Rosa Montero (Madrid, 1951) lleva tatuajes salpicados en los brazos y pintarrajea un folio en blanco mientras habla de la carne. La carne que le dilata a uno las pupilas cuando la ve húmeda y fúgil -llena de posibilidades-; pero también la carne reblandecida que se descompone lento y sueña siempre con regresar a un vigor antiguo. La carne del sexo y la carne de la muerte. En su nueva novela, Montero abre en canal a Soledad, una mujer de sesenta años que se pilla de mala manera por un gigoló de treinta. Y aparece el pánico. La ternura. La obsesión. Se engancha a su belleza obtusa, a su gesto de perro abandonado; y va y viene explicándose a sí misma los mecanismos del deseo.
Hay mucho de la concepción de uno mismo en La carne (Alfaguara). Mucho del primer amor -que es el propio-; mucho de mirarse desde fuera, con los ojos de otro. La novela, que es ágil y brevemente dolorosa, provoca cierto ahogo: tiene la tensión del tiempo encima. El cuerpo no quiere morir y aprieta un cuerpo ajeno entre las piernas. Cuando escape este, vendrá otro. El que sea.
1. ¿De qué depende el deseo, qué factores intervienen?
Es una pregunta muy difícil de contestar. El deseo... Konrad Lorenz, el padre de la etología, demostró que los patitos cuando salían del cascarón se fijaban, reconocían como madre al ser vivo que tuvieran al lado, de manera que si cuando hacían la explosión del cascarón estaba Lorenz, le seguían todos como si fuera su madre, ¿no? A eso lo llamaba la imprimación.
Yo tengo la teoría de que en el deseo se produce una suerte de imprimación temprana que es muy incontrolable, pero que conforma lo que es tu deseo a partir de lo que ves y recibes en tus primeros años de vida. Y ese deseo es un tirano, no pasa por la razón y muchas veces es irreconocible. No sabes por qué te gustan unos determinados hombres o unas determinadas mujeres... y ni siquiera reconoces los elementos que hay comunes. Viene de un lugar incógnito del inconsciente.
2. ¿Es inmediato o progresivo?
El deseo básico, al que se refiere esta novela, es inmediato, es un impulso animal. Luego está otra cosa, que es el amor, y hay gente que es muy buena en eso. Hay personas que -debo decir- son minoría, pero que son envidiables porque consiguen que el deseo sexual se desarrolle a medida que se va desarrollando el amor. Lo normal es lo contrario (ríe).
3. ¿Para qué sirve la belleza?
Por desgracia, la belleza sirve para mucho. Están hechos además cantidad de estudios sociológicos espectaculares, como por ejemplo: la gente delgada gana más sueldo que la gente con sobrepeso. Impresionante, ¿no? ¿Por qué? La gente tiende a creer más fácilmente que una persona guapa es más inocente, es más inteligente, es más simpático, de entrada. Es completamente injusto e irracional, y creo que tiene un principio genético. Belleza es simetría, y esa simetría dice algo con respecto a la salud del personaje. Nos gustan las personas simétricas porque se suponen que son mejores para la reproducción de la especie. Pero vamos, que somos animales culturales también, y deberíamos intentar superar eso.
4. ¿Y la juventud, para qué sirve?
Para tener futuro. A mí la vida me encanta, soy una disfrutona, una vitalista, y detesto el paso del tiempo porque me quita futuro, porque me quita vida, porque cada vez me queda menos. La juventud sirve para tener vida por delante y tener intactos los miles de futuros abiertos. Llega un momento en el que todos esos malabarismos de reinventarte son imposibles. Porque además ya tienes una vida y tienes que arrastrarla, allá a donde vayas. El ser joven es un poder. El poder del futuro, qué maravilla. El capital de la vida.
5. ¿Cuánto hay de ternura en el sexo?
Puede haber muchísima, muchísima, muchísima. Y puede no haber ninguna. Puede ser brutal pero... yo creo que si el sexo es muy brutal, es menos erótico. O sea: puedes jugar a la rudeza en el sexo, no digo que tengas que tener mucho cuidado, pero en el juego de la rudeza tiene que haber ternura. Si no, el sexo es menos gozoso.
6. ¿Es posible desear a alguien a quien se compadece o el deseo está únicamente ligado a la admiración?
No, se puede desear perfectamente de ambas maneras. Afortunadamente, además, cada oveja tiene su pareja. Hay parejas en las que a la mujer le encanta ser maternal y a él le gusta ser filial, y eso les pone muchísimo a los dos. Otras mujeres, al contrario: quieren que el otro sea como el pigmalión. En las parejas homosexuales, igual. El juego es infinito. Lo maravilloso es encontrar a una pareja que te siga tu mismo juego.
