Según la tradición cristiana, Babilés, un obispo de Pamplona que emigró a la ciudad de Toledo durante los primeros compases de la invasión musulmana, fue martirizado y enterrado el 30 de octubre del año 715 en un cerro de la actual Boadilla del Monte. Además del santo, ochenta niños a los que educaba en la fe de Cristo fueron decapitados por los sarracenos. El suceso provocó una enorme conmoción en la zona, una tragedia imborrable que ha convertido al religioso en patrón del municipio.
En 2014, el Ayuntamiento de Boadilla inició una serie de excavaciones arqueológicas en el cerro con el objetivo casi utópico de encontrar los restos de San Babilés. Estas intervenciones han sacado a la luz una ermita altomedieval, datada a finales del siglo VIII, cuyo origen se vincula con el culto al obispo martirizado. En el yacimiento, además del edificio religioso, se ha descubierto una interesante necrópolis visigoda, en uso desde el final del periodo romano, hornos para la fabricación de cal y diversas dependencias auxiliares.
Por el momento no han aparecido restos humanos que se puedan atribuir al santo. Pero su memoria se va a hacer más tangible que nunca con el nuevo proyecto del Consistorio local: la construcción de una ermita similar a la documentada por los arqueólogos. El edificio, que se levantará a escasos metros de donde se ubicaba el original y que tendrá su misma orientación y planta, seguirá los modelos medievales en cuanto a volumen, trazado y materiales, aunque se incorporarán soluciones propias de la arquitectura del siglo XXI.
"La iniciativa pretende poner en valor un espacio con un significado histórico y religioso muy importante y, por supuesto, realzar la importancia de una zona arqueológica muy relevante dentro de la Comunidad de Madrid", asegura Javier Úbeda, el alcalde de la localidad. Las obras están presupuestadas en unos 200.000 euros. Este año también se prevé una nueva campaña de excavaciones que concluya las investigaciones y prepare el enclave arqueológico, reconocido como Bien de Interés Cultural, para su apertura al público en 2022.
Visita real
Si bien los trabajos arqueológicos no han podido confirmar todavía el episodio del martirio y los niños decapitados, sí ha salido a la luz una necrópolis visigoda en la que se ha documentado en torno a medio centenar de tumbas. Entre los enterramientos, algunos de los cuales se han descubierto bajo la misma nave del templo, destaca el de un individuo acompañado de una impresionante estela romana que fue reutilizada a modo de cabecera y una pequeña botella cerámica del siglo VII-VIII como ajuar funerario. Por su tamaño, en un primer momento se pensó que podría ser el lugar de inhumación de San Babilés. Los hallazgos en el cementerio se completan con vasijas, jarras, alhajas y alguna moneda altomedieval.
En torno al siglo XIII, coincidiendo con la época de mayor esplendor de la Hermandad de San Babilés, aún activa hoy en día y que colabora en los trabajos en el cerro, se edificó sobre los vestigios del templo visigodo y como catarsis por el territorio conquistado a los musulmanes una nueva iglesia. La presencia de hasta seis hornos de cal relata la premura que se dieron los constructores para finalizar lo antes posible el templo.
A lo largo de la Edad Moderna, la iglesia sería sujeto de diferentes ampliaciones. La fama del santo y sus supuestas propiedades curativas/milagrosas llegaron hasta la mismísima corte de los Austrias. El infante Baltasar Carlos, primogénito de Felipe IV y que moriría de forma fulminante y prematura antes de la mayoría de edad, se sintió cautivado por los relatos y se desplazó hasta el sitio para visitarlo.
La iglesia fue abandonada en el siglo XVIII tras su destrucción y saqueo, pero los relatos orales entre generaciones han mantenido viva la creencia de que en el cerro de la ermita de San Babilés tuvo lugar el martirio del patrón del municipio. En las investigaciones arqueológicas también se han encontrado estructuras de la Edad del Hierro que revelan la primera ocupación del sitio y una escalera que, según los estudios tomográficos, conduciría a una serie de cavidades, galerías o cámaras. Tras más de mil años, Boadilla no pierde la esperanza de encontrar el cuerpo de su santo.