Tiras una piedra y saltan tres festivales. El aumento de los festivales no garantiza una vida digna de sus músicos, si no todo lo contrario. En pleno de mes de julio ya se han cancelado seis festivales y el Arenal Sound pende de un hilo. David García Aristegui, uno de los fundadores del primer sindicato de músicos contemporáneos, afirma que “somos un país de burbujas y en los festivales también ha habido un boom”. García Aristegui señala que “el primer momento de la burbuja pinchó cuando se montó Summercase en las mismas fechas que el FIB y se pagaron los carteles más caros del mundo”. Esta burbuja se está repitiendo porque “hay muchos festivales con carteles idénticos, son modelos calcados e hipersponsorizados… La consecuencia de un modelo que está dejando de funcionar”.
Hay muchos festivales con carteles idénticos, son modelos calcados e hipersponsorizados… La consecuencia de un modelo que está dejando de funcionar
Después de 21 ediciones el hasta este año Monegros Desert Festival, ahora conocido como Groove Parade, se canceló en el mes de mayo. El festival estaba previsto para los días 17 y 18 de julio, pero nunca llegó a realizarse. Se han difundido dos versiones de por qué se canceló. Por una parte, supuestamente se anuló por una problema con la cesión de los terrenos que pertenecen a la familia Arnau. Por otra parte, se contó que se cancelaba debido a los conflictos internos de los Arnau. Según la organización del evento ya se ha devuelto el importe de las casi 15.000 entradas vendidas.
La última cancelación ha sido la del Festival Kolme Rock, que se celebró el 16 de julio y que se interrumpió a mitad del concierto, supuestamente por falta de liquidez. Cerca de la una de la madrugada se anularon los conciertos, cuando aun quedaban varios grupos por tocar como Gatillazo, Narco y Vagos Permanentes. El representante del grupo Gatillazo, Lucas, afirma que “fue un desastre” no sólo por la cancelación si no por el transcurso del festival ya que “había una caseta de obra para que estuviesen todos los grupos, no había luz… En definitiva, no había intención de hacer las cosas”, señala el representante.
“Teníamos previsto actuar sobre medianoche, el festival iba con hora y media de retraso y nos dejaron sin tocar”, cuenta. Ni a Gatillazo ni a otros grupos les han pagado por la actuación que no realizaron porque no les dejaron. El representante del grupo cuenta que “la situación no tiene pinta de solucionarse, nuestra posición es que si le devuelven el dinero a la gente, que es lo importante, les dejamos en paz”.
“Cuando estábamos allí nos planteamos tocar porque la gente se lo merece, pero si lo hacíamos estos listos se van de rositas...”, explica. Todavía no se ha dado ninguna explicación, ni a los músicos ni a los asistentes, y la organización del festival ha declinado aclarar a este medio los motivos de la suspensión.
Una de las cancelaciones más sonadas ha sido la del Marenostrum, el festival de música electrónica que se iba a celebrar entre el ocho y el diez de julio en Alboraya (Valencia). Con más de 17.000 entradas vendidas 24 horas antes se canceló por un informe desfavorable de la Consejería de Obras Públicas de la Generalitat valenciana. Fuentes de la organización afirman que se trata de una maniobra política, ya que el grupo Compromís presentó una denuncia contra el Festival una vez que se habían pedido los permisos pertinentes. “Teníamos a nuestro favor ocho informes que nos autorizaban a realizarlo, uno de ellos del Ministerio de Medio Ambiente”, afirma la organización. “Tuvimos un encuentro con la Consejería de Obras Públicas y Fomento y se nos dijo que no harían ningún informe ni autorizando ni desautorizando, solo lo harían en caso de que se presentase una denuncia”. Al presentar la denuncia Compromís, el informe resulto desfavorable al Festival y según la organización “presentaron la denuncia tarde para que nosotros no tuviéramos tiempo de recurrir antes del Festival”.
Somos uno de los países con más festivales por metros cuadros, pero que menos bandas viven de la música, esto nos tiene que llevar a algún tipo de reflexión
Este era el primer año que Marenostrum se celebraba en Alboraya, decidieron cambiar de ubicación porque “estábamos cerca de un pueblo que se podía relacionar con el Festival y más cerca de la playa”. Según afirman las fuentes de la organización, la única condición que se puso fue limpiar el espacio donde se celebrarían los conciertos.
“Era un auténtico vertedero, se recogieron 15.000 toneladas de basura con un gasto de 600.000 euros y ahora nos acusan de que destruiríamos la zona”, señalan. Actualmente la organización del Festival se encuentra en conversaciones con el Ayuntamiento de Valencia para que el festival se celebre en la zona de la marina en Valencia el último fin de semana del mes de julio.
Problemas, problemas, problemas
García Aristegui señala que “siempre es problemática la relación con los ayuntamientos, pero no es el único problema”. Se trata de “falta de modelo y sostenibilidad que se refleja en casos extremos como el Kolme Rock o cómo cortaron a Jorge Drexler en mitad del concierto en el Festival Charco, donde incluso una artista se bajó del escenario porque no podía cantar”, cuenta García Aristegui. “Somos uno de los países con más festivales por metros cuadros, pero que menos bandas viven de la música, esto nos tiene que llevar a algún tipo de reflexión”, afirma. “Organizar un festival de estas características es muy complejo y hay que tener en cuenta todos los aspectos”.
Cada vez hay más festivales pero como señala García Aristegui no es garantía de éxito. Un ejemplo de las dificultades del modelo de negocio es el I Festival A Pico y Pala que una vez acabaron los conciertos comenzaron las dificultades. Los responsables del certamen, una Asociación sin experiencia previa, se han visto envueltos en una situación confusa con el productor encargado de las bandas por la financiación del Festival.
Otros tres festivales se han cancelado hasta el momento. Territorios Sevilla y el Festival Trafalgar, ambos de la misma promotora, se han visto envueltos en cancelaciones repentinas con serias complicaciones económicas. Por el momento la organización no se ha dado explicaciones a la prensa de lo sucedido, aunque sí se han devuelto las entradas de ambos conciertos. Tampoco ha llegado a celebrarse el Vilabeach Festival, previsto para los días nueve y diez de julio en la playa de Torres (Alicante). La decisión se tomó debido a problemas con la contratación de los artistas.
La cancelación de los festivales de verano no son una novedad, pero este año están llegando al extremo. En los últimos años se han cancelado festivales como el MotorSound en el circuito del Jarama en 2014, por exceso de aforo, la organización puso a la venta 23.000 entradas más de lo permitido, y las deficientes condiciones de seguridad. El verano pasado se cancelaron festivales como el ElectroBeach y el Sferic Festival, entre otros.
Al cierre de esta edición están por confirmar la celebración del Arenal Sound ya que el Ayuntamiento de Burriana asegura que “no tiene los informes favorables que garanticen la ausencia de molestias en los domicilios colindantes”.