Entre las sorpresas de los Presupuestos Generales del Estado culturales para 2017 aparece una inversión de 40.000 euros en la promoción de las tapas para que sean declaradas Patrimonio Cultural Inmaterial, por la UNESCO. La cantidad cae en las arcas de la Real Academia de Gastronomía, que será la responsable de impulsar la candidatura. Es una iniciativa personal del ministro de Educación, Cultura y Deporte, Íñigo Méndez de Vigo, que el pasado junio echaba a andar lo que sería una de sus grandes apuestas culturales: la tapa.
Rafael Ansón explica que es una cultura: comer hablando y tapeando. Es mucho más que comida. Se pueda comer con la mano para coger la copa en la otra. Es importante mantener la palabra “España”
“Hoy se han convertido en algo que pertenece al idioma universal”, dijo delante de la presidenta de UNESCO, Irina Bokova, en el Foro de Nueva Economía, en un salón del Hotel Ritz. En la lista ya está el flamenco, los castellers y la dieta mediterránea. Aquel día, el ministro post-Wert, tan campechano y majetón, que lo primero que hizo nada más llegar a su despacho del Ministerio fue sacar un retrato de Unamuno, explicaba que “uno va a cualquier parte del mundo, pide tapas e inmediatamente sabe lo que recibe”. Una de tapas, frase universal.
“Ha llegado el momento de incorporar el elemento cultural y de Patrimonio Histórico a la Marca España”, dijo en su primera aparición en el Congreso. “Tenemos que hacer un esfuerzo para que el turismo sea cultural y no sólo sol y playa. Nuestro riquísimo Patrimonio Cultural debe estar en las rutas”. Casi un año después de sus declaraciones, entendemos qué quería decir con “riquísimo”.
La tapa es cultura
“Hay que preparar informes y pedir apoyos en España y en el extranjero para que la UNESCO declare la tapa Patrimonio, como lo hizo con la dieta mediterránea. Lo tiene que apoyar mucha gente”, explica a este periódico Rafael Ansón, presidente de la Real Academia de Gastronomía. Deben redactar argumentos y recabar opiniones de especialistas que hablen de la particular forma de comer con tapas.
“Es una cultura: comer hablando y tapeando. Es mucho más que comida. Se pueda comer con la mano para coger la copa en la otra. Es importante mantener la palabra “España”. Porque en el resto del mundo no se toman tapas”, asegura. “La comida miniatura no es tapa, es otra cosa. En El Bulli podías comer doce platos pequeños, pero no eran tapas. En China no comen tapas, se sientan y eligen la comida que pasa en una cinta transportadora”, cuenta Ansón, en referencia a Japón. ¿Y el pintxo? ¿Es una tapa española? “Es lo mismo”, responde sin dudarlo. Recuerda que la costumbre típicamente española surge de una recomendación de Alfonso X, cuando declaró que nadie debía beber sin comer antes. “Lo bueno es tomar tapas”, remata.
De 4,4 millones de euros a 4,6 millones de euros. Nunca el cambio del modelo turístico fue tan barato: 200.000 euros
¿Cuánto invertirá Méndez de Vigo en el “esfuerzo para que el turismo sea cultural y no sólo sol y playa”? Por un lado, fomento de las tapas. Por otro, hará crecer la partida dedicada a la “Protección de Patrimonio Histórico”, donde se incluye la promoción del tapeo, de 4,4 millones de euros a 4,6 millones de euros. Nunca el cambio del modelo turístico fue tan barato: 200.000 euros. Curiosamente, ha recortado 40.000 euros en la ayuda al Grupo Ciudades Patrimonio de la Humanidad de España para elaboración de estudios sobre conservación de las ciudades declaradas Patrimonio Mundial, que pasa de 240.000 euros a 200.000 euros.
Fiebre eclesiástica
La otra partida destinada a la conservación y restauración de bienes culturales asciende a 19,7 millones de euros. Crece un 8,8% (en 2016 fueron 18,1 millones de euros). La subida se nota, sobre todo, en la subvención al Obispado de Tenerife para la restauración de la Catedral de La Laguna: de 695.000 euros a 1,3 millones de euros. La Iglesia es la gran beneficiada en los planes de Conservación y Restauración de Bienes Culturales, con 32 actuaciones presupuestadas para 2017.
Curiosamente, aparece una nueva partida en los presupuestos, llamada “Abadías, monasterios y conventos”, que al parecer no entra dentro de la llamada “arquitectura religiosa” (con 14 intervenciones), y a la que se le dedicarán 11 intervenciones. Es más, los presupuestos descubren que el año pasado se intervino en 15 a pesar de no estar ni presupuestado. “Arquitectura religiosa” tampoco es el “Plan Nacional de Catedrales”, que contempla 7 intervenciones. La Iglesia es la gran beneficiada de los planes de conservación del Gobierno de Mariano Rajoy, con 32 actuaciones.
Frente a esta fiebre restauradora eclesiástica, tenemos la eliminación de las actuaciones en yacimientos arqueológicos: el Gobierno no piensa apoyar ninguna excavación. La partida de restauración y conservación que tampoco deja de crecer desde 2015 es la “arquitectura militar”: 27 actuaciones frente a las 7 presupuestadas el año pasado. La conservación y restauración de bienes propiedad del Estado asciende a 19 (en 2016 fueron 12). Lo que menos interesa al nuevo equipo de Protección del Patrimonio son los “estudios e investigaciones de bienes culturales”: si en 2015 se presupuestaron 34, en 2017 habrá dinero sólo para 11.
En la partida dedicada a la promoción y la difusión cultural en el exterior, el Gobierno de Mariano Rajoy también recorta: de 8,5 millones de euros a 8,4 millones de euros. Un pequeño paso para atrás, que desmiente las promesas del ministro que rechaza a Unamuno, pero recita a Miguel Hernández.