A eso de mayo uno aún no sabe cuál será la canción del verano, pero ya la ve venir. La escucha acercarse en tensión creciente, como las pisadas de un mamut. Se la reconoce porque el cuerpo reacciona por encima de la propia voluntad: se va la pierna, se escapa la mano, una ráfaga de viento te sacude el pelo como en los videoclips malos. Después se canta patéticamente, casi siempre dirigiéndosela a alguien, señalándole con el dedo: medio interpelando, medio seduciendo. La canción del verano es hermosa -sin dejar de ser ridícula- porque nos integra a todos en la mediocridad, y, además, nos gusta. Nos armoniza, nos hace más celebratorios y menos snobs. Nos rejuvenece, nos democratiza. Pocas cosas en esta vida -de las que nos fascinan y avergüenzan a la vez- pueden confesarse tan alegremente como una canción del verano.
Enrique Iglesias -camiseta de pico abierta hasta el esternón- un año más, no falla. Te duele el corazón (ft. Wisin, otro clásico) lleva más de 140 millones de visualizaciones en Youtube y se las promete la preferida. Cómo podría errar un videoclip que abre -gratuitamente- con un chamán en taparrabos. Porque apetece, porque entra bien. Por pura estética, por darle el toque árido del western. Son esos ramalazos infundados y arbitrarios los que hacen de un tema el del verano. Los roles de los protagonistas de la canción están claritos -y polarizados- para que nadie se líe. Enrique Iglesias es el evidente crack de todo esto, el caballero andante underground, el enamorado que en un primer momento se muestra sumiso ante la idea de que ella tenga pareja -"A mí no me importa que duermas con él"-, pero que después pone orden: "Decídete pa' ver si te quedas o te vas, si no, no me busques más".
También juega a mimetizarse con su amor: "Si te vas, yo también me voy; si me das, yo también te doy". El malo de la historia es el novio de la chica, el estereotipo del machista violento que la tiene anulada, tristona y con los ojos en Enrique: en un momento dado, el antagonista se viene arriba, saca de no se sabe dónde un helicóptero y se lía a dar tiros al cantante, que los esquiva como hubiera querido Steven Seagal. Cuando, de tanto estirar la buena suerte, una bala le alcanza al pecho y cae preso -en un sorprendente giro de los acontecimientos-, ella aparece en escena, toda amazona en su caballo.
Aquí entra fuerte Wisin: "Tal vez te da dinero y tiene poderío, pero no te llena, tu corazón sigue vacío"
Aquí entra fuerte Wisin: "Tal vez te da dinero y tiene poderío, pero no te llena, tu corazón sigue vacío". Estas son las míticas frases que, en chiringuito o discoteca, se pronuncian con intención, con especial inquina. "Bandolera, si en tu vida hay algo que no sirve, sácalo pa' fuera. Aquí nadie te frena, la súperguerrera". Ojo a este empoderamiento femenino final, cuando durante toda la canción ella no ha tenido ni voz ni voto. No requiere el guion de más reyerta: es surgir ella y el novio se rinde y deja escapar a Iglesias. Todos contentos.
Lo cierto es que la apuesta de Te duele el corazón es alta, pero los colombianos Shakira y Carlos Vives también han venido a jugar. Cualquiera escapa de La Bicicleta en la radio, y eso que se estrenó el pasado viernes. Desde el 8 de este mes ya ha acumulado en Youtube casi 10 millones de visualizaciones. Es Barranquilla pura, Santa Marta sin destilar, -en paisaje, acento, baile y gente-, con el júbilo y la forma de relativizar la vida que eso conlleva. Vives reivindica ese carácter desenfadado, sencillo y rural de los pueblos que van a caer al mar Caribe. Tienen acordeón, fruta, coxis meneándose en círculos, cabellos despeinados y fútbol. Aquí mañana no trabaja ni Dios. "A mi manera, despelucado, en una bici que me lleve a todos lados", canta el bueno de Carlos.
Shakira está en su salsa: tanto que se permite meter a su marido en la letra, intensa con el futbolista hasta lo incómodo
Shakira defiende a este modelo de hombre por encima del cuadriculado y previsor, del abogado en corbata. Le mira con ojos melosos y asiente: "Puedo ser feliz caminando relajada entre la gente; yo te quiero así y me gustas porque eres diferente". La verdad es que la cantante no puede estar más en su salsa -bailando con sus paisanos y saludando como la reina que vuelve a casa-. Tanto que se permite meter a su marido en la letra, intensa con el futbolista hasta lo incómodo: "Lleva, llévame en tu bicicleta, pa' que juguemos bola'e trapo allá en chancleta, que si a Piqué algún día le muestras el Tayrona, después no querrá irse pa' Barcelona". Nada que añadir.
Nicky Jam, que hizo las delicias del verano 2014 con Travesuras -más conocida por Hola, bebé- regresó a primeros de año con Hasta el amanecer: "Como tú te llama, yo no sé; de dónde llegaste, ni pregunté, lo único que sé es que quiero con usted", casi 600 millones de visualizaciones en Youtube. Balada y reguetón patriarcal, cortejo insistente en la lavandería, flechazo de baboso de after: "Óyeme, mamasita, tu cuerpo y carita, piel morena, lo que uno necesita; mira, una chica tan bonita... pregunto por qué anda tan solita (...) vámonos de aquí, que tengo algo bueno para ti". Juan Magan no ha dado este año el pelotazo de Bailando por ahí (2011) o Ella no sigue modas (2012), pero se mantiene vigente con Baila conmigo (ft. Luciana).
En el capítulo de "Canciones del verano imposibles de bailar" tenemos Cómo te atreves, de la banda colombiana Morat, que, aunque salió a la luz a finales de 2015, ha aterrizado hace poco en España y fantasea con levantar los bares y las verbenas. Mítico tema sentimentalón y distendido del despechado que finge por todos los medios que está bien y amenaza con pasar página: sólo puede interpretarse metiéndose en el papel del cantante, asediando a algún amigo cercano con la letra y quizá dando unos saltos en el estribillo con cuidado de no tirar la cerveza. Es un tema coral, de levantar los brazos sin ningún sentido y evocar la historia propia.
No sería de recibo cerrar este artículo sin citar a la bomba Lopez, de nombre Jennifer, y su Ain't Your Mama, un spot de feminismo fácil en tres frases: "No voy a cocinarte todo el día, no soy tu madre; no lavaré tu ropa, no soy tu madre; ve a trabajar con tiempo, no más videojuegos". Ahí la perfecta ama de casa, hasta de servirle la comida al marido religiosamente; ahí la secretaria paciente; ahí la obrera sumisa y la ejecutiva relegada por un núcleo duro de hombres. Lopez no lo aguanta y sale a la calle a reclutar a sus compañeras para rebelarse a golpe de coreografía. "Soy demasiado buena para esto... sólo recuérdalo". Tópicos extrapolables a todos los estratos sociales. Repetición, sencillez y fuerza. Carne de canción del verano.