María Blanco contra Barbijaputa: “Las feministas de izquierdas simpatizan con terroristas”
La doctora en Ciencias Económicas presenta 'Afrodita Desenmascarada', un ensayo en defensa del feminismo liberal: contra las políticas de género, el victimismo y las 'tuitstars', a favor del porno, el capitalismo y el aborto.
18 mayo, 2017 03:53A María Blanco -doctora en Ciencias Económicas y Empresariales, investigadora y autora de Afrodita Desenmascarada. Una defensa del feminismo liberal (Deusto)- no le gusta la palabra "empoderamiento" porque no quiere partir de la idea de que la mujer es siempre una víctima. “Y eso es lo que flota en el ambiente, cuando la realidad es que la victimización es el mayor obstáculo para superar problemas”, escribe. “Aquella persona que se hace la víctima está explotando un drama inexistente para no afrontar la vida”. Blanco cree en reconocer el dolor y sobreponerse a él asertivamente, sin recibir trato preferente por parte del ala cálida del Estado.
Pone el ejemplo de los jóvenes que se encuentran con un desempleo juvenil del 50% y se preguntan por qué esforzarse estudiando si al acabar sus carreras van a tener que emigrar, y reclaman que alguien haga algo, que los responsables del desempleo les solucionen la papeleta. Entonces, cuenta, los políticos “alimentan el fuego prometiendo rentas para que los jóvenes se puedan emancipar”, promesa que, según la autora, es una contradicción en sí misma, porque “uno no se emancipa dependiendo de nadie, y tampoco del Estado”. Ahora imaginen este planteamiento aplicado a la cuestión femenina.
Ésta es la actitud que caracteriza al nuevo feminismo de izquierda radical: se denuncia la situación (y a veces se agranda inflando los datos), se crea alarma social y se reclama que alguien haga algo para que la mujer sea independiente
“Ésta es la actitud que caracteriza al nuevo feminismo de izquierda radical: se denuncia la situación (y a veces se agranda inflando los datos), se crea alarma social y se reclama que alguien haga algo para que la mujer sea independiente”, escribe. “De nuevo, esto supone una contradicción, porque, a pesar de los grandes titulares que hablan de empoderamiento, lo cierto es que las políticas llamadas ‘de género’ hacen dependientes a las mujeres”.
Contra las políticas de género
En el contexto de un ensayo muy respetuoso y templado, esta tesis resulta turbadora y peligrosa. Cuando se le pregunta a la autora cómo actuar entonces -si, con protección jurídica, 26 mujeres han sido asesinadas a manos de sus parejas hombres en lo que va de año-, Blanco asume que su libro “está lleno de dudas” y que pretende hacer reflexionar, pero que no tiene todas las soluciones.
“Mi crítica a las políticas de género no es una crítica agria. Ojalá hubieran funcionado, pero lo cierto es que después de tanto tiempo parece que no”, cuenta. La autora sostiene que la base fundamental del cambio es “la mentalización de la sociedad”, no tanto el apoyo político, que “no sirve de nada”.
“Yo soy economista, pero sé que hay cosas que no son mecánicas, y esto es un problema muy complejo. Si las mujeres delegamos en los políticos para esto, nos vamos a acomodar. En la medida en la que podamos, tenemos que asumir las riendas de nuestro propio camino”. Pero, si ella reconoce continuamente en su ensayo que hay una desigualdad flagrante entre hombres y mujeres, ¿por qué tratar legalmente como igual lo que es diferente?
A veces son decisiones personales las que hacen que haya mujeres que no estén en puestos de responsabilidad, o que las políticas no tengan hijos
“La igualdad comienza por la igualdad real ante la ley, sin privilegios. A partir de ahí, dar pasos al frente. A veces son decisiones personales las que hacen que haya mujeres que no estén en puestos de responsabilidad, o que las políticas no tengan hijos. El problema está en los estadios medios, en la mujer de a pie. Yo me divorcié hace 25 años y soy madre. Sé de lo que hablo. Los he sacado adelante, y tiene que dejar de parecer que las que trabajamos somos malas madres”.
