Hasta el mp3 hemos llegado. En un movimiento que parece una rebelión, cerca de dos centenares de artistas y representantes de una veintena de discográficas, entre ellas los tres principales sellos que copan el mercado de la música grabada, presentan hoy en Washington una petición al Congreso de Estados Unidos para reclamar una reformulación más estricta de las medidas de protección del derecho de autor en Internet. Nombres de referencia como Paul McCartney o Carole King y grupos como U2 o Kings of Leon firman esta petición que busca un nuevo modelo de la Ley de Derechos de Autor Milenio Digital (DMCA, en sus siglas en inglés) para evitar la proliferación de su música en portales como YouTube, Dailymotion o Vevo.
YouTube vulnera derechos de los autores y, en esencia, es una amenaza para la viabilidad de los compositores y de los propios artistas para sobrevivir
Desde la aparición de YouTube, creada a principios de 2005 por tres antiguos empleados del portal de pagos on-line PayPal, la industria de la música siempre ha contemplado con muchos reparos la distribución de videoclips con canciones sujetas a derechos de autor. Esta desconfianza se hizo aún mayor cuando al año siguiente, en noviembre de 2006, el gigante Google adquirió YouTube por 1.500 millones de euros y consiguió una situación de claro predominio en el mercado de la música en Internet. La polémica creció aún más hace dos años, cuando YouTube estaba a punto de lanzar un servicio de pago que, según artistas y discográficas, vulnera los derechos del autor. Ahora la batalla se recrudece y alcanza el ámbito político.
La nueva inciativa suscrita por 180 músicos y una veintena de disqueras, entre ellas los sellos Universal, Sony y Warner, advierte de los daños que la distribución gratuita de los videoclips musicales en plataformas libres como YouTube vulnera derechos de los autores y, en esencia, es una "amenaza para la viabilidad de los compositores y de los propios artistas para sobrevivir". Aseguran los artistas que la plataforma de vídeos de Google no compensa a los músicos con "suficiente dinero" para apoyar sus carreras, toda vez que su música muchas veces es escuchada gratis on line y descargada en mp3 sin pago alguno.
El alcance de YouTube entre el usuario es imparable, y eso lo saben los músicos, pero quizá el hecho de que ahora existan nuevas aplicaciones o herramientas en línea que permiten convertir y descargar las pistas de sonido de los audiovisuales vuelve a poner en alerta a los autores. Y a sus compañías discográficas, claro. Ya habían surgido voces muy críticas como las del cantante de Radiohead, Thom Yorke, quien ha llegado a comparar el duopolio Google-YouTube como un regimen autoritario parecido a la Alemania nazi.
Contenidos robados
Exabruptos aparte, otro músico pop, el baterista Patrick Carney, la mitad del popular dúo Black Keys, ha asegurado que en apenas cinco minutos había sido capaz de encontrar hasta 250 canciones disponibles en el canal de vídeos por las que sus autores no reciben regalías. También Trent Rezor, carismático líder de Nine Inch Nails, critica la honestidad de YouTube: "Se ha convertido en compañía millonaria gracias a contenidos que roba".
Esta nueva iniciativa en defensa de los derechos de autor, que ayer anticiparon medios norteamericanos como la revista musical Billboard y el portal de novedades tecnológicas Recode, pretende forzar a las autoridades estadounidenses a revisar las condiciones de la Ley de Derechos de Autor Milenio Digital (DMCA). Esta norma fue aprobada en 1998 para potenciar las medidas de protección de los derechos de autor que habían quedado fijadas dos años antes por la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual. Ahora, con el apoyo de varios de los popes del pop y el rock, se busca revisar al alza la protección y las compensaciones económicas que portales como YouTube abonan a los artistas.
Posibilita que las firmas tecnológicas "crezcan y generen grandes beneficios", mientras que las ganancias de los compositores y artistas siguen disminuyendo".
En la carta dirigida a los congresistas de Estados Unidos, cuyo contenido no se ha hecho aún público en su totalidad -pero que ya ha sido publicitado en anuncios en prensa escrita- los autores afirman que el modelo actual de la DMCA posibilita que las firmas tecnológicas "crezcan y generen grandes beneficios" al permitir que los usuarios de música on line "lleven en su bolsillo, en sus teléfonos, casi todas las canciones que se han grabado en la historia, mientras que las ganancias de los compositores y artistas siguen disminuyendo".
También advierten músicos y discográficas que es imprescindible "una reforma sensata" de la ley de protección de contenidos que "equilibre el interés de los creadores con los intereses de las empresas que explotan la música en su propio enriquecimiento".
