Oryol, unos 300 kilómetros al sur de Moscú, epicentro del transporte entre Rusia y las cercanas fronteras de Ucrania y Bielorrusia, recibe desde 2007 el título honorífico de Ciudad de la gloria militar. Capturada por el ejército nazi en la Segunda Guerra Mundial, fue recuperada en la batalla del Kursk, en la que se calcula que perdieron la vida casi un millón de personas. Un pasado ensangrentado que los Orel Butchers -los Carniceros de Oryol, en castellano-, el grupo ultra del FC Oryol, equipo de la 2ª División rusa, recuperaron en la pasada Eurocopa y pretenden extender al Mundial 2018, que organiza la Madre Rusia.
Más de 100 aficionados ingleses -30 de ellos fueron hospitalizados y se llegó a temer por la vida de dos de ellos que permanecieron varios días en coma- fueron víctimas de las estrategias de guerrilla urbana que los ultras rusos llevaron a cabo en Marsella durante la pasada Eurocopa de Francia. La organización, de acuerdo con la UEFA, había decidido prohibir la venta de alcohol en las ciudades que acogían partidos del grupo B (Inglaterra, Gales, Eslovaquia y Rusia) desde 24 horas de los partidos y hasta 24 horas después de los mismos para evitar incidentes entre aficiones 'calientes'.
¿Cómo imaginar que el problema no serían los borrachos sino grupos organizados y entrenados para el combate cuerpo a cuerpo? Imposible pensar que cientos de ultras llegarían a Francia con el único objetivo de la violencia por la violencia y con una víctima concreta -la afición inglesa- y una disciplina militar -"Estábamos convencidos de joder a los ingleses y aquello fue como 200 profesionales peleando con 2.000 aficionados", reconoció uno de los ultras implicados-.
Herederos de Edward Hooligan
A finales del siglo XIX, cuando la revolución industrial cobraba fuerza y la marginación y la miseria se daban la mano en torno a las fábricas, un borrachín pendenciero de origen irlandés llamado Edward Hooligan sirvió al diario The Times para dar nombre a lo que en el Mundial de 1966 se convirtió en una fenómeno de masas. Entonces se refería a la riñas callejeras -organizadas o no- que provocaban la mezcla del alcoholismo y cuestiones sociales. En el Mundial de Inglaterra cobró una nueva dimensión, aunque nada comparable con lo que los ultras rusos mostraron en Marsella.
Los incidentes de aquellas intensas noches sacudieron al mundo del deporte de tal manera que las nuevas medidas de seguridad destinadas a impedirlo nuevamente parecían asegurar la tranquilidad de los estadios en futuras competiciones. Nada más lejos de la realidad.
Aquellas batallas callejeras estuvieron lideradas por los Orel Butchers, protagonistas ahora junto a los Spartak Gladiators de El ejército hooligan de Rusia, una nueva entrega del programa This world de la cadena británica BBC2. En el documental, el director Alex Stockley von Statzer, que hizo patrullar al exfutbolista Vinnie Jones -conocido por su violencia cuando era jugador- con la policía de alguna de las ciudades más peligrosas del mundo, se une a varios de los grupos más peligrosos y cuenta sus métodos de captación de nuevos, sus entrenamiento y métodos preparación, así como sus intenciones para el Mundial de 2018.
"No veo nada de malo en lo que hacemos", argumenta uno de los entrevistados. "Hay quien colecciona sellos, a otros les gusta escalar, a otros conducir. Nosotros peleamos. Y sinceramente creo que es mejor que beber, fumar o tomar drogas", prosigue en un alegato en defensa sobre lo que se ha convertido en una forma de vida. Estos hooligans, estos ultras, son sobrios, están musculados, están bien alimentados y preparados. De hecho, tal y como relata uno de ellos, la noche antes de una pelea marchan todos juntos a una sauna para celebrar un pequeña fiesta en la que asegurar su estado óptimo tanto física como mentalmente para el día siguiente.
De hecho, al igual que los ultras franceses y holandeses, incluso realizan pruebas de selección para los novatos que, en simultáneo, sirven para entrenamiento de los veteranos. Son las ya conocidas peleas en los bosques de Rusia. Esos vídeos que circulan por internet donde grupos de 20 o 30 ultras se enfrentan sin una sola arma, a puño limpio y se propinan verdaderas palizas. Sólo hay una regla: "No matar, eso es todo", explica uno de los organizadores. En algunos casos, aquellos novatos que prueban la valía suficiente para formar parte del grupo -'firm', en inglés- se ganan el derecho a tatuarse la simbología y aumentar, aún más si cabe, el sentimiento de pertenencia.
¿Por qué los ingleses?, preguntan en un momento del documental a uno de los ultras. "¿Por qué? Porque estamos buscando respeto, orgullo. Hubo un tiempo en que la gente imaginaba vodka y botas peludas cuando pensaba en Rusia. Eso ya no existe y me gusta pensar que soy ruso y que el resto cree que somos tipos duros". Una necesidad de autoconfirmarse que va incluso más allá: "Todos (en Rusia) están esperando el Mundial. Para algunos será la fiesta del fútbol, para otros un festival de violencia. Nuestros adversarios son los ingleses, los padres de los 'hooligans'. Les estamos esperando".
La implicación del Kremlin
Lo más preocupante, sin embargo, es que uno de los líderes de los Spartak Gladiators, conocido como Vasily El Asesino, afirma en la cinta que en los altercados de Marsella había miembros de las "fuerzas especiales" rusas enviadas por Vladimir Putin "para conquistar Europa". Y apunta al hecho de que cientos de los ultras que llegaron a Francia en el verano de 2016 lo hicieron gracias a la organización ARFA, una organización de aficionados controlada por Alexander Shprygin, a quien se relaciona con el presidente de la Madre Rusia.
No parece existir en ningún caso una relación directa entre los ultras y el Kremlin. De hecho, el gobierno ruso se ha mostrado muy activo a la hora de legislar para evitar altercados en 2018. Se han aprobado diversas leyes para prohibir la entrada de los ultras a los estadios así como para ampliar la presencia policial en las calles en los días de partido del próximo Mundial. Medidas que, por otra parte, no parecen haber sacado a los hooligans rusos de sus habituales rutinas de captación de nuevos reclutas ni de sus métodos de entrenamiento.
"Si estás aquí (en 2018) debes tener en cuenta que te patearemos el culo". Avisados quedamos.
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