“Es un momento idóneo para nosotros, que llegamos en una buena racha, y a lo mejor es el peor de lo que va de temporada para ellos”. Xavi Rabaseda sólo se refería al Valencia Basket en esta declaración, pero, visto lo visto, la cita es extensible a cualquier otro rival del Herbalife Gran Canaria en esta Copa del Rey. Los isleños han hecho saltar la banca, colándose en la final cuando la mayoría les daba como perdedores inmediatos en cuartos.
Resulta muy difícil subestimar a un equipo dirigido por Aíto García Reneses. Sin embargo, hasta el propio técnico madrileño tenía expectativas poco halagüeñas sobre su recorrido en A Coruña. “Me he equivocado y parece que he llamado por teléfono a los entrenadores que no están, porque ellos también dijeron mayoritariamente que Valencia ganaría la Copa”, declaró tras superar a los taronja en cuartos de final (78-83) y antes de hacer lo propio ante Bilbao Basket en semifinales (71-81).
La bruja Lola
“Yo creo que lo que ha querido Aíto es ser la bruja Lola y ponernos dos velas negras”, comentó Pedro Martínez horas antes del fatídico desenlace para los suyos. Curiosamente, estaba en lo cierto: el canario ha cantado como nunca. Para sorpresa de todos, su entrenador el primero. Aun así, perro viejo nunca muere. ¿Qué trucos nuevos se le pueden enseñar a un hombre que lo ganó casi todo en el Barça, que guió los primeros pasos de tantos mitos de la canasta españoles o que orquestó nuestra segunda plata olímpica?
Aíto, siempre tan hábil escondiendo sus cartas, aprovecha este chute de euforia copero para reivindicar a su equipo y, de paso, a todos los “pequeños”. “Es una competición muy difícil. Los grandes vienen pensando en ganar, pero la diferencia con los que somos peores no es tan grande. Me alegro de haberme equivocado”, reconoció García Reneses aparcando definitivamente sus dotes como pitoniso.
Con un trabajo silencioso pero diario, sus jugadores han acabado creyéndose que pueden ser campeones. Cuando hay un éxito a la vuelta de la esquina, los análisis se aparcan y “se disfruta más que nada”, como advirtió Sitapha Savané. Protagonista de la época dorada del club, el interior senegalés ha sido el mejor tutor bajo tableros para un debutante con hechuras de veterano: Alen Omic.
Interiores y banquillo
El jugador esloveno llegaba a la Copa como jugador franquicia del Granca y no ha defraudado. Anotando y reboteando, ningún par rival ha podido detenerle hasta la fecha en A Coruña. Todo un orgullo para 'Taph' y para otros líderes del vestuario curtidos ya en mil batallas. Como Albert Oliver, decisivo hasta la fecha en esta Copa y, a su vez, inspirador para Kevin Pangos en el puesto de base. O como Brad Newley, todo corazón y garra en el perímetro para inspirar a compañeros más jóvenes. Véase el caso de Sasu Salin, Oriol Paulí o DJ Seeley.
El escolta estadounidense ha ido adquiriendo galones en las Islas paulatinamente desde que llegó al equipo. Fue uno de los principales culpables de la reacción pío-pío en cuartos de final, con un segundo cuarto para la historia copera amarilla. También tuvo sus minutos de gloria ante Bilbao en la primera parte. Es un buen ejemplo de la incidencia de los suplentes de Aíto en el juego del equipo, con Xavi Rabaseda como otro caso digno de estudio.
A pesar de que cuenta con menos protagonismo en Las Palmas del que atesoró en Estudiantes, sobre todo ofensivo, el alero catalán ha acabado sintiéndose tan o más importante que en la escuadra colegial. Valgan como caso práctico la responsabilidad en ataque que esgrime en los minutos que disputa, junto a su incidencia defensiva. Además, como dato a tener en cuenta, ha sido internacional.
Porque, sí, el Granca aporta materia prima a la selección española. El otro exponente de esta realidad es Pablo Aguilar. Por cierto, también suplente, pero de altura. Su interesante condición de 'cuatro' abierto abre el abanico de posibilidades en el tiro de los de Aíto. Hace tiempo que la lesión que tantos quebraderos de cabeza le provocó es historia. El granadino ha vuelto a sentirse jugador, a la par que importante, en las Canarias.
Ha tenido un buen maestro del que aprender, Eulis Báez, que se ríe de cualquier tipo de favoritismo para su equipo. La actuación del dominicano en los últimos minutos de la semifinal copera, con un triple fundamental, ya es historia con mayúsculas del Gran Canaria. “Al que no tenga ganas no le gusta este deporte, y las ganas están por nuestra parte. Ahora tenemos que hacer las cosas bien, nuestro trabajo, y esperar a ver quién gana”, reconoce el ala-pívot.
Quizá su humildad sea la mejor lección de los pío-pío antes de enfrentarse al momento cumbre de su trayectoria: haber sido capaces de construir una unidad indisoluble a partir del colectivo. Sumando egos y creando un estilo propio, lo han acabado moldeando año tras año hasta alcanzar el éxito. Han sido un todo o, como diría Bruce Lee, “agua”. ¿Cómo no iban a serlo con Aíto, el paradigma del “renovarse o morir”, a los mandos de la nave?