Lo pioneros abren vía y si alguien sabe de eso más que nadie en el mundo quizás sean Reinhold Messner y Krzysztof Wielicki. El italiano, el primer hombre de la tierra en hollar cima en los 14 ochomiles del planeta sin oxígeno, y el polaco, el primero en coronar el Everest en invierno, son dos de los nombres más grandes de la historia del alpinismo, suyo es un legado enorme en la montaña y suya es la gloria después de que hayan sido galardonados hoy en Oviedo con el premio Princesa de Asturias de los deportes 2018 por toda su trayectoria profesional.
Reinhold Messner es quizá la figura más determinante y controvertida de la historia del alpinismo. Su nombre siempre ha ido ligado a las grandes gestas, aquellas que las nuevas generaciones admiran y tratan de imitar -algo que, por otra parte, casi nadie consigue-. De ahí ha nacido su carácter poliédrico, siempre presuntuoso y altivo que, sin embargo, le ha valido una legión de seguidores más allá de los enemigos que ha ido creando a lo largo de sus logros. De hecho, fue su primer éxito el que le granjeó también la leyenda negra.
Fue en 1970 cuando ascendió el Nanga Parbat junto con su hermano, el mismo con el que se había iniciado en el montañismo en las paredes casi verticales de Tirol del Sur donde nació -es italiano, aunque él no lo diga en voz alta-. Y fue en aquella ascensión paquistaní donde ambos consiguieron abrir una nueva vía. La vertiente Rupal sigue siendo hoy una pared vertical de 4.500 metros que muy pocos se atreven a atacar. Ellos fueron los primeros y, para su desgracia, unieron éxito y tragedia, pues ante la imposibilidad de descender por el mismo lugar decidieron atravesar la montaña para hacer una bajada más 'asequible'.
En aquel descenso, Reinhold perdió a su hermano Gunther. Muchos fueron quienes le acusaron de haber abandonado a su propio hermano durante la subida en pos de conseguir la gloria y elevar su nombre a los cielos del alpinismo. Durante 30 años, Reinhold Messner mantuvo la teoría de que su hermano había fallecido por culpa de una avalancha durante el descenso y el tiempo le dio la razón, pues en 2001 apareció el cuerpo de Gunther precisamente donde él siempre dijo que había fallecido. Una historia que quedó plasmada en la película Nanga Parbat.
El mito, lejos de resentirse, se acrecentó con nuevas gestas, nuevos logros, como cuando decidió cruzar la Antartida sin ningún tipo de ayuda externa, lo que incluía no utilizar vehículo alguno ni perros de tiro. Otra más de tantas, pues también cruzó Groenlandia por el camino más largo, atravesó el desierto del Gobi...
Un mito que no admite comparaciones a menos que se trate de Krzysztof Wielicki, quizás el ochomilista más prestigioso de la historia. Suyas son las primeras ascensiones invernales al Everest, al Kangchenjunga y al Lhotse, esta última en solitario. Pero no termina ahí su lista de méritos: ascendió al Broad Peak en el día y conquistó el Manaslu por una ruta nueva, y eso por no hablar de sus ascensiones al estilo alpino o su especialidad, las ascensiones relámpago tantos años antes de que Killian Jornet subiera al Everest en 17 horas. Wielicki, allá por 1990 subió al Dhaulagiri en menos de 16 horas y en 1993 coronó el Shisha Pagma en solitario, por una nueva ruta y en menos de 24 horas.
Dos nombres para la historia que reciben ahora el galardón más alto que en España se entrega a los deportistas. Dos hombres para una sola candidatura que merece con creces el premio Princesa de Asturias de los deportes 2018 no sólo por su profesionalidad en la montaña. Messner se dedica a organizar expediciones y a la agricultura; entre 1999 y 2004 fue diputado del Parlamento Europeo (Grupo Los Verdes) y en 1988 rechazó la medalla de la orden olímpica del COI al considerar que el alpinismo no es un deporte competitivo. Por su parte, Wielicki, un firme divulgador de los valores del alpinismo, mostró además este año su faceta más solidaria al protagonizar una de las gestas del himalayismo con la operación para rescatar en el Nanga Parbat a Elisabeth Revol, a la que lograron poner a salvo, y a Tomek Mackiewicz, que no pudo ser rescatado.
La candidatura fue propuesta por Pedro Miguel Echenique Landiríbar (Premio Príncipe de Asturias de Investigación Científica y Técnica 1998); al premio optaban veintiuna candidaturas de doce nacionalidades; y los galardonados, los primeros alpinistas en recibir esta distinción desde su creación en 1987, toman así el relevo de la selección de rugby de Nueva Zelanda, los All Blacks. En las últimas ediciones, el premio de los Deportes recayó, además de en los All Blacks, en el triatleta Javier Gómez Noya, los hermanos y jugadores de baloncesto Pau y Marc Gasol, el Maratón de Nueva York, la selección española de fútbol y el tenista Rafa Nadal.
El de los deportes ha sido el cuarto galardón en fallarse de los ocho que concede la Fundación Princesa tras los otorgados al cineasta estadounidense Martin Scorsese (Artes), a la periodista mexicana Alma Guillermoprieto (Comunicación y Humanidades) y a la ONG Amref Health África (Cooperación Internacional). Cada premio está dotado con la reproducción de una escultura diseñada por Joan Miró, la cantidad en metálico de 50.000 euros, un diploma y una insignia.