Un equipo de arqueólogos ha descubierto en las inmediaciones del castillo de Sidón, en la costa del sur de Líbano, dos fosas comunes con los restos de al menos 25 individuos que sufrieron una muerte violenta a causa de armas medievales. Las dataciones con radiocarbono, una moneda de la época de las cruzadas y unas hebillas de cinturón de tipología franca indican que los cuerpos corresponden a un único y trágico evento que tuvo lugar a mediados del siglo XIII. Las fuentes escritas relatan que la fortaleza, capturada por los cristianos en 1110, fue atacada y destruida primero por los mamelucos en 1253 y después por los mongoles (1260).
Los investigadores de las universidades de Bournemouth y de Cambridge apuntan en estudio publicado en la revista PLoS ONE que los restos humanos hallados se corresponden con alguno de esos acontecimientos. Los resultados del trabajo mejoran "enormemente" el conocimiento de la guerra sobre la última etapa de las cruzadas y arrojan luz sobre la demografía de los guerreros cristianos, las tácticas bélicas, las lesiones y el tratamiento de los muertos. La de Sidón es una de las pocas fosas comunes conocidas para la época, de ahí su gran importancia.
Algunos de los restos humanos muestran heridas de espada en la parte posterior del cuerpo, lo que sugiere que los soldados fueron atacados por la espalda, probablemente huyendo en el momento en que fueron abatidos. Otros tienen heridas de esta misma arma en la nuca, lo que indica que posiblemente fueron prisioneros ejecutados por decapitación después de la batalla. Los análisis de ADN y de isótopos de los dientes de los individuos han confirmado que algunos hombres nacieron en Europa y otros eran descendientes de colonos cruzados que emigraron a Tierra Santa y se emparentaron con la población local.
"Los restos constituyen una clara evidencia de la limpieza sistemática de cadáveres tras el conflicto urbano en el período medieval. La fosa común de Sidón representa un hallazgo único para el período cruzado y corrobora el relato contemporáneo de Juan de Joinville, testigo ocular de la Séptima Cruzada, y su descripción de cómo se administraban los cuerpos en las semanas posteriores al saqueo de una ciudad a mediados de siglo XIII", señalan los arqueólogos en su estudio.
"Todos los cuerpos corresponden a hombres adolescentes o adultos, lo que indica que eran combatientes que lucharon en la batalla cuando Sidón fue atacado. Cuando durante las excavaciones encontramos tantas heridas de armas en los huesos supe que habíamos hecho un descubrimiento especial", ha explicado Richard Mikulski, profesor del Departamento de Arqueología y Antropología de la Universidad de Bournemouth y uno de los participantes en los trabajos de campo y en los análisis en laboratorio.
Martin Smith, compañero de institución, ha apuntado que fue necesario un minucioso trabajo para clasificar los restos mezclados e identificar el patrón de heridas: "La forma en la que se colocaron las partes de los cuerpos sugiere que se les dejó descomponer al aire libre antes de ser arrojados a un hoyo algún tiempo después. La carbonización de algunos de los restos también apunta que fueron quemados".
Piers Mitchell, experto en las cruzadas de la Universidad de Cambridge, ha sugerido una hipótesis plausible para relacionar los hallazgos arqueológicos con las informaciones de las crónicas medievales: "Los registros de los cruzados dicen que el rey Luis IX de Francia estaba en Tierra Santa en el momento del ataque a Sidón en 1253. Fue a la ciudad después de la batalla y personalmente ayudó a enterrar los cadáveres en descomposición en fosas comunes como estas. ¿No sería asombroso si el propio monarca hubiese ayudado a enterrar estos cuerpos?".