“Un hombre sabio me dijo una vez que el misterio es el ingrediente esencial de la vida, por el siguiente motivo: el misterio causa asombro, y éste despierta la curiosidad, que a su ve es la base de nuestro deseo de entender quiénes y qué somos en realidad”. Es el párrafo con el que se abre el dosier hallado hace unos meses en la escena de un crimen sin resolver. En su interior se reúnen las evidencias de la historia secreta de Twin Peaks, el Puerto Hurraco de Washington, donde en 1991 sucedieron una serie de homicidios, cuya víctima más sonada fue Laura Palmer.
El misterio mantiene vivo el relato, que con este encuentro se extiende a lo largo de toda la historia de los EEUU, desde el siglo XIX hasta nuestros días, tal y como se recoge en el manuscrito encontrado. Los agentes de la Oficina Federal de Investigación (FBI) descubrieron una caja fuerte de acero, hecha a medida del dosier y con un mecanismo de cierre triple extremadamente refinado, “cuya apertura resultó bastante complicada”. El comentario es de un agente del FBI, cuyas iniciales son “T.P.”
El manuscrito está encuadernado en forma de libro mayor, con tapas grabadas y forradas de tela verde oscura. El lomo tiene un logotipo en forma de triángulo cuyo propósito se desconoce. firmado como El archivero. “T.P.” analiza el amplio escrito y anota en sus márgenes sus conclusiones, tratando de desvelar quién es el autor de esta obra perdida. Por supuesto, el misterio no se resuelve, al contrario, se abre y se multiplica.
En la última página del libro descubrimos que la firma “T.P.” responde a “Tamara Preston”, la agente especial que sustituye a Cooper con unas instrucciones claras: “Entregar el dosier con mis conclusiones al director y esperar su respuesta”. Ha sido apartada del servicio hasta que se tome una decisión…
Misterio inagotable
El misterio se abre después de entender que el caso del asesinato de Laura Palmer forma parte de una red de conspiraciones infinita que ha quedado sin cerrar desde el estreno de la serie de televisión en 1990. Hace dos años se anunció el regreso de una nueva entrega de Twin Peaks en formato limitado, 18 episodios (frente a los 29 de la original), todos ellos escritos por Mark Frost y David Lynch, que los dirigirá.
En la portada del libro La historia secreta de Twin Peaks (publicado en España por Planeta) se aclara para que no haya dudas, que no es un guion, es otra cosa: “Una novela”. También podría ser: “Un juego”. Lo firma Mark Frost, como Miguel de Cervantes firmó El Quijote al montar un artificio narrativo que juega con el señuelo de un manuscrito encontrado, para hacer creer al lector. Pero Cervantes no avisó y, además, todos -cuarentones y cuarentonas- saben quién era Laura Palmer, porque han visto su cadáver metido en una bolsa de plástico, recién recogido a orillas del lago.
Esta novela es una declaración contra las certidumbres de la realidad
Así que, ¿queda el juego de Mark Frost desarticulado con el aviso? No, porque esta novela es una declaración contra las certidumbres de la realidad. Ha inventado un artefacto gigantesco y puntilloso, en el que se incluyen informes oficiales, bibliotecas de presidiarios, entrevistas con presidentes, desde lo más alto a lo más bajo, todo pasa por el filtro de la imaginación. Frost no trata de parecer real, quiere demostrar que hasta la realidad puede ser irreal.
Así que se empeña en jugar al escondite, la ambigüedad y la duda. Encierra voces dentro de voces y expande el universo conspiranoico como sólo sabía hacerlo Thomas Pynchon: los illuminati, JFK, los indios nativos, fenómenos paranormales, abducciones alienígenas y, claro, como en toda leyenda popular que se precie, lechuzas: “Las lechuzas quizá no son lo que parecen, pero aún cumplen una misión fundamental: nos recuerdan que tenemos que mirar en la oscuridad”.
Una broma infinita
Frost, o sea Tamara Preston o sea El Archivero, es sarcástico. Juega, desde los márgenes, con la complicidad del lector, lanzándole constantemente guiños: “Se me acaba de ocurrir” -anota la agente especial sobre el caso de Andrew Packard- “que la película Fuego en el cuerpo, que se estrenó unos años antes de que sucediera esto, tiene un giro argumental sumamente parecido. Quizá ella viera la película. Que, dicho sea de paso, sigue valiendo la pena ver”.
El delirio de la obra de Mark Frost es descacharrante, sobre todo, en el momento en que “la novela” atraviesa los contactos alienígenas
“No es mi caso. Intenté leer su magnum opus, pero es como una enciclopedia de galimatías sinuosos, aunque reconozco que con toda probabilidad tenga mucho más sentido si uno está drogado”, apunta la agente al archivero, que habla del libro que “hoy sigue considerándose de culto”, El ojo de dios, del Dr. Lawrence Jacoby. Más adelante, anota a una portada del periódico local Twin Peaks Post, que “resulta curioso, o a mí me lo parece, ver que las noticias aún se difundían en la prensa en esa época previa a la llegada de internet”. “De no ser por todos los asesinos y las explosiones y las traiciones alevosas, casi diría que parecían tiempos más inocentes”.
El delirio de la obra de Mark Frost es descacharrante, sobre todo, en el momento en que “la novela” atraviesa los contactos alienígenas. El Archivero, que es la piedra angular del relato, escribe: “Según el comandante Doug Milford, testigo ocular que estuvo presente en la primera reunión de lo que no tardó en darse a conocer públicamente como Proyecto Libro Azul, Charles Cabell, general al mando, dio la siguiente orden: “No me han dicho sino mentiras, mentiras, mentiras. Quiero que tengan la mente abierta. Es más, ordeno que tengan la mente abierta, y todo el que no tenga la mente abierta, que se vaya ahora mismo. Quiero una respuesta a los platillos volantes y quiero una respuesta buena”. Milford tardó 17 años en darle una respuesta buena.
Este Twin Peaks es mucho más irreverente. Es una maravillosa marcianada cosida con detalles nimios que tratan de probar lo imposible (y lo consiguen). Es, a fin de cuentas, el relato que hace saltar por los aires la vulgaridad de unas vidas aparentemente apacibles, en un pueblucho olvidado. Frost enfrenta al misterio contra la ciencia, lo inverosímil contra lo demostrable, la fantasía frente a la mediocridad. Hasta que terminas aceptando que el misterio es parte de la Historia, con mayúsculas.