7. ¿Cuánto hay de violencia en el sexo?
Violencia no consentida no debería no haber ninguna, pero ya no hablo de cosas como la violencia criminal de una violación, sino esa violencia del sexo en las parejas en las que a veces se fuerza en muchos sentidos. Violencia física y otras veces por chantaje.
8. ¿Cuánto hay de amor propio en el sexo?
Por desgracia, yo creo que hay muchísimo y eso impide un buen sexo. Es decir, el orgullo, el intentar quedar bien... eso es un desastre para tener buen sexo. En el sexo es como en el arte: tienes que borrar la cabeza. En La ridícula idea de no volver a verte digo algo como "solamente siendo libre de verdad y siendo libre de la propia conciencia, del propio yo, dejándote ir, solamente así, borrando el yo consciente es como se puede escribir bien, bailar bien y hacer el amor bien". El amor propio es malo para el sexo.
9. ¿Cuánto hay de jerarquía en el sexo? Por ejemplo, entre Adam y Soledad, con esa diferencia de clases sociales...
Muchísimo. Pero mira, por ejemplo, en la relación entre los dos, ella parece más débil que él aunque ella sea de una clase social más alta. El poder es una cosa tremenda y a mí siempre me ha encantado, es uno de mis temas. Lo que nos hace el poder a los seres humanos y cómo nos relacionamos a través de una infinidad de gamas. Entre los amigos, la pareja, la familia, la oficina. Siempre hay como unos sutiles grados de poder, de dependencia. En las parejas hay juegos de poder clarísimos todo el rato, lo normal es que haya subidas y bajadas.
10. Entonces, ¿la clase social no importa en la cama?
Depende. Importa más la relación amorosa que se tenga. El poder no es sólo clase social, es quién lleva la batuta en eso que se está dando. En la relación entre Soledad y Adam, ella está más en las manos de él. Ella está más perdida por él.
11. ¿Por qué está peor visto que a una mujer le gusten hombres más jóvenes que que a un hombre le gusten mujeres más jóvenes?
Por machismo, claro. Siempre ha habido en la historia hombres más jóvenes con mujeres. George Sand, o la Reina Victoria de Inglaterra, ¡montones de gente! Pero se han mantenido en secreto mientras que lo contrario era completamente visible. Ahora empiezan a parecer, pero es sólo la punta del iceberg. Se sigue manteniendo en plan clandestino porque claro, la sociedad piensa que los chicos o los hombres jóvenes son aprovechados o raros o anormales.
12. ¿Por qué los prostitutos son más caros que las prostitutas?
Por machismo, de nuevo. Y no es un negocio que esté del todo formado. Yo de lo que me he dado cuenta aquí, al estudiar el tema, es que hay más oferta que demanda, lo cual debería abaratarlo, pero no lo abarata (ríe).
13. ¿Por qué es recomendable hacer el amor escuchando a Wagner?
(Sonríe). Es una boutade. En el libro, a ella le encanta la ópera y, de repente, cuando están haciendo el amor, sale el final de Tristán e Isolda, que es tremenda de bonita, que es la muerte de amor de Isolda y claro... es tan ¡sublime! ¡Ese final, esa subida! Es como muy ¡ah! La trascendencia. Esa trascendencia del sexo que es más que sexo. Buscamos trascender, buscamos ser eternos. El sexo que es una pulsión de fusión con el otro; el sexo mezclado con el amor y tal. Si tienes una música sublime y trascendente, puede ayudar.
14. ¿Cómo cambiaría una relación sexual si se escucha a Melendi o a Bertín Osborne?
Uy, Dios mío. Depende, si te gusta Melendi o Bertín Osborne, igual te encanta hacer el amor con ellos. Pero vamos, que yo no lo haría nunca escuchando a ninguno de los dos (ríe). No pondría a ninguno de los dos para hacer el amor. Francamente, no.
15. ¿Cómo influye en el amor propio de un adulto su primer amor de niño? En el caso de Soledad, con Pablo.
Depende mucho de cómo haya sido esa primera vez... Lo único importante es que te hayan enseñado a amar. Yo hice Psicología, la dejé en cuarto, y estoy convencida de la verdad de esa teoría psicológica que dice que uno se construye en los tres o cuatro primeros años de su vida. Walt Whitman tiene un verso precioso que dice "El niño es el padre del hombre". Y yo creo que es verdad, que lo que eres de niño en esos primeros años te construye de manera esencial para el resto de tu vida. Si en esos primeros años no te han enseñado a amar, si nadie te ha dado ese hueso interior del amor, de ser visto, de ser tocado, de ser querido... te va a ser muy difícil lograr eso del amor.
