Cuando hace 15 años surgieron los primeros singles de artistas salidos de Operación Triunfo, todos seguían el mismo patrón. Los singles se dividían entre las baladas de amor platónico y aquellos que aspiraban al trofeo de canción del verano. Ni que decir tiene que los videoclips seguían la misma senda. Bisbal en una playa cantando Ave María o Manu Tenorio con una mujer bailando a cámara lenta el tema ñoño del momento.
Los tiempos han cambiado, y el formato lo demostraba el año pasado. Los concursantes ya no seguían el patrón normativo de las otras ediciones. Había representación LGTB, usaban lenguaje inclusivo y sus inquietudes musicales eran diversas. La prueba ha llegado también con las canciones de los exconcursantes, y también con videoclips como el que acaba de lanzar Ricky Merino y que se ha convertido en un fenómeno viral.
Ricky sacaba Miénteme, su esperado single el lunes tras una intensa campaña en redes que hizo que todo el mundo comentara sobre la que preparaban él y su amigo Javier Giner, director del videoclip del primer tema de su época post operación triunfo. El resultado es la propuesta audiovisual más provocadora y estimulante que ha salido del concurso. Acompañando a la canción uno se encuentra con una bacanal de tintes vampíricos llena de referencias pictóricas y cinematográficas y una apuesta por los cuerpos diferentes y el sexo libre.
La idea nacía del propio Ricky, que explicaba a este periódico que él viene del mundo del audiovisual, y que además de la canción, acompañando a Miénteme nació esta idea en la que se quería hablar de “sexo sin tapujos ni etiquetas ni censura”. “Surgió la idea de una orgía como elitista pero que no lo fuera porque hay gente de todo tipo. Hay referencias de cuadros griegos, de pinturas romanas y lo que Javi y yo teníamos claro es que no queríamos cuerpos normativos, que fuera lo más diverso posible”, explica el cantante.
Para demostrarlo por allí pasa Itziar Castro, Paco Tomás y un sinfín de cameos que es mejor no revelar. “Una de las primeras decisiones que tomamos fue el no mostrar una masculinidad o una feminidad que es prácticamente inalcanzable, sino hablar de todo tipo de cuerpos, de la diversidad del ser humano, y de lo que es la realidad, porque yo cuando salgo a la calle no veo modelos. Eso es importante, y el vídeo habla de reivindicar las diferentes formas de placer y las diferentes formas del cuerpo humano. El cuerpo en esta sociedad es también una forma de condena, y el mensaje es en contra de eso, y no sólo el cuerpo, también tomamos la decisión de tratar la diversidad sexual sin tapujos, las barreras de género están cada vez más difusas, y aquí puedes identificar hombres, mujeres y otras identidades no binarias”, añade Giner.
El vídeo habla de reivindicar las diferentes formas de placer y las diferentes formas del cuerpo humano. El cuerpo en esta sociedad es también una forma de condena, y el mensaje es en contra de eso
A pesar de haber usado pezoneras en todas las tomas y habérselas apañado para que no se vea nada (aunque parezca que se vea, como explica el director), el vídeoclip ha sufrido las censuras de Instagram, que impide mostrar pezones femeninos, algo que Ricky considera frustrante: “es algo tan sexista… que un pezón femenino no se pueda ver… pero además como vimos que esto podía pasar los tapamos, pero Instagram considera que es inapropiado, que hay que censurarlo. Podemos luchar, pero no hacer mucho más. Luego hay cuentas sexistas o de maltrato animal que nadie censura, pero un pecho femenino sí. Estamos pendientes de ver si el vídeo sale en EEUU, porque está restringido de momento, ahí está la lucha”.
Para su amigo Javi Giner, esto ya es “un rollo”, y lo que demuestra es que “las redes sociales van un poco como la iglesia, dos pasos por detrás”. “El problema es que tenemos que jugar su juego, y si queremos estar ahí, pues al final tenemos que aceptar esa cláusula de condiciones que al final marcamos todos, pero van dos pasos por detrás de la sociedad”, zanja.
Su orgía barroca llena de sexo sugerente y no explícito luce como una superproducción, aunque asegura que fue con un presupuesto ajustado y una jornada de 12 horas de rodaje. Lo que sí está claro son las muchísimas referencias visuales que ha manejado y que confiesa a EL ESPAÑOL: Fellini, Buñuel, Visconti y su retrato de la decadencia de los ricos y hasta los cuadros de Caravaggio con una ropa a lo Alexander McQueen. Todo ello para lograr un reto claro: “rodar una orgía, algo que me estimulaba creativamente por conseguir el equilibrio entre el morbo, la sexualidad, y que fuera elegante”. Logro desbloqueado.