Carlos Barral, una memoria visual
Lumen publica una edición actualizada de sus memorias, con una amplia selección de fotografías familiares, la mayoría inéditas.
19 noviembre, 2015 01:10Noticias relacionadas
Poeta, memorialista, pero sobre todo editor. Con un año de retraso del 25 aniversario de la muerte de Carlos Barral (1928-1989), Lumen publica una edición actualizada de sus tres tomos de memorias Años de penitencia, Los años sin excusa y Cuando las horas veloces, que incluye una amplia selección de fotografías familiares, la mayoría inéditas. “Tiene unas imágenes más personales, menos institucionales, más de la vida de Carlos Barral, para entender esa contradicción entre el urbanita y el hombre del mar, entre el cosmopolita y el hombre apegado a un pueblo”, cuenta su nieto, Malcolm Barral, editor de Malpaso.
Carlos Barral, Memorias (Lumen) incluye fotografías del Carlos Barral niño y del joven con aire de pillo. Retratan tanto sus momentos de intimidad, su pasión por el mar desde temprana edad y la faceta de editor, en eventos y charlas culturales.
El libro nos descubre “un editor sin ambición económica, una persona preocupada por la poesía y por la literatura en general, y una persona con una lucha muy importante contra su propio personaje que se creó: el hombre de mar que se enfrenta a un paisaje destruido por el turismo”. Los barcos, los peces y otros símbolos marítimos son una de las presencias más frecuentes en las instantáneas.
Las memorias un grupo de personascon ideas, ganas y fuerza, frente a la grisura castrante del franquismo
Personaje imprescindible de la generación de los cincuenta, Carlos Barral forma parte de los escritores y editores que se enfrentaron a la censura franquista. “Estas memorias reflejan el momento en que un grupo de personas entre las cuales estaba mi abuelo tenían ideas, ganas y fuerza, frente a la grisura castrante del franquismo”, recuerda su nieto.
Sus vivencias son un testimonio importante de la historia literaria española, que ayudan a entender su evolución: “A través de ellas comprendemos mejor nuestra historia intelectual actual, de donde venimos. Nos da pistas de nuestra trayectoria literaria. Arroja claves sobre el origen de nuestras lecturas, y sobre todo lo bueno y lo mal de la tradición cultural española en la que vivimos”, añade.
Al final de las memorias se habla de que estamos entrando en un mundo cada vez más presentista y con menos memoria
Pese a que no es la primera vez que se editan, Malcolm Barral destaca que el tiempo presente es ideal para rescatar unas memorias que encierran algo de premonitorio: “Al final de las memorias se habla de que estamos entrando en un mundo cada vez más presentista y con menos memoria hacia atrás que es donde vivimos”.
Más de una década desde su primera publicación, es importante recuperar la vida de personajes fundamentales en la cultura española, ya desaparecidas: “Los noventa eran otros tiempos y a la luz de lo que ha pasado, que muchos autores de esa generación han desaparecido, creo que el retrato que hace es más necesario hoy”. El legado de Carlos Barral es incuestionable: “Aportó modernidad a la edición española, abrió las fronteras, unió los dos lados del charco, e introdujo aquí la más moderna y excelsa literatura europea”.
Pero también como poeta y memorialista dejó su huella: “Como poeta, de precoz madurez, es uno de los que tienen realmente un juego con la lengua, más allá de la mera musicalidad. Y como memorialista es el único que hasta ahora ha retratado con cierto rigor la evolución de esa España de su niñez, de los años treinta y cuarenta, al final de estas memorias, allá por los ochenta”.
Su trayectoria y su manera de trabajar siguen sirviendo ejemplo para los editores actuales. “Se inventó un sistema de editar que sigue funcionando en las editoriales. Una cierta manera de vampirizar la información para destilar lo que a uno le interesa. La creación de comités literarios, lo que él llamaba de comité de sabios, cosas que a día de hoy tienen una cierta vigencia. La relevancia de que la editorial española sea importante en el extranjero, las conversaciones de Formentor, el buscar el diálogo entre los editores. Todo ese intercambio que aún funciona a día de hoy”.
Creo que los editores de hoy deberíamos seguir su ejemplo: uno tiene que hacer lo que cree, más allá de los resultados y la inmediatez
Y luego está la visión más romántica de mirar el oficio, porque era un editor que quería hacer "su propia biblioteca y no construir un negocio”. “Creo que los editores de hoy deberíamos seguir su ejemplo: uno tiene que hacer lo que cree, más allá de los resultados y la inmediatez”.