizar los vestigios de la iglesia de Santiago. "Esperamos que ofrezca grandes sorpresas", desliza Molero.
Valor excepcional
Hasta el momento, el complejo arqueológico ya ha desvelado muchos de sus secretos. Con unos primeros niveles de ocupación datados en la Edad del Bronce, el yacimiento, situado sobre un cerro, fue utilizado por las gentes islámicas desde el siglo VIII hasta la conquista cristiana. Sobre las estructuras andalusíes construyó la Orden de Santiago uno de sus principales castillos, que estaba a la cabeza de una importante encomienda y en torno al cual se desarrolló una villa con aldeas asociadas. Un enclave fronterizo que sufrió durante la Baja Edad Media diversas razias lanzadas por contingentes armados del reino de Granada.
"Lo más peculiar de la fortaleza es la acumulación de defensas de que dispone, con un triple recinto más la torre del Homenaje, que funciona como un castillo en sí mismo y que lo convierten en un bastión prácticamente inexpugnable", explica el profesor de la UCLM, destacando también el complejo interior del recinto con caballerizas, corrales, bodegas u hornos. Algunas de estas estancias todavía tienen que salir a la luz. "Desde el punto de vista del patrimonio su valor es excepcional ya que conserva prácticamente intactas grandes estructuras interiores y una cultura material muy rica que va desde la Prehistoria hasta el siglo XVI".
Casi una década de trabajos ha servido a los expertos para reconstruir el hipotético trazado de la muralla, desenterrar la llamada Puerta de Hierro —oculta bajo los escombros y que se componía de una rampa interior escalonada con un singular pozo de 20 metros de profundidad que también funcionaba como trampa para frenar a los atacantes— e indagar en un edificio peculiar como la iglesia de la Virgen de La Estrella, con una cabecera totalmente plana y bastante inusual.
La construcción religiosa fue erigida sobre antiguas estructuras musulmanas, como un sistema de canalización del agua y una maqbara (necrópolis). Entre los escombros han emergido elementos de vidrio, de alabastro o metálicos relacionados con la liturgia; e incluso una bula papal de Bonifacio IX, de principios del siglo XV, y una matriz de sello de la parroquia, con una imagen de la Virgen y el Niño sobre su regazo y un ángel.
A estos hallazgos "espectaculares" se suma el llamado sarcófago de los leones, denominado así por los escudos que aparecen en los frentes del singular enterramiento que apareció en la nave central de la iglesia. Aunque los análisis de carbono-14 han datado los restos óseos en el siglo XIV, los expertos descartan que pertenezcan a algún caballero fallecido en la batalla decisiva de la guerra civil castellana. "Se trata de un panteón familiar que albergó un linaje nobiliario asentado en Montiel, ya que se han localizado tanto inhumaciones masculinas, femeninas como de niños", concluye Molero.