Prostitución, porno y aborto: sí
Blanco está a favor de la legalización de la prostitución y plantea preguntas incómodas y necesarias, como “¿por qué es indigno y degradante vender un servicio sexual y no lo es vender un servicio intelectual?”, “¿quién dicta que el sexo es sólo una expresión de amor?”. Aclara que, aunque esté a favor de su regulación, “no sería prostituta ni me gustaría que mi hija lo fuera”. En lo que respecta a la pornografía -y siempre más allá de las mafias y de los grupos delictivos-, la autora plantea que si las modelos de pasarela, aquellas que posan para un artista, las strippers o las actrices de porno duro hacen su trabajo voluntariamente, no se cosifican.
La autora plantea que si las modelos de pasarela, aquellas que posan para un artista, las strippers o las actrices de porno duro hacen su trabajo voluntariamente, no se cosifican
“Pero, incluso si aceptamos que sí, que alguien está usando su cuerpo como un mero objeto, ¿cuál es el problema? Es suyo, al fin y al cabo. Usar su cuerpo no merma su inteligencia. En el fondo, este es un tema moral”, expone. “Muchas personas creen que te envilece y te rebaja, que es inmoral. Supongamos que aceptamos esa creencia. ¿Habría que prohibirlo? (…) Yo no soy utilitarista, pero hay que tener en cuenta la reducción en el coste social que se produce gracias al porno. El desahogo sexual de quienes no tienen la capacidad o la oportunidad de desarrollar una sexualidad ‘normalizada’ evita delitos sexuales”.
Critica entonces contra la “incongruencia de la izquierda radical”, que, según la autora, “mientras claman contra la pornografía, contra la cosificación de la mujer y contra sus efectos en nuevas generaciones porque van a perpetuar roles, promueven la educación sexual en las escuelas; pero no se trata de una educación sexual habitual, se trata de que los dueños de sex-shops vayan a las escuelas y enseñen a los niños todo el abanico de prácticas sexuales que existe, con dibujos explícitos”. Se muestra a favor del aborto libre, bajo la responsabilidad individual de la mujer.
Lenguaje sexista
Reconoce que en España hay lenguaje sexista -"coñazo”, algo aburrido; “cojonudo”, algo estupendo, etc.-, pero no cree que eso afecte especialmente a la construcción mental, igual que cuenta que no se siente atraída por el toreo pero utiliza expresiones propias de él, como “entrar a matar” o “cortarse la coleta”. Le preocupan más otros sesgos del lenguaje que se utilizan para reprimir y señalar hipócritamente al diferente. El “marcaje verbal”. Como la palabra “fresca” para definir a una mujer como sinónimo de “desvergonzada”, “que es como si te quisieran llamar puta, pero encima no tienen las narices para hacerlo”.
Como la palabra “fresca” para definir a una mujer como sinónimo de “desvergonzada”, “que es como si te quisieran llamar puta, pero encima no tienen las narices para hacerlo”
O el hecho de que decir que alguien, hombre o mujer, “se va con cualquiera”, tenga una connotación divertida o canallesca en el hombre y en el caso de la mujer siga significando “destrucción moral”.
El capitalismo, el mejor amigo de la mujer
Otra de las tesis que plantea es que el capitalismo es “el mejor amigo de la mujer”, porque “hay que darse cuenta de que, en los países capitalistas, las empresas pueden ser creadas por mujeres; nada impide que una empresa fundada y dirigida por una mujer tenga éxito”.