Esto es como los niños salvajes, ¿sabes? Que los ha habido reales, que han vivido en el mundo salvaje y no les enseñaron a hablar. Si no te enseñan a hablar antes de los 7 u 8 años, ya nunca podrás aprender a hablar. Hay una parte del desarrollo que tiene que hacerse en el momento del desarrollo neurológico. Si esos tres o cuatro primeros años no has tenido esa percepción suficiente del amor... te queda un agujero para siempre. Un problema psíquico para siempre. Grave.
16. ¿Son nuestros padres responsables / culpables en algo de la posición que adquirimos frente al sexo?
Eh, sí, pero no del todo. Sí en el sentido trágico. Si no, relativamente. Hay un libro muy interesante que se llama No hay dos iguales, de una psicóloga social llamada Judith Rich Harris, y dice que en realidad según un montón de estudios quienes tienen más responsabilidad del desarrollo, del comportamiento de un niño es el grupo. estudiando.
17. ¿Cómo ha cambiado el beso en España desde el franquismo hasta ahora?
Pues yo he tenido la suerte... mira, yo tengo un hermano que tiene cinco años más que yo y en esos cinco años cambió totalmente España. Yo empecé... cuando tenía 17 años, era el 68 ya, y eran los años de lo que yo llamo la premuerte de Franco. En esa época hubo un décalage, ¿no? De repente, se bifurcó la sociedad: una era la sociedad oficial en la que todo estaba prohibido, otra la sociedad que vivías en la calle. Y en esa sociedad real, aunque todo estuviese prohibido, se hacían las cosas.
Estaban prohibidos los libros, pero ibas a la trastienda de las librerías y los comprabas. Estaban prohibidas todas las películas pero tú ibas los findes de semana a Hendaya o a Francia y te veías unos maratones de películas que ponían sábado y domingo. Estaba prohibida la píldora pero resulta que te ibas a un médico y te la daba con razones médicas. Y yo ya pillé esa vida. Mi hermano no. Cuando mi hermano empezaba a tontear y tal, si iba por la calle agarrando a una chica sólo del hombro, les podían multar. Les venía un guardia. A mí no. Yo fui hippie. Hice todo por mi generación. No todo el mundo tenía la suerte de estar en Madrid y de ser una adelantada a mi época (ríe). Pero fumé porros cuando había que fumarlos, tomé la píldora cuando había que tomarla, estuve haciendo teatro independiente con gente que vivía en comunas... tuve la suerte, por los pelos. Aunque la dictadura era espantosa y te cortaba la vida, te hacías un huequecito en el que tenías una vida como clandestina, pero una vida real.
18. Entonces a esa generación inmediatamente anterior a la tuya sí le afectó, ¿no? A la de tu hermano.
Por supuesto. Era una generación que podía ir a la cárcel por besarse. Una generación que tenía que tener novios formales, ¿sabes? Era otro mundo.
19. ¿Quién es el candidato a la presidencia del gobierno más sexual?
Puf. No me gusta ninguno. Estoy harta de ellos además. Para que te parezca atractivo alguien te tiene que, por lo pronto, parecer atractivo como persona, de alguna manera. Y ellos me tienen quemada. Completamente quemada.
20. ¿Quién es el más dominante y quién el más dominado?
No tengo ni puñetera idea (ríe). A mí me parece que todos andan perdidos, aunque, desde luego, el más borroso es Rajoy. Es un borrón en la historia de la política española. Es como una ameba. No te diré ya dominado, te digo borroso. Luego está y no hay quien le quite, así que algo tendrá de dominante, pero es un tío absolutamente borroso.
21. Respecto a lo que hablábamos de la belleza antes, ¿qué porcentaje del físico de Albert Rivera y de Pedro Sánchez nos acerca a ellos, nos gusta?
En los dos casos han intentado utilizar la belleza. Son guapos los dos. Cosa lógica, por otra parte. Se ha hecho siempre. Pero estamos muy quemados con eso. Ya nos da igual que sean guapos (se ríe).
22. ¿En qué se diferencia el hombre objeto de la mujer objeto?
En nada. Son seres que no tienen absolutamente ninguna otra función más que la de adornar.
23. ¿Es más fácil confesarse gay que lesbiana en la sociedad actual?
Eso parece. Las lesbianas todavía siguen estando bajo una doble discriminación, porque es una sociedad muy sexista. Esta es una de las reivindicaciones que hay que hacer.
24. ¿Cree que Rajoy había ido a la boda de una mujer lesbiana de su partido igual que fue a la de Maroto?
No tengo ni idea. Ya me sorprendió que fuera a la de Maroto.
