Del mercado negro de Tanzania a un pub londinense: así son los Beatles albinos
Son repudiados en Tanzania, les persiguen para convertir sus cuerpos en amuletos y les excluyen de la vida social. Ahora cuatro jóvenes albinos tienen una segunda oportunidad gracias a la música. Han publicado un disco y ya han actuado en Reino Unido.
20 agosto, 2017 02:39Noticias relacionadas
Repudiados en vida, odiados y convertidos en un tabú social. Venerados cuando mueren, perseguidos y utilizados como amuletos. Los albinos de Tanzania viven con el horror de sus compatriotas y la esperanza de la huida. Las personas con albinismo circulan en el mercado negro, sus extremidades son talismanes y su muerte vale mucho más que la vida. Las piernas y los brazos, incluso la piel, se venden por miles de euros. Según la creencia popular el cuerpo sin vida de un albino ahuyenta la muerte a quien lo posee, atrae la buena suerte y se convierte en un elemento para producir elixir y hacer conjuros.
Se enfrentan a amenazas desde la infancia, en las zonas rurales los mitos están extendidos: los bebés se sacrifican -como parte de una rutina- al nacer y los que consiguen sobrevivir sufren el abuso de la persecución y el repudio.
Sus cuerpos se convierten en objetos tan vilipendiados como codiciados. Los albinos escapan de sus países para alejarse de los prejuicios, la humillación, el abandono y el asesinato. Son condenados al ostracismo y se convierten en refugiados -ni políticos, ni religiosos- en países como Reino Unido donde nació el Colectivo Albinista de Tanzania que ha sacado su primer disco White African Power.
Tanzania es nuestro país
Este grupo de albinos se resguarda en la música, su amparo está entre los instrumentos y las personas que los aplauden durante las actuaciones. Han dejado de ser funambulistas que se tambalean entre el honor del mito y el pánico de la realidad. El grupo ha publicado un álbum, con 23 canciones, que despliega un repertorio emocional y desafía los ideales anudados en torno a los albinos tanzanos.
‘Soy un ser humano’, ‘Tanzania es nuestro país, también’ o ‘Maltratado’ son algunas de las canciones de White African Power, el primer álbum del grupo. El disco se balancea entre la belleza y la ira, desde la expresión del amor personal hasta la frustración de su recuerdo.
Son cuatro personas, vienen desde Ukerewe (Tanzania) -la isla interior más grande de África- que fue el lugar donde abandonaban a los niños albinos. Por eso -y porque suelen mantener relaciones entre ellos- la población albina en la isla es muy alta. Pero, aún así, siguen viviendo oprimidos.
Han debutado en un pub de Londres con su disco y presentan al mundo el resultado de su trabajo. Por primera vez los miembros del grupo pueden contar sus historias y ver en el público una reacción de esperanza y aceptación.
La delicadeza del suajili
El albinismo les robó el pigmento de la piel y acabó con la posibilidad de una vida normal. Pero la música se lo ha devuelto gracias a Ian Brennan. El productor musical viajó a la isla porque quería celebrar talleres de música y grabar a los habitantes de Ukerewe cantando. Pero se encontró con la realidad de los albinos en el país: ninguno había cantado nunca porque se les había prohibido.
Brennan invitó a los miembros de la comunidad a que investigaran los instrumentos, que jugaran y los aporrearan, pero que compusieran una canción, como ellos quisieran y que hablaran de lo que desearan . Y así fue, cantaron a la vida, celebrándola, y a la miseria, esquivándola. Y crearon un grupo, publicaron un disco y debutaron sobre el escenario.
El disco se balancea entre lo violento y lo humano, cantan en suajili y bailan hasta que no pueden más. Una voz delicada abre el disco, que se construye con la crudeza de la experiencia y las tragedias personales. “El odio, los celos y otras emociones me dañan el corazón / la enfermedad me pesa como una derrota”, canta Christina Wagulu en su idioma natal.