Lepanto suena a agua ardiendo y madera chamuscada, a cadáveres flotando, a mar de sangre, a cañonazos que revientan la historia. La batalla naval que acaeció en las aguas del golfo griego el mediodía del 7 de octubre de 1571, y que enfrentó a la armada de la Liga Santa —la Monarquía Hispánica de Felipe II, el papado y la república de Venecia— con una gran flota turca, está considerada como el mayor enfrentamiento que jamás haya presenciado el Mediterráneo. Fue, según el soldado Miguel de Cervantes, que resultó herido en el brazo izquierdo, la "más memorable y alta ocasión que vieron los siglos, ni esperan ver los venideros".
Como ha sucedido con la conquista de México y el Desastre de Annual, Lepanto cumple años redondos en este 2021: 450. Y la editorial Desperta Ferro vuelve a publicar una obra de altísima calidad para entender los prolegómenos, el desarrollo y las consecuencias de la famosa jornada, llamada al principio "la victoria naval" o "la naval", así a secas, y "la armada derrotada" para el bando otomano.
Lepanto. La mar roja de sangre es un libro original, novedoso, tarea ardua teniendo en cuenta la dimensión y leyenda de la batalla, reconstruida y glosada tantas veces y por tantas voces. Lo es porque propone un estudio multitemático, coral y multinacional. Diez reconocidos historiadores españoles, italianos, anglosajones y turcos proyectan todos sus conocimientos en sendos capítulos que oscultan desde la compleja y larga negociación diplomática entre las potencias cristianas para la firma de una alianza general hasta la capacidad logística y administra del Imperio otomano.
La visión del lado enemigo, tradicionalmente olvidada en la historiografía europea, se rellena gracias a una investigación exhaustiva en los Archivos Estatales Otomanos realizada por Idris Bostan, de la Universidad de Estambul, y Hüseyin Serdar Tabakoglu, hispanista de la Kirklareli Universit. Sus textos permiten conocer la estrategia y objetivos del bando derrotado y demuestran, por ejemplo, que la armada de la Puerta Sublime anclada en Lepanto en las semanas previas al choque naval estaba empezando a ser desmovilizada y que se hizo a la mar de forma precipitada.
"En esta obra buscamos superar la barrera que ha predominado tradicionalmente en los estudios sobre la batalla, la nacional, para hacer justicia a ese carácter de batalla transnacional desde una perspectiva que integre los puntos de vista de todos los actores implicados", explica Àlex Claramunt Soto, el editor de la obra y autor de uno de los tres capítulos dedicados a describir la batalla en sí, desarrollada en un frente de varios kilómetros. Esa narrativa triespacial de las hostilidades, que permite una imagen más nítida de cómo fue realmente el choque entre las armadas dirigidas por don Juan de Austria y Alí Pachá y descubrir detalles clave —por qué las galeras cristianas serraron sus espolones—, es otra de las grandes novedades y aciertos del libro.
Las secuelas
Lepanto, episodio bélico de tintes geoestratégicos y religiosos, fue un auténtico desastre para la flota del sultán Selim II: se perdieron casi doscientas embarcaciones y murieron cerca de 30.000 hombres entre soldados y marinos. Las bajas fueron menores en el lado cristiano: unos 8.000 fallecidos entre caídos en combate y los que lo hicieron en los días siguientes, de los que 2.000 eran españoles, y dieciséis galeras perdidas, tal y como explica Agustín R. Rodríguez González, académico de la Real Academia de la Historia y también autor de Lepanto, la batalla decisiva (Sekotia).
La obra colectiva, que se suma a la riada de publicaciones, conferencias y conmemoraciones, como la maqueta de la capitana Real de don Juan de Austria que prepara el Museo Naval, ofrece también un repaso de los ecos literarios y poéticos del enfrentamiento y un profundo examen de las consecuencias del conflicto. Idris Bostan escribe este párrafo bastante certero:
"La batalla de Lepanto fue la última gran cruzada del mundo católico, pero fue una victoria temporal, ya que no tuvo consecuencias duraderas. Chipre, que era el objetivo principal de la Liga Santa, no pudo ser arrebatado a los otomanos. Venecia pronto tuvo que entablar amistad con el sultán mediante un nuevo pacto (1573) (...) La armada otomana salió al Mediterráneo un año después y los siguientes, y no hubo ninguna armada cristiana para frenarla, con lo cual, los otomanos conquistaron Túnez por completo (1574). No obstante, con la batalla de Lepanto, se destruyó la leyenda acerca de la invencibilidad de los turcos que dominaba en la Europa cristiana desde el siglo XV".
Leyendo este diagnóstico podría otorgársele cierto atino al despectivo veredicto de Voltaire de que Lepanto "no condujo a nada". Más aún viendo que en pocos meses los turcos lograron construir 134 galeras y que para 1574 ya habían arrebatado Túnez a Felipe II. Sin embargo, nada más lejos de la realidad: si el triunfo en Lepanto llega a caer del lado musulmán, el futuro de Europa hubiera sido muy distinto.
"Si [Estambul] hubiera logrado la victoria en la "gran batalla naval" habría alcanzado la supremacía marítima en el Mediterráneo y el Adriático, posibilitando que se continuara expandiendo por el mar, comprometiendo la estabilidad de los países ribereños, además de incrementar aún más la importancia de los navegantes argelinos", señala Miguel Ángel de Bunes Ibarra, profesor de Investigación del Instituto de Historia del CSIC y autor del capítulo dedicado al análisis de la organización logística y los planes de la Liga Santa.
El 7 de febrero de 1578, una tregua hispano-otomana puso prácticamente fin a las acciones navales a gran escala en el Mediterráneo. Y aunque Felipe II adoptó una estrategia más defensiva en el Mare Nostrum, las campañas de la alianza actuaron de revulsivo entre sus ejércitos navales: "La batalla de Lepanto", zanja Bostan, "tuvo un efecto profundo en los españoles, tanto en un sentido de superioridad moral como de autoconfianza, y, si estudiamos la posterior estrategia hispana hacia el Atlántico, podemos afirmar que Lepanto abrió el camino a la campaña de la armada de 1588", la mal llamada Invencible.