El privilegio y el descontrol han reinado en la SGAE durante la mayor parte de su existencia. Once socios ingresaron 25 millones de euros en 2005, después de registrar como suyas alrededor de 25.000 canciones. El escándalo no ha dejado de estar vinculado a la marca de la principal sociedad de gestión de derechos de autor, que hoy tiene un nuevo presidente, José Miguel Fernández Sastrón, tercero en la era post Teddy Bautista, tras Antón Reixa y José Luis Acosta.
“Llevamos cuatro años de sumario y no sé lo que ha ocurrido. Sabemos que la Guardia Civil entró en la sede, pero nada más. Lo que necesitamos es que el tribunal dicte sentencia ya”, explica Sastrón ha este periódico. El caso Saga, que imputó en 2011 a la cúpula de la SGAE y desató una reforma de la Ley de Propiedad Intelectual con fines más controladores con las finanzas de las gestoras, tampoco es motivo de arrepentimiento.
Cree que la SGAE, con la furgoneta de la Guardia Civil a la puerta del Palacio Longoria, no tocó fondo. “No hay que limpiar la imagen de la SGAE. No ha hecho nada de lo que se tenga que sentir avergonzada ni dar explicaciones por nada. Entiendo que cuando te toca cobrar no caes simpático”, explica y no es la primera vez que recurre a la imagen recaudatoria para justificar su mala imagen pública. Una imagen que se debe asumir para seguir recaudando.
Tiene un modelo clarísimo de la SGAE: somos recaudadores y vamos a recaudar más y mejor. Punto. Probablemente sea de las personas que más saben de Propiedad Intelectual del país. De la reforma actual piensa que “se hizo con urgencia, sin tener en cuenta la nueva directiva de la UE por salir y sin proteger el derecho de autor”. Ha maniobrado para aguantar el tirón desde la oposición. Siempre en la oposición. Acosta se ha estampado constantemente contra él y sus representados -los autores- cada vez que ha presentado el diseño de cuentas. Ha sido su dura oposición la que ha llevado a la dimisión del guionista de cine, que representaba al colegio de los editores.
No hay que limpiar la imagen de la SGAE. No ha hecho nada de lo que se tenga que sentir avergonzada. Entiendo que cuando te toca cobrar no caes simpático
Con Sastrón, la SGAE vuelve a entregar el poder a los autores, como en tiempos de Bautista. De hecho, quienes conocen al personaje y han seguido su trayectoria dibujan un símil: “Podemos dice que ellos son la democracia original antes de que la corrupción del PSOE se la llevara por delante. Pues Sastrón es como un Teddy antes de la era de los delirios megalómanos, como la red Arteria o los casos de corrupción como Neri, etc. Sastrón quiere volver a la SGAE de 2007”, aseguran las fuentes consultadas.
A pesar de ello, el nuevo presidente fue el primer enemigo con consistencia que tuvo Teddy. Más allá de las pataletas a escondidas, Sastrón se enfrentó al gran jefe. Y se ganó un detective privado que controlaba sus movimientos para debilitarlo. Sin embargo, Sastrón también forma parte del escándalo de la rueda, otro de los chanchullos de la SGAE: programas de música en las profundidades de la madrugada de la parrilla televisiva. La perversión de esta fórmula todavía se mantiene.
Objetivo a conseguir antes de junio, que es cuando la SGAE tendría aprueba sus cuentas anuales y las reformas estatutarias: “Buscar el acuerdo dentro entre todos los colegios. Y la paz social”. Después de la sucesión de fracasos de José Luis Acosta para sacar adelante los presupuestos, ¿es posible la “paz social”? “No creo que sea imposible. No se ha hecho bien, no hemos sido capaces de llegar a acuerdos entre los cuatro colegios, pero si no lo logramos nos vamos al garete”.
Sastrón tiene un modelo clarísimo de la SGAE: somos recaudadores y vamos a recaudar más y mejor.
Hay quien asegura que eso podría ser uno de sus objetivos al frente de la gestora, el desmantelamiento de la sociedad tal y como la entendemos hoy. Ya ha dejado rastros de su enfrentamiento con el colegio de editores: carta del pasado 14 de marzo, firmada por el Comité Profesional de Pequeño Derecho de la SGAE -del que Sastrón es miembro de la Junta Directiva y Vicepresidente-, en la que se cuestiona si los editores deben cobrar por copia privada. Se apoyan en el Tribunal de Justicia de la UE para plantear “la exclusión de los editores de la compensación por copia privada, recayendo esta exclusivamente en los autores”.
En ese mismo comunicado, el colectivo dirigido por Sastrón criticaba el hecho de que Acosta no se sometiera a una moción de confianza, después de que el 55% de los socios rechazase las propuestas de reformas estatuarias presentadas por éste. Era un voto de censura a la presidencia, pero Acosta “no consideró oportuno darnos respuesta alguna, ignorándonos en un evidente ejercicio de desprecio”. De ahí que la llegada de Sastrón bien podría provocar una fuga de los editores a otras entidades, como DAMA (Derechos de Autor de Medios Audiovisuales).
Sastrón tampoco ha mantenido un perfil agresivo contra la piratería en internet. Es más templado que el común de los autores que llega a un alto cargo, incluso en el propio Ministerio de Cultura. Él piensa que, tarde o temprano, las teleoperadoras acabarán pagando por el contenido con el que los autores nutren el continente. Es paciente, como ha quedado comprobado.