Minutos después de perder las Finales del año 2016 contra los Cavaliers, Draymond Green, el pívot de los Warriors, hizo una llamada desde el párking del Oracle Arena. La derrota escocía, más si cabe por la remontada histórica de Lebron James ante el equipo que pulverizó el récord de victorias de los Bulls de Jordan en temporada regular (73-9). Al otro lado del teléfono estaba Kevin Durant.
Draymond le dijo: "Tienes que venirte a nuestro equipo". Justo un año después, el alero metía 39 puntos, vencía por 4-1 a los Cavaliers (129-120), ganaba su primer anillo de la NBA, el MVP de las Finales. Confirmaba así la nueva era de esplendor en la que viven la mejor liga de baloncesto del mundo. El abrazo con su madre, que lo vio crecer y madurar ella sola, sellaba una victoria histórica.
La dimensión real que ha alcanzado este equipo es que Lebron James, el mejor jugador de esta época, tan solo pudo arañar una victoria. Ayer encestó 41 puntos en otra actuación legendaria. Y es que enfrente tuvo no solo a un superequipo de leyenda, algo que se recordará dentro de décadas, sino al que ya es uno de los mejores dúos de todos los tiempos: Kevin Durant y Stephen Curry, que anotaron 39 y 34 puntos respectivamente. Estas finales, pese a lo abultado de la victoria, son para visualizar una y otra vez, como esos libros que nunca pierden vigencia. Han sido una joya, un homenaje al deporte de la canasta.
Se trata de una rivalidad que marcará los próximos años. Las tres finales seguidas saben a poco y todo apunta a que en los próximos años continuarán bailando juntos al final de cada temporada.
Es preciso no olvidar que ante ellos hubo sobre todo dos guerreros que no hincaron la rodilla hasta el último segundo. James fue el de siempre: lo hizo todo y lo hizo todo bien. Irving fue una máquina imparable. A excepción de la victoria del pasado viernes estuvieron muy solos.
Inicio dubitativo
La sombra de la derrota en el quinto partido del pasado año amenazaba. Quizá por eso los Warriors comenzaron dubitativos, como temerosos. Se fueron 4 puntos abajo al finalizar el período. Muchas faltas pitadas -15 en concreto- por los árbitros que perjudicaron a ambos equipos: Durant, Klay Thompson y Kevin Love dos cada uno. Se dieron también momentos para el circo particular de Kyrie Irving. Le da igual quien esté delante. Bota, bota, bota, se la pasa por debajo, amaga el tiro, busca la falta, nadie al contacto y saca un tiro imposible que entra como embrujado.
Tirando muy mal, agarrotados, el equipo de Steve Kerr salió de nuevo al cuadrilátero tembloroso, sin ideas. Curry y Durant salieron al rescate. Tres triples seguidos de ambos, entre otras canastas, impulsaron una ventaja de 15 puntos en apenas cuatro minutos. El huracán desatado.
Las cosas les volvían a carburar a los Warriors. Los Cavs salieron vivos de milagro hacia la segunda mitad merced a un triple estratosférico que Jr. Smith encestó desde 9 metros en los segundos finales. Smith redujo a 11 la renta del oponente y se fue al vestuario chocándole la mano al rapero Snoop Dog, sentado en primera línea de pista y ataviado con una especie de albornoz azul que acentuaba, más si cabe, su apariencia de chamán. Si eso no es pura NBA, que venga dios y lo vea.
El tercer cuarto podía ser el de la puntilla y no lo fue. Kyrie Irving, James llevaron el partido a su terreno y recortaron la distancia a 5. Fallaron 7 triples los Warriors y no estuvieron cómodos en su parcial predilecto. Los de Ohio demostraron, un año más, que el coraje es otra de sus principales armas, la fe ciega en un objetivo imposible.
El que sí volvió a aparecer para los dorados como el ancla a la que agarrarse a lo largo de todo el partido fue Andre Iguodala. El de Illinois es el talismán de los de La Bahía desde que logró el MVP de las finales del año 2015, también ante Lebron James. Un jugador versátil, polivalente, listo. Se crece en las grandes citas y multiplica sus aportaciones. Es el paradigma, el jugador prototipo de este conjunto en el que los bases defienden sin problema a los altos y los altos juegan igual o mejor que los bajitos. Lo hizo también esta madrugada con canastas en momentos clave del partido y yéndose hasta los 20 puntos
Smith puso su granito de arena y ayudó a base de triples a sostener al equipo en el alambre. Pero quién sabe si el cansancio, la inercia defensiva y ofensiva de un equipo imparable, el fervor de un público entregado, Kevin Durant o los triples de Curry hizo a los Cavaliers entregar la corona. El caso es que doblaron la rodilla en el último asalto. Historia sobre el parqué. El quinto anillo de su historia, segundo en los tres últimos años. Los Warriors reinan de nuevo en la NBA.