Consuelo Sánchez Naranjo llega para acabar con los convencionalismos sobre la infidelidad. La escritora destruye el mito alrededor de la traición amorosa y la idea extendida de que sólo los hombres faltan a esa lealtad no escrita. Como una grúa de demolición que arrasa con los cimientos de un edificio viejo Elogio de la infidelidad de las mujeres (Pasos perdidos) quiere acabar con eesta idea equivocada.
Construye un relato alrededor de la infidelidad y a través de testimonios reales. Sobre las páginas se reproducen conversaciones de la autora con un grupo de mujeres -de 26 a 70 años- acerca de amantes, sexo, sensualidad, poder y amor. En el libro presenta también una muestra de las mujeres -iconos de la historia y del poder femenino- que se hicieron libres para ejercer el poder e independientes para las relaciones.
¿Por qué el cine y la literatura sigue mostrando al hombre como centro de la infidelidad? ¿Por qué la mujer no se presenta como la protagonista de una vida infiel? La realidad no es lo que se dibuja en los guiones y en las novelas, la autora defiende la imagen de una mujer libre, que elige con quién -o quiénes- compartir su tiempo, que tiene el poder sobre su cuerpo y el control de sus actos.
Para "siempre"
Consuelo Sánchez parte de la desigualdad de género para trasladar el problema a la propia infidelidad. Busca huir de aquello que se aceptó en el hombre y se estigmatizó en la mujer, de la idea normalizada de que ellos son infieles y ellas tan sólo se resignan a la estabilidad de una pareja y no disfrutan de las aventuras . Y si lo hacen, se convierten en aquello que dicta la mala fama.
Bien te vendrá entonces un escarceo periódico con un espécimen de gimnasio
“Si tu compañero habitual es un intelectual orgánico, con el que debatir durante horas sobre el falansterio trasplantado al Madrid del siglo XXI, tal vez necesites un poco de pasión”, explica una de las mujeres en una confesión para el libro. Y continúa: “Bien te vendrá entonces un escarceo periódico con un espécimen de gimnasio”.
“Los pactos nacen para ser rotos; no son eternos”, con este principio bajo el brazo la autora habla de la infidelidad en todos los ámbitos de la vida. Pretende explicar que en un momento en el que las relaciones son volubles, la infidelidad no es un síndrome masculino que tan sólo expresa deslealtad. Para ella, es un pacto más -que no se resguarda unicamente en las relaciones de pareja- y que puede ser una muestra de libertad, autonomía y amor por una misma.
La autora cita a Daniel Tubau y su idea de que la fidelidad era “una falsa virtud”. Se apoya en ella para destrozar el planteamiento común de que la unión completa se da dentro de la pareja y propone una construcción que no tenga que basarse en el repetido ‘para siempre’ y en aquel ‘hasta que la muerte nos separe’.
Infieles en el poder
La historia ha estado llena de grandes infieles -hombres y mujeres- que trabajaron mano a mano con el poder y tuvieron la autoridad suficiente para manejar sus imperios. El libro es un relato que pretende poner en valor “la destacada diferencia de todas las mujeres en el ejercicio del poder, dentro y fuera de las alcobas que compartieron -con hombres, por cierto, infieles casi siempre-.
La historia ha estado llena de grandes infieles -hombres y mujeres- que trabajaron mano a mano con el poder
Desde Cleopatra hasta María Antonieta, parando en Mesalina -que ejerció la prostitución porque lo prefería antes que el lecho imperial- y en Madame Pompadour -destinada, según una adivina, a ser la amante del rey-.
Con ellas al frente, Consuelo describe la historia -poco generosa con las mujeres- que no se dejaron llevar por el costumbrismo de cada época y manejaron -hasta donde se podía- su destino sexual, las relaciones íntimas y el control de sus países.