¿Hay oportunidades que nunca vuelven? Esa pregunta se adueña de la cabeza de Rafael Nadal tras caer con Novak Djokovic en las semifinales de Wimbledon. El serbio acaba de imponerse 10-8 en un trepidante quinto set, negándole al español la posibilidad de pelear por el título casi una década después de ganarlo por última vez (2010). El número uno, que ha tenido sus opciones de llevarse la victoria (cinco bolas de break en ese parcial decisivo), se marcha con una herida abierta: a los 32 años, Nadal no sabe si volverá a estar una posición tan favorable para conquistar el título más prestigioso del mundo. Por eso, cuando el mallorquín vuelva a la competición este miércoles en el Masters 1000 de Toronto (se estrena contra Benoit Paire) estará ante una situación bien conocida: una vez más, el balear tiene la obligación de levantarse para seguir adelante.
“Así es el deporte”, resumió Nadal el domingo en Canadá, donde ha celebrado tres veces la copa de campeón (2005, 2008 y 2013). “El partido forma parte del pasado y no hay mucho más que hablar del tema. Estuve en una posición en la que podría haber ganado el torneo, pero perdí un encuentro muy igualado”, recordó el mallorquín sobre ese cruce con Nole, que terminó conquistando el torneo al día siguiente. “Tenía buenas posibilidades de ganar y contar con mis opciones en la final ante Anderson, pero Djokovic también se merecía la victoria”, concluyó.
“Evidentemente la derrota le afectó, y si no le hubiese afectado tendríamos un problema”, explicó a este periódico Francis Roig, uno de los entrenadores que acompaña a Nadal en Toronto. “Era un partido muy importante, con mucho en juego, pero hay que ver la parte positiva: estuvo muy cerca de volver a ganar Wimbledon después de muchos años”, recordó el técnico catalán. “Se quedó tocado, pero también vio que el nivel está ahí, y no solo en pista de tierra o rápida”.
“El deportista siempre está preparado para esas situaciones, pero Rafa aún más. Lo ha demostrado siempre y entiende perfectamente que se puede ganar y también perder”, le siguió Tomeu Salvà, uno de los mejores amigos del campeón de 17 grandes, técnico en su academia de Manacor e integrante de su equipo en la gira estadounidense de Toronto y Cincinnati. “Por eso, lo que él prioriza es estar competitivo. Disfrutó de ese torneo, de la semifinal contra Djokovic. Se demostró que tenía el nivel para poder ganar. Es verdad que era una oportunidad importante porque estaba en una situación en la que si ganaba se le ponía todo muy de cara. Estuvo un poco tocado, pero enseguida se ha levantado”.
Nadal volvió de Londres e inmediatamente se subió al Beethoven, su yate, para irse de vacaciones a Ibiza con sus amigos de siempre. Durante 10 días, el mallorquín se relajó disfrutando del mar, que es una de sus grandes pasiones, y desconectó de la competición tras muchos meses seguidos de idas y venidas. El martes 24 de julio, el mallorquín regresó a la pista y poco a poco comenzó su puesta a punto, iniciando el proceso de readaptación al cemento, donde jugará hasta final de año.
“Cuando vuelve de vacaciones le cuesta un poco”, reconoció Roig, que sabe de lo que habla porque lleva toda la vida viajando con el tenista a la gira previa al Abierto de los Estados Unidos. “Un dolorcito por aquí, otro por allá… cosas sin importancia, pero que a veces no le dejan entrenar al 100%. Ha llegado a Toronto un poco justo, pero los entrenamientos de estos días han sido muy buenos. Estoy convencido de que hará un buen torneo, que jugará bien desde el principio”.
“Empezamos a entrenar una semana antes de venir a Toronto”, añadió Salvà, que en Manacor ya fue pareja de Nadal en esas sesiones de práctica, en las que también estuvo Carlos Moyà, otro de sus técnicos. “Ha sido una preparación muy progresiva, muy poco a poco los primeros días. Aumentó el ritmo al llegar el jueves a Canadá y ha estado entrenando tres horas cada día”, continuó el balear. “Se está encontrando bien, aunque venía con una dinámica espectacular de todo el año. Tiene muchas ganas porque se ve jugando muy bien”.
Nadal afronta en las próximas semanas dos torneos importantes (Toronto y Cincinnati) antes del último Grand Slam del curso (Abierto de los Estados Unidos). El español sabe que lo que ocurra en esas dos citas no tendrá mucho impacto en Nueva York, aunque pueda ayudarle a asaltar mejor el torneo. De momento, en Toronto juega bajo una certeza: la resaca de Wimbledon no será una barrera para uno de los mayores especialistas de todos los tiempos en ponerse de pie tras caer al suelo.
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