Suena el despertador y la pereza del lunes, el martes o el miércoles invade tu cuerpo. Te acurrucas y piensas que, en realidad, debes levantarte. En lugar de hacer pis o tomarte un café lo primero que haces es coger un cuaderno y empezar a escribir. Los primeros pensamientos de la mañana se arremolinarán hasta que escribas 750 palabras.
Esto es lo que propone la escritora Julia Cameron en su libro The Artist's Way ('El camino del artista', Aguilar, 1992). Cameron (1948) comenzó su carrera profesional en The Washington Post, después comenzó a escribir para Rolling Stone, donde conoció a su ex marido Martin Scorsese. Pasó del periodismo al cine, pero a principio de los años noventa uno de sus trabajos fracasó, estaba muy deprimida y no sabia cómo salir del agujero y comenzar a crear otra vez. Una mañana se levantó y sin pensárselo mucho cogió un papel y un lápiz y comenzó a escribir.
Dedicando unos minutos al día a escribir: “Somos más honestos con nosotros mismos, estamos más centrados y espiritualmente más a gusto"
Desde ese día, cada mañana se sentaba a escribir, se convirtió en un ritual donde podía estar a solas con sus pensamientos y, de algún modo, podía meditar. “Me permitía enfrentarme al día con los ojos más abiertos”, afirma al autora. Cameron descubrió que dedicando unos minutos al día a escribir: “Somos más honestos con nosotros mismos, estamos más centrados y espiritualmente más a gusto”, cuenta la publicación Quartz.
La autora denominó a esta práctica “páginas de la mañana” y publicó el libro que explicaba cómo el acto de escribir en soledad reactiva la creatividad. La rutina de Cameron cada vez tiene más adeptos, dedicar un tiempo a reflexionar a través del papel le ha cambiado la vida a personas de todos los ámbitos, como el periodista de The Guardian Oliver Burkeman o al empresario Tim Ferriss.
“¿Está loca? ¿Cómo diablos se supone que voy a encontrar el tiempo para sentarse y escribir cada mañana?”, reaccionó el empresario y coach Chris Winfield al conocer la rutina. Sin embargo, después de realizarla durante los “últimos 241 días ha cambiado mi forma de mirar la vida”. Para Winfield “páginas de la mañana es una de esas cosas que suenan tan sencillas que no crees que puedan funcionar” pero para el coach con la iniciativa de Cameron “he sido capaz de desbloquear las cadenas de mi mente, abrirme para que la creatividad fluya y mejorar mi intuición”, afirma en su página web.
No hay unas reglas marcadas para desarrollar “páginas de la mañana” pero sí una serie de pautas básicas. La primera es que nada más despertar hay que sentarse y escribir unas tres páginas a mano, la idea es empezar cuando aun el cerebro no se ha despertado del todo, lo que hace que se escriba con mayor libertad. Cameron estima que se tarda una media hora. El segundo consejo es que se escriba a mano porque “tenemos una verdadera conexión con nosotros mismos y nuestros pensamientos más profundos”.
Se debe escribir a mano porque “tenemos una verdadera conexión con nosotros mismos y nuestros pensamientos más profundos”
La tercera pauta es que no se debe sentir presión por la calidad o la técnica de lo que se escribe. Winfield afirma que “no hay manera de hacer las ‘páginas de la mañana’ mal, de hecho no son un arte, no si quiera son ‘escritura’”, afirma. No se trata de sacar al poeta que todos llevamos dentro, sino de hablar de lo sucio que está el salón, del coraje que nos da el vecino y de lo mal que salió la cena de ayer. Cameron afirma que nada es demasiado banal para escribirlo y que eso es precisamente lo que marcará la diferencia ya que conforme se escriba más, más se podrá reflexionar y ahondar en lo que nos inquieta. “La segunda página y media viene con más fuerza, a menudo contiene un filón”, afirma la autora.
El último consejo es que nadie lea lo que escribes, incluido tú. Cameron sostiene que uno no vuelva atrás en lo que ha escrito, de este modo puede alejarse de lo que ocurrió en el pasado y centrarse en el futuro. Precisamente esta es una de las razones por las que funciona tan bien, se aprende a tener un espacio donde nadie te juzga por tus sentimientos o tus acciones, ni siquiera uno mismo. Cameron sostiene que una vez apagamos nuestro crítico interior, somos capaces de trasladar esa energía a otras áreas.
Escribir es un acto íntimo, donde nadie juzga ni es juzgado. Escribir es sentarte frente a ti mismo y romperte en dos, el lápiz del hombre es como el bisturí del cirujano, que primero rasga la carne para después sanarla. Cameron propone escribir cuando el mundo todavía no se ha revolucionado y uno puede estar a solas consigo mismo. La autora afirma que escribir es el acto que nos reúne con quien somos de verdad, un acto reflexivo, interpretativo. Como escribía Italo Calvino “usted escribe como hay animales que excavan guaridas” porque escribir nos conecta con los mundos, con el que nos rodea y con en el que vivimos.