"Tengo el honor de poner en conocimiento de usted, que las obras en proyecto que se realizarán en la Avenida de Pablo Iglesias, en talleres y cocheras de la Compañía Metropolitano Madrid, se llevarán a cabo bajo mi dirección facultativa", firmó en una carta al Ayuntamiento de Madrid el 25 de febrero de 1932 el arquitecto Antonio Palacios. Con la llegada del subterráneo a la ciudad, se abría una nueva etapa para Madrid, más cercana a las metrópolis europeas, inaugurando el cambio de siglo en la capital.
Los ingenieros encargados del proyecto fueron Miguel Otamendi, Carlos Mendoza y Antonio González Echarte. Sin embargo, Palacios consiguió crear una imagen en cartelería y diseño, que se extendería hasta los 'tótems' y templetes de las estaciones. Una labor comparable a la que Héctor Guimard llevó a cabo para el metro de París.
La falta de inversión de la municipalidad, así como los intereses inmobiliarios en la zona fueron el cóctel perfecto para su olvido y posterior muerte. Las excavadoras entraron a principios de junio para desmantelar la estructura, desapareciendo en una amasijo de piedra y hierros.
El arquitecto de Madrid
Antonio Palacios nació en Porriño, el 8 de enero de 1874. Aunque fue uno de los arquitectos más emblemáticos de la ciudad de Madrid, dejó también buena parte de su obra en su Galicia natal.
De las decenas de obras que planificó y erigió en la capital en la primera mitad del siglo XX, muchas son ahora símbolos de la ciudad. El Palacio de Comunicaciones, actual sede del gobierno municipal, o el Hospital de Maudes en Cuatro Caminos, son solo algunos ejemplos de su espectacular estilo. Palacios marcó el paso hacia la modernidad, planteó reestructuraciones urbanísticas y un estilo, que aunque moderno y con una profunda visión de futuro, no perdían contacto la herencia arquitectónica española.
El estilo de Palacios es descrito en ocasiones como 'regionalismo arquitectónico', haciendo uso de los rasgos más representativos de periodos anteriores para readaptarlos, creando un marco novedoso en sus proyectos.
Palacios y el Metro de Madrid
El arquitecto entró en contacto con el proyecto por primera vez en 1917. El gabinete de ingeniería Mengemor, creado por los hermanos Otamendi, escogió a Palacios para desarrollar una estética unificada del proyecto. Mengemor era un gabinete de ingenieros creado a principios de siglo con el objetivo de desarrollar la energía hidroeléctrica en nuestro país. Su popularidad y buenas relaciones le hicieron obtener este proyecto, que significó una reestructuración del subsuelo del centro de Madrid.
A Palacios le debemos la estética del Metro de Madrid. Fue él quien acuñó su imagen romboidal para la cartelería, así como el diseño de las estaciones de su primera línea. La idea del arquitecto era seguir la estela de las grandes ciudades que empezaban a soterrar sus líneas férreas, pero sin renunciar a una hereenncia estética propia. Las estaciones se llenaron de azulejos y templetes a medio camino entre el estilo herreriano y el del recién inaugurado metro de Viena de Otto Wagner.
Los azulejos pretendían eliminar la sensación de claustrofobia. Palacios sabía que quienes utilizasen la red de metro por primera vez, no estarían acostumbrados a viajar bajo tierra. Sus colores blancos y azules, herencia de las fábricas de cerámica sevillanas, fueron diseñados con la idea de reducir la sensación de ahogo en su interior.
Las cocheras
La manzana 56 del Ensanche de Madrid fue la elegida para la construcción de las cocheras. La parcela fue comprada en abril de 1917 por 221.738 pesetas. La orografía del terreno facilitaba la ubicación del túnel de acceso a la red de metro, mientras que su orientación cardinal junto con los tejados en forma de sierra, favorecían la entrada de luz difusa a las naves, favoreciendo el trabajo en su interior. Los escombros de la socavación del túnel se utilizaron para la futura playa de vías, hasta donde llegarían los vagones Cuatro-Caminos, el primer modelo que rodó sobre la red de metro.
El lugar escogido se encontraba en el linde de Madrid con la localidad de Tetuán de las Victorias, hoy asimilada en el espacio norte de la ciudad. En el verano de 1919 llegaron a nuestro país las primeras carrocerías norteamericanas y motores franceses para su ensamblaje en los talleres de Cuatro Caminos. Los materiales fueron transportados por carros de caballos desde la Estación de Mediodía (actual Atocha). Finalmente, el 17 de octubre de 1919 se produjo la inauguración, con la presencia de Alfonso XIII y toda la pompa de la época.
El metro de Nueva York, inaugurado en 1904, sirvió de inspiración para la creación del que sería el centro tecnológico de la red de metro. Los tejados de sierra nos llevan al Van Cortland, el patio ferroviario del metro de Nueva York, todavía en uso más de un siglo después de su inauguración.
El conjunto se divide en las naves de cocheras, dos naves individuales con ventanales hacia las calles de 40 metros de longitud, donde se realizaron los trabajos de ensamblaje de los primeros coches. Por otro lado, una nave de oficios y dos naves gemelas, estas últimas fruto de la ampliación llevada a cabo en 1921. Finalmente, el Edificio Tuduri, conocido así por servir de residencia del jugador de fútbol Andrés Tuduri. Se trata de un edificio de ladrillo que utilizó elementos estructurales en el enrejado comunes a otras edificaciones de Palacios. En 2010, el mal estado del edificio llevó a su demolición.
Una lucha perdida
El cambio de vagones en la década de los 60, unido a la construcción de la entrada a los talleres (con una curva de 90 grados) hizo que las cocheras cayesen en desuso con el tiempo. Con la segunda mitad del siglo XX, el conjunto fue cayendo en el abandono por parte del Metro de Madrid y el Ayuntamiento. En 2015, se creó la plataforma Salvemos Cuatro Caminos, una organización que desde su fundación presionó para incluir las cocheras como Bien de Interés Cultural (BIC), evitando así su destrucción y favoreciendo la creación de un museo en el mismo lugar.
En el año 2014, se anunciaron varios de los planes que abrían de recalificar y derruir los restos de estas estructuras centenarias, historia viva de la ciudad. Ahora Madrid anunció un cambio en la edificación que pasó de los 40.000 a los 60.000 metros cuadrados. Un edificio de 20 alturas que aumentó en 30 pisos. Una decisión que desde Madrid, Ciudadanía y Patrimonio apuntaron que tenía "muchos aspectos ilegales".Pese a la denuncia impuesta al Ayuntamiento no pudieron evitar su posterior demolición, en pleno proceso de investigación.
Las cocheras de Palacios se mantuvieron en un limbo administrativo hasta que en junio de 2021 fueron derribadas. De nada sirvió la recuperación de documentos que trazaban el proyecto hasta la firma de Palacios, algo que las plataformas en defensa del conjunto se pensaba que podría retrasar su destrucción.
Hace pocos meses se inauguraba en la calle Montera el templete de entrada a la remodelada estación de Gran Vía. Un homenaje a la impronta que Palacios dejó en la ciudad de Madrid, más concretamente con su participación en el proyecto del Metro de Madrid. Sin embargo, los intereses económicos y urbanísticos en la zona norte, donde ya se ha planificado la creación de torres de viviendas, no han dejado rastro alguno de uno de los principales testigos del paso de la ciudad hacia la modernidad.