A lo largo de la historia se han recogido los nombres y casos de mujeres que sufrieron las barbaridades de la Inquisición. Gracias al imparable movimiento feminista y el trabajo de las historiadoras, se han podido recuperar muchos relatos ocultados hasta el momento sobre asesinatos, maltratos y vejaciones hacia mujeres de la historia.
Algunos de ellos los recoge Mado Martinez en su libro Putas, brujas y locas (Algaida). Uno de estos casos es la historia de María de los Dolores López, conocida como la Beata Dolores, que fue condenada en Sevilla por la Inquisición el 24 de agosto de 1781. Su historia es especial porque ella tuvo el "privilegio" de convertirse en la última bruja quemada por la Inquisición.
El primer auto de fe del que se tiene constancia y en el que se acusa de brujería fue en Sevilla en 1481. Y tres siglos más tarde, la "última bruja" de España fue ajusticiada en la capital hispalense.
Con una forma particular de interpretar los votos de castidad, esta "monja rebelde expulsada de todos los conventos, se convirtió en la femme fatale de los sacerdotes a los que ella acudía buscando un confesor y guía espiritual que la acompañase por los derroteros sexuales de sus particulares arrebatos de fervor religioso, o ardor sexual", tal y como escribe Martinez en su libro.
De beata a bruja
La beata Dolores nació alrededor de 1739 en una familia humilde y se crió en un ambiente eclesiástico. Desde pequeña tuvo varios problemas vinculados a los ayunos, flagelaciones y penitencias "de marcado sentido sexual" que llevaba a cabo y que se relacionaban con el sadomasoquismo.
Aunque existen muy pocos datos biográficos de ella, sí que hay información en algunos documentos inquisitoriales del Archivo Histórico de Madrid, y en el año 2020, Isaac Palomo Ruiz dio a conocer un documento biografico inédito de 1781 que se encontraba en el Archivo de la Facultad de Teología de Granada.
María de los Dolores padecía ceguera, posiblemente a causa de la viruela, un dato que recoge el Archivo Teológico de Granada con la escritura de la época como "por efecto de una flusion cegó a los doze años de su vista corporal".
Akelarre cristiano
La beata Dolores parece haber sido seguidora de la doctrina molinista, una heterodoxia cristiana basada en el libre albedrío. Unos mantras que unía a el ayuno y flagelaciones que realizaba de forma continuada.
Aunque tuvo varias relaciones sexuales con distintos hombres de la Iglesia, fue su acercamiento "excesivo" hacia otra monja lo que supuso un punto importante en la acusación de la Inquisición europea.
Según relata la escritora en su libro, el Santo Oficio la encarceló, pero "María de los Dolores no admitió su culpabilidad, sino más bien lo contrario. Se mantuvo firme en su inocencia, casi adoptando el papel de mártir de todas aquellas vidas de santos que tanto había leído de pequeña". Los religiosos que habían estado involucrados con ella "también fueron pasando por el Tribunal de la Inquisición, pero como abjuraron y pidieron perdón, se salvaron de la muerte".
La hoguera
Según explica la autora de Putas, brujas y locas, las actas del proceso inquisitorial suman 157 folios y se encuentran en el Archivo Histórico Nacional. Allí se recoge que el día de la quema "la sacaron en procesión con el sambenito, vestida de negro, como símbolo de su separación con la Iglesia católica, y una mordaza en la boca para que no soltara más herejías por ella", como explica con un humor ácido la autora.
Para evitar ser quemada viva, María de los Dolores pidió confesarse. Un último favor que se le concedió. Tras tres horas de confesión completa en la Cárcel Real, fue llevada al quemadero, donde a las cinco de la tarde se le dio garrote, para exponer después su cadáver en la hoguera, donde se estuvo consumiendo hasta las nueve de la noche. Cuando se consideró que estaba totalmente consumido se procedió a esparcir sus cenizas.
Una de las cuestiones más curiosas que la autora aborda en su libro es la tardía fecha de la quema, ya que está situada a principios del siglo XVIII y la era de la Ilustración. "Esta hoguera inquisitorial tan tardía ha llamado la atención de multitud de historiadores del mundo, quienes al profundizar en el caso de la Beata Dolores y ponerla al trasluz del contexto social del momento, se dieron cuenta de que la institución de la Inquisición estaba agonizando y se abocaba al final de sus días".