El 14 de julio de 2008 el cadáver de la joven Roxana Vargas apareció con un tiro en la cabeza en un municipio de Caracas. Tenía sólo 19 años. La investigación del caso apuntaba directamente a Edmundo Chirinos, psiquiatra venezolano que había sido candidato a la presidencia de la República en 1988, asesor de Hugo Chávez y rector de la Universidad Central de Venezuela.
Vargas dejó escrito en su blog que mantenía una relación con el médico, y en su despacho encontraron restos de sangre y miles de fotografías de mujeres en ropa interior sedadas en su despacho e inconscientes. El caso sacudió Venezuela, ¿cómo nadie había denunciado esto?, ¿hasta qué punto el poder es impone de sus crímenes?
La periodista Ibéyice Pacheco intentó descubrir qué había dentro de la mente del perverso doctor y charló con él en innumerables sesiones que se publicaron en un libro con el nombre de Sangre en el diván: El extraordinario caso del Dr. Chirinos, especialmente en el capítulo 'El delirio', en el que se recogían las confesiones, testimonios, mentiras, y alucinaciones del polémico psiquiatra.
Al leer semejante testimonio, el actor venezolano Héctor Manrique tuvo claro que ahí había una obra de teatro que no sólo hablaba de una persona con la mente ida, sino que también hacía un retrato de la sociedad de su país durante las últimas seis décadas. “Cuando leí ese capítulo me pareció estremecedor, está lleno de una egolatría tóxica, de una constante manipulación de los hechos, de una mentira podrida constante, y este caso ya lo conocía porque fue cercano a mi familia y fue estremecedor, me hacía preguntar hasta qué punto nosotros tenemos una responsabilidad sobre eso, me refiero a la sociedad, que termina haciéndose cómplice de estos delirantes populistas”, cuenta Manrique a EL ESPAÑOL.
Lo que al actor y director de este monólogo le pareció casi más interesante, es que si repasaba la historia contemporánea de su país, de alguna forma siempre aparecía el doctor Chirinos. “Fue rector de la universidad más importante, candidato a la presidencia por el partido comunista, presidente de la asamblea constituyente de deportes y además fue el psiquiatra de tres expresidentes de Venezuela. Fue más allá de ser el psiquiatra, fue una figura muy cercana a Chávez . Estaba siempre retratado a su lado, era asesor y amigo, así que tiene mucho poder. Por eso no hablamos sólo de su vida, sino que la putrefacción de su vida es hablar de los males del país. Cuando repasamos su vida vivimos la tragedia de los venezolanos en estos momentos y entendemos lo que está pasando”, añade.
Estaba siempre retratado al lado de Chávez, era asesor y amigo, así que tiene mucho poder. Por eso no hablamos sólo de su vida, sino que la putrefacción de su vida es hablar de los males del país
A pesar de esa unión, una vez Chirinos entra en prisión acusado de asesinato, el expresidente venezolano nunca más habló de él. “Actuó como si no existiese, ni para bien ni para mal, dejó de existir. No hizo ninguna presión ni se le aplicó ningún privilegio, todo lo contrario, cayó en desgracia y nadie quiso saber de él, que es lo que tiene que hacer la justicia, pero este caso fue escandaloso y escabroso, porque aparecieron 1.500 fotografías de mujeres sedadas y desnudas, y eso es una cosa en la que tienen que ver muchas partes, me sorprendió ver cómo la sociedad psiquiatra de Venezuela ni lo condenó, tampoco las universidades. Hasta día de hoy hicieron silencio, y esa sociedad de cómplices es escandalosa”, opina.
Héctor Manrique confiesa con sinceridad que ha sufrido miedo por hacer una obra tan crítica con el gobierno venezolano, “pero he procurado siempre ejercer mi derecho a al libertad y eso ha tenido consecuencias”. “Mi grupo, el grupo actoral 80, se le quitó el presupuesto, a mí me catalogaron de pernicioso y desestabilizador y no puedo presentarme en teatros del estad,o estoy vetado y en redes sociales soy amenazado frecuentemente, pero procuro no poner el foco ahí. Estoy haciendo lo que necesito hacer y no convertirme en un muerto social, porque si no, me iría del país”, dice con pena.
Sigue creyendo en la posibilidad del cambio, y en la fuerza del teatro para criticar una sociedad que no le gusta, y por eso no se plantea abandonar, porque quiere estar allí para defender lo que considera justo, y por hacer un arte que cambie la visión de la gente, aunque las consecuencias sean mayores de lo que esperaba.