En noviembre de 2015 trató de agrupar a las fuerzas vivas de la intelectualidad orgánica, pero fracasó en su intento de demostrar que la izquierda era de ellos y no de Podemos. El remake de “la ceja” llamado Nos une Pedro no logró acuñar el valor cultural de antaño. Ayer, volvió a intentarlo con un manifiesto firmado por la vieja guardia habitual, aunque esta vez para defender el pacto a tres (PSOE+Podemos+Ciudadanos), es decir, para protegerse no de sus enemigos, sino de su partido. A final de la tarde se confirmó que la cultura y los intelectuales no importan nada y su apoyo es nada para mantener a Sánchez en el cargo.
La cultura siempre ha sido un instrumento. Seguramente el término es feo, pero es una herramienta para la consecución de objetivos colectivos y debe utilizarse
El secretario general del PSOE había movilizado a Antonio López, Joaquín Sabina, Fernando Trueba, Antonio Gamoneda, Miguel Ríos, Vicente Molina Foix o Aitana Sánchez Gijón, entre otros, para defender su papel ante el sector crítico de su partido. Más de 2.000 personas han firmado el manifiesto que relama un “Gobierno de progreso”, es decir, el no a la abstención a un nuevo gobierno de Mariano Rajoy. “No debemos permitir cuatro años más de un gobierno del PP que ha traído el empobrecimiento y el incremento de las desigualdades”, dice el texto. Pero la dimisión de 17 miembros de la Ejecutiva del PSOE ha hecho trizas el manifiesto. Nadie quiere unas terceras.
“La cultura siempre ha sido un instrumento”, cuenta a este periódico Iban García del Blanco, Secretario Federal de Cultura y de Movimientos Sociales del PSOE. “Seguramente el término es feo, pero es una herramienta para la consecución de objetivos colectivos y debe utilizarse. Como dice Esperanza Aguirre, la lucha política también es una lucha cultural. Mal haría la izquierda si no utilizara la cultura como herramienta para consolidar su proyecto colectivo”.
Reclutar voluntades
García del Blanco ha sido el responsable de la reunión de la cultura en torno a su líder en estos años de campaña electoral. “La cultura crea identidades colectivas y proyectos colectivos en la conciencia de la ciudadanía. La batalla por la hegemonía cultural incide en el reclutamiento de voluntades para un proyecto más global”, cuenta el abogado y político en referencia a los intereses políticos en la cultura.
En la lucha por la conquista de la cultura como espacio de referencia de los votantes del PSOE y de Podemos, se abre un conflicto que enfrenta a Joaquín Sabina con Los chikos del maíz, a Joan Manuel Serrat con El niño de Elche, a Ana Belén y Víctor Manuel con Nacho Vegas. Los viejos bastiones populares socialdemócratas son amenazados por la nueva ola de la resistencia de la izquierda.
Los creadores debemos estar alineados con el cambio, no alineados con el poder
Nacho Vegas asegura que es “sano” que un partido político plantee en su programa una batalla cultural, “pero los creadores debemos estar alineados con el cambio, no alineados con el poder”. A pesar de la independencia que presupone para los creadores, echa en falta la identificación ideológica de antaño, cuando los “grupos muy conocidos” se alineaban con los partidos.
La música para movilizar
“Eran bandas conocidas que llegaban a la gente”, comenta el músico. Por eso piensa que para Podemos sería importante que Estopa se planteara posicionarse a favor del partido. “Veo más posible que Estopa se pronuncia a que lo haga Camela, que es un grupo desentendido de la posición ideológica, aunque sería ideal porque llega a la gente de abajo, a las bases de los trabajadores, que es la que se ha desmovilizado”.
“Desde el 15M hasta ahora han desaparecido los referentes culturales que lleguen a una mayoría. Es necesario crear nuevos referentes y es una responsabilidad de los músicos”, aclara el músico asturiano. ¿Por qué no se han creado? “Hay mucho pudor por posicionarse ideológicamente. Pero en estos tiempos, la música debería atacar al neoliberalismo, pero no es tan visible como el franquismo. Después de 30 años de neoliberalismo rampante es muy difícil derribarlo”.