Google ya ha pagado
En el otro lado del negocio, la posición de YouTube es diferente. Según sus propietarios, los problemas derivados de la distribución de grabaciones musicales de forma masiva afectan a una mínima parte del volumen de negocio. En este sentido, YouTube replica que apenas el 0,5 % de los videoclips que se encuentran alojados en su portal gratuito genera reclamaciones relacionadas con la ley sobre la propiedad intelectual. Y Google recuerda que ya ha pagado unos tres mil millones de dólares a los artistas y a la industria musical. Quizá por eso, los gestores del canal apuntan a un movimiento estratégico de músicos y disqueras para mejorar su posición en la mesa de negociación cuando prepara nuevas conversaciones para renovar contratos de difusión firmados en los últimos años.
"Si eres una gran compañía y continúas haciendo negocios con YouTube tal como se ha hecho hasta ahora, eso sería una mala señal para todos los músicos que han firmado la carta", explicó el coordinador de la protesta, Irving Azoff, quien destacó que es la primera vez que artistas como Taylor Swift firman con su nombre una iniciativa de este tipo. "Me sorprendería que después de la carta de estos artistas todavía hay compañías que vayan a seguir haciendo negocios para ampliar sus contratos con YouTube", incidió Irving Azoff, veterano de la industria que ha colaborado con artistas como Van Halen, Bon Jovi, The Eagles, Fleetwood Mac, Christina Aguilera, No Doubt o Maroon 5. Azoff también trabajó en el portal de venta de entradas TicketMaster y la promotora de conciertos Live Nation.
Es algo mucho más profundo que un asunto de dinero
"No se trata sólo de un asunto de dinero", aseguró Azoff en declaraciones al portal sobre nuevas tecnologías Recode. "Se trata del control [de los derechos de los autores] y no una disputa por los pagos. Es algo mucho más profundo", incidió el ex director del sello MCA Records, a quien la revista Billboard llegó a considerar en 2012 como el hombre más poderoso e influyente de la industria musical norteamericana. "Es realmente peligroso que alguien se pueda esconder detrás de la DMCA para entablar una relación con la industria de la música", reiteró Azoff al considerar que ni la coincidencia con un año electoral en Estados Unidos es argumento suficiente para posponer una decisión en torno a la queja de los músicos y sus representantes discográficos sobre la sostenibilidad de este sector.
El planeta versiones
El encaje legal de los derechos de autor en el gran mercado de la música no afecta solo a los autores y a sus compañías discográficas. También se vincula con la proliferación en Internet de versiones de las canciones más populares. Según datos de la revista musical Wired, cada día se suben a YouTube hasta doce mil vídeos con versiones amateur de clásicos del rock y del pop. Andy Baio, analista de tecnologías vinculadas a la música, ha llegado a contabilizar hasta cuarenta mil adaptaciones de Rolling in the deep, la canción de Adele; 11.000 versiones de Pumped up kicks, del grupo Foster The People; y 4.000 más de Somebody that I used to know, del cantante Gotye.
"Aunque YouTube llega a acuerdos con los editores musicales para gestionar los derechos, para los músicos es casi imposible conocer si sus temas son versionados", indica Baio, creador de la agenda cultural on line Upcoming y ex colaborador del portal de micromecenazgo Kickstarter.
Ahora, después de intentar poner coto a plataformas de música on line como Spotify, la guerra apunta a YouTube. "No estamos diciendo a YouTube cómo debe hacer negocios, lo que pedimos es que se trate a los artistas como ya hacen otras plataformas. Los músicos somos una parte importante de su negocio y la música es lo más buscado en YouTube", afirma el bajista Nikki Sixx, fundador de Mötley Crüe, impulsor también de la carta abierta.
¿Cuántos miles de personas van a perder sus puestos de trabajo en la industria musical?
Entre los que más se juegan en esta nueva batalla legal en torno a los derechos de autor está Paul McCartney. En su empresa MPL Communications el músico británico gestiona, además de buena parte del catálogo original de The Beatles, los derechos de publicación y reproducción de importantes obras musicales de todos los tiempos. Entre ellas, clásicos rock de Buddy Holly y Carl Perkins. Su amigo Irving Azoff sabe que el riesgo de colapso es real: "Conozco un artista que ganaba 450.000 dólares al año con derechos de autor, pero después de la revolución digital bajó a 40.000 dólares", advierte el productor. Y si continúa la tendencia del gratis total en el uso de canciones en la red, se pregunta Azoff, "¿cuántos miles de personas van a perder sus puestos de trabajo en la industria musical?".