Cuando se le pregunta a la autora si, a pesar de poder fundar una empresa, una mujer tiene las mismas oportunidades -sociales- para triunfar igual que un hombre, responde que “las limitaciones nos las ponemos nosotras mismas”. “Muchas de nosotras tenemos prejuicios contra nuestra propia capacidad, pensamos que nos van a mirar más y mal, y raro, ¡y es verdad!, van a pensar que si somos diseñadoras de coches lo vamos a pintar rosa, pero eso no tiene que ser un impedimento”, sostiene.
El reconocimiento del hombre sólo llegará cuando nosotras seamos capaces de reconocernos a nosotras mismas. Siempre va a haber imbéciles y retrógrados
“El impedimento en la empresa de una mujer es no tener capital, el mismo impedimento que tienen los hombres. Cuando hablo de que la mujer debe emprender, soy consciente de que igual tenemos éxitos limitados porque ellos llevan mucho más tiempo en el mundo de la empresa, pero probablemente nosotras tengamos más frescura y creatividad. El reconocimiento del hombre sólo llegará cuando nosotras seamos capaces de reconocernos a nosotras mismas. Siempre va a haber imbéciles y retrógrados”.
Las de derechas, machistas
¿Por qué a la derecha le da miedo la palabra “feminista”? Ríe al teléfono: “Porque las mujeres de derechas son muy machistas. Están cargadas de tradición, de religión, de estatus. Muchas educan a sus hijos en el machismo. No hay que olvidar que la estructura interna de la Iglesia Católica discrimina a la mujer”, explica. “Pero la izquierda tampoco es mejor. En EEUU e Italia, por ejemplo, las mujeres no podían acceder al trabajo porque los sindicatos de izquierda se lo impedían, para que no hiciesen competencia a los hombres”.
Las mujeres de derechas son muy machistas. Están cargadas de tradición, de religión, de estatus. Muchas educan a sus hijos en el machismo. No hay que olvidar que la estructura interna de la Iglesia Católica discrimina a la mujer
Hay un capítulo en su libro dedicado a “las tuitstars de izquierdas”, como la columnista de Eldiario.es Barbijaputa, a la que menciona expresamente y dedica cerca de un capítulo caricaturizando sus "instrucciones para reconocer a los neomachistas". Barbijaputa -guarda el anonimato por las continuas amenazas que recibe- opina y reflexiona sobre feminismo muy activamente desde su cuenta de Twitter y se ha convertido en una de las voces más mediáticas -y problemáticas- de este debate social.
"La designación a cargos públicos siguiendo listas cremallera, la desigualdad ante la ley, las cuotas, las subvenciones, la identificación de los términos ‘agresor potencial’ y ‘hombre’, la asunción de partida de la culpabilidad del hombre por razón de su sexo… todo eso es el resultado de una visión supremacista de género y de carácter hembrista", escribe Blanco.
“Pero esta tuitstar que se hace llamar Barbijaputa nunca lo va a reconocer, y entonces pinta una caricatura que desemboca en matar hombres por considerarlos menos humanos. Bien, pues aquí está ese ‘machete al machito’; que seguro que sólo es de boquilla (o quiero creerlo). Sin embargo, ¿qué pasa cuando alguien defiende el toreo delante de estas mujeres? Lo masacran”.
Su discurso incluye una acusación muy grave hacia las feministas del espectro zurdo. Blanco sostiene que “lo más triste de la ideología de izquierda radical que defienden (Barbijaputa se ha declarado varias veces seguidora de IU) implica, en otros ámbitos políticos, una sensibilidad con hombres con la conciencia y las manos manchadas de sangre muy diferente. Y, por si no queda claro, me refiero a la simpatía por los terroristas”.
El discurso de Barbijaputa no es tan diferente de esos conservadores cristianos que se refieren a los homosexuales como “sodomitas”
Una última estocada: critica uno de sus post -”Los días que no salgo de casa son los que más machismo sufro”- por ese aguijón del victimismo del que hablaba al principio. Dice que no es tan diferente de esos conservadores cristianos que se refieren a los homosexuales como “sodomitas”.