Roma

Durante siete décadas, el Mein Kampf (Mi lucha), circuló en Alemania sólo a través de copias clandestinas en anticuarios. La catarsis colectiva impuesta tras los juicios de Nuremberg prohibió que el libro de Adolf Hitler se convirtiera en un fetiche para los nostálgicos. Sin embargo, con el levantamiento de los derechos de autor el año pasado, una edición crítica editada por el Instituto de Historia Contemporánea de Múnich se convirtió en superventas en 2016. Y ahora, Italia ha sido el primer país europeo en seguir la estela de los académicos germanos.

El ascenso de Hitler

Bajo el título La mia battaglia, ya se puede encontrar en el país que fue cuna del fascismo una obra que trata de desmontar, punto por punto, el pensamiento nacionalsocialista. Lo edita Free Ebrei, una asociación nacida en 2012 para difundir la comprensión de la identidad judía, gracias al trabajo de Vincenzo Pinto. El académico, que dice estar pensando en traducir al español su ensayo, ha estudiado en distintas universidades alemanas el origen del antisemitismo. Un fenómeno que “aún hoy no ha sido comprendido”, remarca en conversación telefónica.

Una edición antigua de Mi lucha.

Pese a las críticas del pensamiento europeo de la segunda mitad del siglo XX, Pinto opina que sólo ha habido una enmienda a la totalidad, pero “no se ha realizado hasta ahora un estudio concienzudo del ideario de Hitler”. De ahí que tomara el Mein Kampf, lo tradujera al italiano y añadiera un análisis por cada uno de los 27 capítulos que componen los dos tomos del original. El objetivo era desmentir las tesis del canciller del Tercer Reich. El libro incluye, además, una amplia cronología de la vida del dictador y un extenso glosario con los términos imprescindibles para entender su pensamiento.

Profecías autocumplidas

En su obra, el Führer justifica su ideario totalitario y sus afanes bélicos como respuesta a la crisis económica, el bochorno de la Primera Guerra Mundial y la decadencia moral e intelectual de la República de Weimar. Hitler crea así un nuevo dogma, un sistema personalista que sustituye a toda creencia humanística o religiosa. Aunque para el profesor Pinto sólo son “profecías autocumplidas”, un modo de “analizar los problemas que no parte de las causas, sino de las consecuencias”. El ejemplo más claro, según el experto italiano, es “la utilización del racismo como fin para justificar sus políticas”.

Un ejercicio del poder que pasaba por “denigrar la democracia parlamentaria y sus representantes […], ya que se trata de una visión política que llevará al triunfo del judaísmo y al ocaso de la raza aria”, se lee en el análisis del primer capítulo de La mia battaglia. Elementos, a juicio de Pinto, que “conectan el pensamiento de Hitler con los mecanismos utilizados por los populismos”. “La lógica hitleriana se salta las hipótesis, construye un enemigo y aporta soluciones ya preestablecidas a los males de la sociedad, tal y como actúan los populistas de hoy”, razona el autor.

Aunque aclara que no es lo mismo Donald Trump que Le Pen o el Movimiento 5 Estrellas italiano, el profesor evita dar nombres para señalar a quienes recogen el testigo del dictador. Y ni siquiera considera que sean herederos directos, ya que “no existen personajes con las dotes de persuasión ni las capacidades que alcanzó Hitler”. Para el académico el líder del Partido Nacionalsocialista no sólo fue “el primer gran populista”, sino “probablemente el político más relevante de la historia de la humanidad”, de modo que no es casualidad que otros copien ahora sus instrumentos.

Estudiar antes de destruir

Hitler recogió el fenómeno del populismo, “desde su aparición en el siglo XIX, con la gran novedad que supuso la aparición de los medios de comunicación de masas”, reflexiona el editor de La mia battaglia. Y convencido de que el medio es el mensaje, Pinto cree que el impulso que ahora reciben unas “lógicas similares” se debe a una “nueva revolución tecnológica”, que conduce a aquello de que una mentira mil veces repetida se convierte en verdad. O dicho de un modo más contemporáneo, a la posverdad.

Salvo ciertos alegatos de Vladimir Putin, a pocos líderes políticos se les ocurriría hoy recurrir a la raza como argumento de superioridad. Pero sí que sigue vigente la dicotomía entre el refugio que representaba Hitler ante la doble amenaza del marxismo y el capitalismo (representado como triunfo de la cultura judía), ahonda el profesor Pinto. Él mismo es consciente de que las posibilidades de que humanidad se vea abocada a las consecuencias derivadas de la irrupción de Adolf Hitler son muy improbables. Sin embargo, “para destruir el mito es necesario estudiarlo, analizarlo y criticarlo para que no se repita”.

Noticias relacionadas