Desde el 15M hasta ahora han desaparecido los referentes culturales que lleguen a una mayoría
Recuerda Vegas que el indie se fraguó durante 1996-2004, con el “tsunami neoliberal”. “Las canciones reflejaban una hegemonía cultural sin problemas ni conflictos, con grupos escasamente politizados. Esta falta de posiciones es un posicionamiento en sí mismo”, añade.
Un debate narcisista
“Es una batalla estéril”, sentencia el filósofo César Rendueles. “Es un debate narcisista que no interesa a nadie”. Las batallas culturales son cosa del pasado, “cuando los novelistas eran importantes”. El autor de Sociofobia asegura que la derecha ha entendido mejor lo que es la industria cultural. “Es más eficaz Bertín Osborne que Joaquín Sabina o Antonio Gamoneda. Por eso no necesita a los intelectuales tradicionales, porque tiene auténticos intelectuales orgánicos”, cuenta a este periódico. “Osborne tiene la capacidad para conectar con la gente, es un tío admirable. Ojalá hubiera algo así en la izquierda”.
La derecha ha logrado desarrollar instrumentos de creación de opinión mucho más potentes
La izquierda no tiene nada parecido a la figura del ex presentador de TVE -que reconoció su voto al PP y admiración por el presidente en funciones- y, añade, que esa obcecación por conquistar la cultura y a sus creadores es un “síntoma de la debilidad de la izquierda”. “La derecha ha logrado desarrollar instrumentos de creación de opinión mucho más potentes”. Cuenta que es más importante legitimar la televisión como un espacio de intervención política, porque “no sólo en los centros de arte contemporáneo se interviene políticamente”.
Mientras Podemos y PSOE se pegan por ese espacio “que no sirve para nada”, el PP asiste encantado a la película. “No sirve para nada ampliar el nicho de voto con la cultura, porque la cultura sirve para el disfrute estético o para hacerte pensar. Los que crean hegemonía e ideología en el capitalismo son los empresarios y los ingenieros, por ejemplo. Es malo para la cultura y la política insistir en este debate”, añade.
Arte de bandera
Como Nacho Vegas, Vetusta Morla ha pasado por el radar de Podemos. Sus canciones han formado parte de la campaña del grupo. Guille Galván, coautor de las letras del grupo y guitarrista, agradece que la cultura haya entrado en el debate político. Aunque recrimina a ambos partidos que no trataran el tema en los debates televisados. “Es importante que haya muchos artistas que muestren interés por incluir lo político en su manera de hacer arte, pero tengo la sensación de que no hay espacio para el debate. Sólo quieren de la cultura la adhesión sin plantear una duda”, dice.
Sólo hablan de la cultura como generadora de votos, como un atajo para llegar a un público cuyos mensajes no llegarían
Galván lamenta también que se hable de la cultura como una herramienta y no se incida en su capacidad de transformación social. “Se está luchando por ver cuál es el envoltorio que le conviene a cada uno políticamente. Sólo hablan de la cultura como generadora de votos, como un atajo para llegar a un público cuyos mensajes no llegarían”. Y lanza la última consigna: el artista no es una bandera, sino un elemento de conflicto y debate.
El profesor de filosofía contemporánea de la Universidad de Alcalá de Henares y uno de los referentes del área de Cultura de Podemos cuenta a EL ESPAÑOL que el PSOE ha recurrido a los rostros famosos para que con su cara y con su dimensión simbólica refuercen una posición política. “Esa es la cultura como ornamento”, dice. Cano niega la instrumentalización de la cultura y la intervención de la política en la creación, y reclama para su organización mayor proximidad con la cultura popular, el mainstream, porque “desde la resistencia no se puede crear un relato hegemónico”.
La izquierda tiene problemas para definir su espacio cultural porque la industria cultural crea filiaciones más intensas
Desde un punto intermedio, reclama la cultura como medio de ampliación del espacio político, pero también como un lugar desde el que generar una “nueva sensibilidad”. “La izquierda tiene problemas para definir su espacio cultural porque la industria cultural crea filiaciones más intensas que en el pasado”. Y llega a la clave de la cuestión por la que el PP ha ganado el espacio de la opinión pública: “La izquierda debe enfocar su relación con la industria cultural de otra manera, porque el PP ha sabido conectar con esa sensibilidad mayoritaria”. La cultura es el camino, pero también el fin.