Cuando la investigadora estadounidense Sarah Parcak descubrió los restos de la antigua ciudad egipcia de Tanis en 2010 no se valió de las herramientas arqueológicas convencionales. Lo hizo desde el espacio. La investigadora recurrió a imágenes de satélite para visualizar el yacimiento desde un plano aéreo y fue entonces, tras procesar las instantáneas, cuando desvelaron la existencia de nuevas y desconocidas ruinas escondidas bajo la arena. "¡Es Tanis! ¡Toda entera!", exclamó en un ataque de júbilo.
Parcak no solo había hallado nuevos vestigios de la capital del Antiguo Egipto durante las dinastías XXI y XXIII, sino que estaba a punto de dar a conocer al mundo una nueva fórmula para estudiar el pasado: la arqueología desde el espacio. A través de satélites, los arqueólogos pueden localizar y cartografiar estructuras que de otro modo seguirían ocultas. "Muchos sensores capturan la luz reflejada en la superficie de la Tierra. Luego se procesan usando un software estándar, aplicando contrastes en la vegetación, el suelo o el contenido de agua en las imágenes para hacer que aparezcan características sutiles o invisibles, desde pequeñas paredes o caminos hasta cursos de ríos o estructuras monumentales", explica la arqueóloga norteamericana a este periódico.
Tras la internacionalización de este sofisticado método, que abre nuevas vías de investigación que añadir al trabajo de campo habitual, Parcak ha decidido plasmar todo su conocimiento en su libro La arqueología desde el espacio. Una forma revolucionaria de acercarnos a nuestro pasado (Ariel). En la obra no solo se describe el funcionamiento de este recurso aéreo, sino que también se detallan anécdotas y datos personales que han llevado a la autora a erigirse en la arqueóloga espacial más reconocida del mundo.
No estar sujeta a la gravedad le viene de familia. Su abuelo, que sirvió en la Segunda Guerra Mundial como paracaidista del Ejército de Estados Unidos, planificaba las posiciones de aterrizaje y trazaba un plano donde coordinar sus tropas analizando fotografías aéreas, una tecnología de última generación para la época.
Alcance de la tecnología
Las imágenes por satélite no se utilizarían hasta 15 años después de que el abuelo de Sarah falleciera por un cáncer. "Mi carrera se la debo a mi abuelo", escribe la autora. Aquella niña obsesionada con el pasado familiar y amante de las películas de Indiana Jones crecería hasta el punto de analizar no solo a sus ancestros, sino a todos los antepasados de la humanidad.
"Si antes necesitábamos todo un verano, lo que dura una campaña arqueológica, para cartografiar unas cuantas decenas de yacimientos antiguos, ahora podemos cartografiar cientos, si no miles, de yacimientos en cuestión de semanas", apunta la arqueóloga. "Nos está ayudando a reescribir la historia", agrega.
La ciudad de Tanis no es el único ejemplo que confirma el éxito de la arqueología desde el espacio. Egipto, Túnez, Jordania, Rumanía, Italia, Escocia, Islandia, Terranova o Perú son algunos de los lugares en los que Parcak ha desarrollado sus investigaciones. "He podido trazar mapas de carreteras, asentamientos, fuertes, casas, casas comunales, villas romanas, templos en la India... y muchas otras cosas", asegura.
El uso de la tecnología espacial ya está a la orden del día en muchos equipos de arqueólogos. Uno dirigido por Jonas Gregorio de Souza descubrió por medio de imágenes de satélite y estudios sobre el terreno hasta 81 yacimientos precolombinos en la cuenca del Amazonas. Calcularon que podía haber otros 1.300 yacimientos datados entre los años 1250 y 1500 a.C en una pequeña parte de la zona. El número podría ascender a más de 18.000 en todo el Amazonas.
"Los datos de satélite permitieron que el equipo de arqueólogos rastreara extensiones enormes en cuestión de meses, cuando sobre el terreno esa tierra habría llevado décadas", considera la autora. Así, son muchas las excavaciones que se sirven de este recurso aéreo antes de remover la superficie. En septiembre de 2017 emergió la ciudad perdida de Qalatga Darband en el Kurdistán iraquí. Este yacimiento se erigía junto al lugar en el que Alejandro Magno luchó contra el emperador persa Darío III.
GlobalXplorer
Está claro que la Tierra todavía guarda grandes secretos ocultos de civilizaciones del pasado. En este sentido, Sarah Parcak fundó en 2017 una plataforma que pretende revolucionar la arqueología por completo. "Quisiera que descubriéramos los millones de yacimientos arqueológicos desconocidos del mundo entero. Construyendo una plataforma en línea de ciencia ciudadana y formando a un ejército de exploradores globales del siglo XXI encontraremos y protegeremos el patrimonio mundial oculto, que contiene las pistas de la resiliencia colectiva y la creatividad humana", asegura la experta.
De esta forma, las personas que habitan el planeta y quieran contribuir a destapar tiempos pasados pueden hacerlo a través de GlobalXplorer, donde una gran colección de fotografías de satélite permite a cualquier persona del mundo, "ya tenga 5 o 105 años", ser protagonista en la "localización y protección de vestigios antiguos".
Con este proyecto cualquier ciudadano del planeta puede embarcarse en la misión de tratar de comprobar si las leyendas de sus pueblos de antiguas ruinas sumergidas eran verdad o no. Todos pueden acceder a ese archivo que retrata la realidad desde el cielo. "Pasado un año desde el lanzamiento de la plataforma, hemos tenido más de 80.000 usuarios de más de un centenar de países, incluyendo Afganistán, Yemen y la Samoa Estadounidense", revela.
La arqueología desde el espacio es ya una tendencia que poco a poco formará parte de la mayoría de investigaciones arqueológicas del planeta. Admite que los expertos están abrumados de tanto trabajo y que la colaboración ciudadana será cada vez más necesaria. "Además, estamos utilizando cada vez más drones, que serán más importantes en el futuro para mapear características específicas en los sitios", matiza la arqueóloga estadounidense. Sin embargo, precisa, la arqueología desde el espacio no sustituirá a la arqueología convencional. "El uso de satélites es una herramienta, no el medio para lograr un fin", concreta. En excavar la zona in situ está la parte divertida.