Novelista, dramaturgo, poeta, soldado. Pero también espía, espadachín, recaudador de impuestos y excomulgado dos veces. Miguel de Cervantes ha tenido muchas caras, muchas más de las que suelen enseñar los libros de texto. La exposición Miguel EN Cervantes. El retablo de las maravillas, que se inaugurará el 16 de octubre, en el Museo Casa Natal de Cervantes de Alcalá de Henares, enfoca este lado más desconocido de su vida y la obra que va más allá de Don Quijote de la Mancha.
Miguelanxo Prado fue el responsable de ilustrar la biografía de Cervantes, mientras que David Rubín adaptó al cómic el entremés del escritor, El retablo de las maravillas. En 36 imágenes, Prado retrata otras tantas facetas y momentos relevantes de la vida del escritor. “Fue panadero, espía de Felipe II, Gobernador de Soconusco [México], recaudador, trabajó para la iglesia aunque tuviera sangre judía… tuvo una vida de lo más variada aunque, por lo que parece, no demasiado feliz”.
En el año en el que se celebra el cuarto centenario de la publicación de la segunda parte del Quijote, la exposición pretende establecer un diálogo entre la vida y la obra del escritor. En el montaje, las ilustraciones de Prado se enfrentan a las imágenes de Rubín, de tal manera que las distintas fases de la biografía de Cervantes encuentran su espejo en alguna secuencia de El retablo de las maravillas. Además de la muestra, saldrá a la venta el catálogo con el mismo nombre, coeditado por la editorial Astiberri y Acción Cultural Española, el mismo 16 de octubre.
Ambicioso y aventurero
Es una historia llena de luces y sombras, del hombre detrás del escritor cuya obra fue eclipsada por su mayor éxito literario, que aún así no pudo propiciarle el reconocimiento que buscaba en vida. “Me ha dejado un regusto agridulce. Era ambicioso y aventurero, pero pese a lo que se pueda pensar, su realidad fue todo menos gloriosa. Su vida matrimonial fue un fiasco, el Quijote fue un éxito que apenas le deparó beneficios, tuvo un comportamiento valeroso como soldado, que no le sirvió de nada, nunca consiguió reconocimiento en teatro y la irrupción de Lope de Vega acabó con sus escasas posibilidades”, recuerda el dibujante. “Me hace pensar en qué sentido tiene la gloria si viene después de la muerte del artista”.
Después de empaparse de la obra, que desconocía, Rubín se centró en el guión, intentando mantenerlo fiel a la pluma de Cervantes “con toda su esencia, la crítica y la carga social”. Y así fue como creó la historia de dos buscavidas, que van de pueblo en pueblo engañando a los ricos y poderosos.
Reírse del poder
“Me fascinó. Me brindó la oportunidad de hablar de temas que me interesan mucho, porque la obra está más actual que nunca, si miramos la calidad de los políticos y los gobernantes que tenemos, que se creen tan listos. No hay una actitud mejor que reírse de toda esta gente, como hacía Cervantes”, dice.