25. ¿Por qué se estigmatiza a la mujer que no quiere tener hijos?
Es increíble, porque vuelve otra vez el estigma. Tengo la sensación. En mi generación hubo muchísimas mujeres que no tuvimos hijos, y se normalizó bastante. Pero ahora todo el mundo está teniendo hijos otra vez, cosa que me parece bien por un lado. En mi generación, entre otras cosas, creo que no lo hicimos por el poderoso susurro de las madres, que nos decían que no tuviéramos hijos.
Fíjate que durante muchos años los dos países del mundo que tuvimos menos porcentaje de natalidad, negativo, por supuesto, fuimos Italia y España y nos íbamos alternando. Así como diez años. ¿Por qué? Dos países muy parecidos. Muy machistas, de tradición católica, pero que, de repente, en muy poco tiempo, cambiaron muchísimo y se alejaron del machismo. Eso creó unas mujeres muy sojuzgadas, con unas vidas hechas polvo que en su propia vida vieron cómo cambiaba todo y cómo sus hijas tenían el mundo en sus manos, ¡y ellas ya no podían! Eso creó una frustración increíble. Estas mujeres le susurraban a sus hijas: no te cases, no seas como yo, sé libre, sé libre. Y ese susurro al final es un mandato. Eso tampoco es bueno, porque parte de una situación anómala. No es algo que suponga que somos libres para elegir.
Y ahora vuelve otra vez el prejuicio, el machismo, la tradición, y toma fuerza. Cuesta librarse del machismo, que, recordemos, es una ideología en la que nos educan a todos. Hombres y mujeres. Las mujeres también somos machistas.
26. Es curioso que se juzgue a la mujer que no quiere tener hijos pero también a la madre soltera, ¿no?
Sí (ríe amargo). Todo lo que sea fuera del esquema tradicional... claro, a la madre soltera ¡le falta el hombre! ¡Cómo va a estar una mujer como cabra loca por ahí sin la tutela de un hombre!
27. ¿Por qué con la cantidad de fracasos amorosos que hay, la gente sigue teniendo ganas de intentarlo?
Porque lo necesitamos. Cada día tengo más claro que hombres y mujeres necesitamos el amor de una manera esencial. Y tengo claro que es uno de los motores del mundo, pero incluso para grandes tragedias, para grandes cataclismos políticos, económicos. A lo mejor detrás hay una influencia, no te digo toda, pero una influencia importante de ese sentimiento de falta de amor, esa inseguridad de no ser lo bastante amado, esa frustración. Si nos aman, si vemos reflejado en los ojos de alguien que valemos, entonces... podemos sentir que tenemos un lugar en el mundo y que, efectivamente, valemos. Si no, no nos lo creemos.
28. ¿Por qué "la onda expansiva de un fracaso amoroso llega hasta la base misma de tu personalidad"?
Eso habría que preguntárselo. A veces hay fracasos amorosos pequeñísimos, objetivamente. Has estado dos meses con alguien, yo que sé, hombre, por favor. Se te ha puesto el corazón así, pero se ha ido. Yo qué sé. Y de repente estás hundido. Todo se ha caído, el mundo... es una depresión, es como si no valieras, como si no pudieras salir de la cama, como si no pudieras afrontar el mundo.
Es desmedido. No tiene relación con lo real. Ese fracaso amoroso apunta a algo que forma parte de la construcción básica de la persona: a esos tres o cuatro primeros años que te digo. Cuando eras un niño absolutamente indefenso y si no te quería alguien te podías morir. Cualquier fracaso amoroso, el más tonto, te da en el lugar de la llaga, en el lugar de la herida, en el punto de flotación. Luego pasa un año y ni te acuerdas del tío, pero en ese momento es devastador. Porque no estás llorando a ese tío. Estás llorando esa necesidad absolutamente esencial de amor.
29. ¿La forma de amar cambia con el tiempo?
Con las épocas desde luego. El amor romántico que vivimos ahora de querernos y tal es un invento del XIX, y, además, un invento occidental. Antes en el mundo el amor romántico no existía. Ha existido a veces en ciertas clases altas y épocas como el siglo XI, XII, con los trovadores y tal... y poco más. Pero como invento para multitudes, en el XIX.
30. ¿Cuál es el acto físico más íntimo?
Hay montones de actos físicos intimísimos y, desde luego, ninguno de ellos es el sexo (ríe). Acompañar en la enfermedad a un ser querido es lo más íntimo que puede haber. Despertarlo de una pesadilla, es muy íntimo, ¡pero bueno! Sin ponernos trascendentes, es mucho más íntimo dormir con alguien toda la noche que hacer el amor.