Para comprender la historia de Gran Bretaña es imposible dejar a un lado una de sus mayores características: su insularidad. El refugio marítimo no impidió que fueran conquistadores a la vez que conquistados. Sus grandes dominios en el globo contrastan con las invasiones que sufrieron siglos atrás por los romanos, los vikingos o los normandos.
Una nación más antigua aún que España esconde todo un abanico de hazañas que conforman lo que actualmente significa la corona británica. Sin embargo, a modo de síntesis, el antiguo editor de The Times y columnista de The Guardian, Simon Jenkins, marca el año 1066 como el más importante de la historia de Inglaterra. Lo hace en su última obra, Breve historia de Inglaterra (La Esfera de los Libros), donde recorre cronológicamente todos los acontecimientos relevantes que conciernen a la isla, desde su conquista romana hasta la época posthatcheriana.
Si bien es cierto que la invasión de Bretaña por parte de los romanos supuso un gran cambio en el futuro de Inglaterra, el autor señala la batalla de Hastings como el punto de inflexión de esta histórica nación. "Para todos los escolares ingleses esa fecha evoca la figura de un héroe sajón, Harold, y un villano francés, William (Guillermo), que se enfrentaron y lucharon en la batalla de Hastings", explica el escritor Simon Jenkins.
No obstante, recalca el autor nacido en Birmingham, "la historia rara vez es tan sencilla". Harold no era del todo sajón, mientras que Guillermo no era del todo francés, más bien descendiente de un guerrero nórdico. Por lo tanto, ambos provenían de un linaje vikingo y ambos aspiraban a reclamar el trono de Inglaterra.
La balanza se decantaba por Harold, quien ya se encontraba en la isla y quien había obtenido el beneplácito de Eduardo El Confesor para reinar: "Todo el reino bajo tu protección". Guillermo, por otra parte, no abandonó su sueño y organizó una gran flota en la que poder transportar a su ejército y que fuese capaz de embarcar caballos.
Traición de sangre
Simultáneamente, el hermano de Harold, Tostig de Northumbria, se alió con Harald Hardrada, rey de Noruega. Aquella traición desencadenó un conflicto más que Harold debía aniquilar si quería continuar siendo rey. Al contrario de lo que se podía pensar, el combate no fue nada igualado. "Comprendiendo que el noruego no estaba preparado, las fuerzas de Harold cargaron contra ellos de inmediato, y, en feroz combate, mataron tanto a Hardrada como a Tostig".
Su victoria al norte condicionaría la batalla contra Guillermo, quien había arribado a Pevensey, una villa del sur de Inglaterra. "Harold tuvo que regresar con su exhausto ejército de nuevo al sur, a Londres, donde recibió un mensaje de Guillermo, acampado ya en las afueras de Hastings, en el que renovaba sus pretensiones al trono", concreta Jenkins.
El dilema se resolvería con las armas. Guillermo contaba con 3.000 hombres a caballo apoyados por arqueros e infantería, y las tropas agotadas de Harold iban a pie. Los sajones pudieron resistir un primer ataque normando, pero las matemáticas no fallaron y la estrategia de Guillermo el Conquistador se impuso.
"Una retirada fingida de los normandos impulsó a los sajones a romper su formación de caparazón blindado y cargar colina abajo, precisamente allí donde sus hombres se encontrarían en una posición vulnerable frente a la caballería normanda", relata Jenkins.
En mitad de este ataque Harold fue alcanzado por una flecha en el ojo. Aprovechando la oportunidad, los normandos se abrieron camino a espadazos hasta él y lo destrozaron: "El cuerpo de Harold quedó tan mutilado en medio de la carnicería que tuvieron que llamar a su amante, a quien apodaban con un encantador Edith Cuello de Cisne, para que identificara los restos".
En el bando victorioso, Guillermo decidió que su coronación se daría en Londres, aunque tuvo que lidiar todavía con varias revueltas en distintos puntos de la isla. Gracias a la feroz represión ejercida por el nuevo rey, Inglaterra sufrió un proceso de normandificación. El escritor estima que unos 200.000 normandos, franceses y flamencos se trasladaron del continente a Inglaterra y aproximadamente el mismo número de ingleses murieron en las masacres del monarca y en las sucesivas hambrunas.
"La política normanda, su lengua y su cultura se inyectaron en las venas de la Inglaterra sajona. Durante cuatro siglos, esta tierra estuvo infeliz y sanguinariamente unida a la Europa continental", concluye el autor.
Inglaterra moderna
A partir de este gran acontecimiento histórico inglés, Breve historia de Inglaterra continua narrando cada victoria y derrota de un pueblo que se transformaría en una de las potencias europeas. Su batalla frente a los escoceses en Bannockburn (1314) acabó siendo "la más humillante derrota del ejército inglés desde Hastings", a la vez que la exagerada victoria contra la Gran Armada española siglos más tarde supuso un gran cambio en la hegemonía europea.
En resumen, el reconocido periodista británico asegura que Inglaterra ha sido, como país, un éxito. "Las invasiones vikingas y normandas fueron muy contundentes, pero no consiguieron eliminar el sustrato sajón. Los recién llegados fueron asimilados y los asentamientos sajones, con su cultura y su lengua, permanecieron en gran medida intactos", asegura.
Su insularidad resistió a Felipe II, a la Grand Armée de Napoleón y al blitzkrieg de Adolf Hitler. Solo sus conflictos con sus vecinos norteños, los escoceses, y sus guerras civiles alteraron la supervivencia del sistema inglés. Los líos matrimoniales de Enrique VIII traspasaron el poder eclesiástico a la Corona, la cual salió favorecida.
Ya en el siglo XIX, el Imperio británico se erigió como una de las naciones más poderosas del globo. "Todo esto respaldaba el surgimiento de un Reino Unido como una verdadera potencia mundial, adornada con todos los recursos de investigación científica y emprendedora, todo al parecer sin límites". El Imperio británico llegó a ser el territorio de mayor extensión hasta la fecha, comprendiendo una cuarta parte de la población mundial y teniendo presencia en todos los continentes.
Solo el siglo XX y su progresiva evolución del orden mundial harían regresar a Inglaterra a sus límites insulares y equilibraría la balanza entre todos los Estados de Occidente. La historia de Inglaterra, al igual que la de los demás países, sigue escribiéndose y enfrentándose a nuevos retos. Mirar atrás a veces sirve para no repetir nuevos errores.