El Ecce Homo de Borja y el San Jorge de Estella no son los únicos despropósitos cometidos contra el patrimonio histórico español por la voluntad de personas no especializadas en la restauración. La manera en la que ha actuado la Iglesia con personal no capacitado para cuidar los bienes culturales en su poder, ha generado una destrucción irreversible de joyas del patrimonio colectivo. La llamativa ausencia de formación previa requerida para realizar estas intervenciones ha sembrado una extensa lista de damnificados. La maldición del entusiasmo es tan destructiva como la negligencia.