Como Julián Mantle, el alter ego del escritor Robin Sharma, que renunció a lo material para buscar la felicidad empezando por vender su Ferrari, la selección femenina de baloncesto ha completado su viaje a la excelencia superando un nuevo reto: liderar el Preeuropeo 2017 sin el concurso de su mejor jugadora y del seleccionador, entre otros inconvenientes.

“Acostumbrado a conducir un utilitario, ponerte a los mandos de un Ferrari daba un poco de vértigo, pero no ha sido tan difícil”. Así definía el entrenador Víctor Lapeña la experiencia de dirigir a un equipo de estrellas en la nueva “ventana” competitiva inventada por FIBA con criterios aún por desvelar y argumentos mínimamente convincentes. Un trámite que meses después de los Juegos Olímpicos de Río tendrá que abordar también la Selección Masculina.

Uno de los secretos de este peculiar Ferrari es el camino que ha recorrido durante los últimos cuatro años, parapetado en la carrocería de un utilitario tras el descalabro sufrido en Polonia 2011, que llevaría a una generación inolvidable a despedirse de los Juegos Olímpicos de Londres.

La enseñanza de aquel revés ha llevado a la capitana Laia Palau a plantear el presente declarando que “la clave para afrontar estos partidos es respetar a los rivales, porque ésa será la mejor señal de que nos respetamos a nosotras mismas como jugadoras y como grupo”. No le falta razón a esta futura dibujante residente en Praga y actual campeona de la Euroliga, que ha guiado con paso firme a “la familia”, como le gusta denominar al equipo nacional.

En 2012 superaron la disputa de un durísimo Preuropeo en pleno proceso de renovación. El año 2013 sirvió para tocar el cielo europeo en la despedida de dos mitos como Amaya Valdemoro y Elisa Aguilar (480 internacionalidades entre ambas) derrotando a Francia en la final del EuroBasket ante su público. Y 2014 elevó al grupo a la categoría de potencia y rival del Dream Team americano en Turquía.

Tras sobreponerse en 2015 a la baja de Sancho Lyttle y lograr billete al Preolímpico tras un 2+1 salvador de la campeona WNBA, Anna Cruz, los retos parecían agotarse. Pero las ausencias de Lucas Mondelo y Cesar Rupérez, sin permiso de su equipo chino, y de jugadoras de la importancia de Alba Torrens o las bases Leticia Romero y Nuria Martínez, lesionadas, prolongó el camino hacia la redención.

Ante esta situación, Anna Cruz reconocía su predilección por las “patatas calientes”. Tras doctorarse ante Montenegro en verano y con las Minnesota Linx conquistando el anillo de la WNBA hace apenas un mes, la jugadora catalana se mostraba encantada de “volver a las colonias –como denomina sus estancias con la Selección-, porque estar con las compañeras es una devoción, no una obligación”.

Y lo demostró con dos partidos sobresalientes, como Sancho Lyttle, máxima anotadora del equipo que reconoce haber vuelto “para seguir ayudando a mis compañeras, un año más, a que el equipo siga entre las mejores selecciones del mundo”.

LAS OBRERAS SE HACEN FUERTES

“Somos obreras. Gente humilde. Que sale con el cuchillo entre los dientes. Moscas cojoneras. Que a los rivales les duela el alma cada vez que tiene que atacar nuestra canasta…”, arengaba Elisa Aguilar en el autobús del equipo minutos antes de la final del EuroBasket de Francia en 2013. Algo había cambiado. El equipo se conjuraba desde la humildad y la solidaridad.

Es la base del “yo al servicio del nosotras”, la máxima que Lucas Mondelo grabó a sangre y fuego en la mente de sus jugadoras y que ha sido la llave para obrar un cambio milagroso que ha llevado a este equipo a soñar con volver a unos Juegos Olímpicos.

Víctor Lapeña sigue el España-Finlandia desde el banquillo de la selección. Alberto Nevado FEB

Para el Director Deportivo de la FEB, Ángel Palmi, “el ambiente y el carácter competitivo de este grupo son las claves del éxito en los últimos años”. Por algo el testigo competitivo va pasando de unas generaciones a otras, lo que ha llevado a España a ser estudiado como ejemplo formativo a nivel femenino por la comisión deportiva de FIBA Europa.

LA ROSA Y SU FRAGANCIA

“La mano que te da unas rosas siempre conserva un poco de la fragancia”, afirma Mondelo, sin duda influido por la filosofía oriental tras ganar tres anillos en tres temporadas consecutivas en la liga china.

“Y ese concepto ha hecho grande a un equipo en el que doce estrellas han sido capaces de servir desinteresadamente al equipo. Si conservamos ese espíritu y aprendemos a comenzar de cero en cada campeonato podremos seguir creciendo”, dice el seleccionador con mejor balance de victorias-derrotas de la historia del baloncesto español. Un mago de la comunicación que no dudó en enviar diversos vídeos para motivar a su cuerpo técnico y jugadoras.

Sus pupilas le han hecho caso en este paréntesis competitivo en el que parecen haber interpretado su particular Thanksgiving mientras su compañera Leticia Romero se comía las uñas lesionada desde Brooklyn, donde se encontraba con su Universidad.

El último baile ha llevado a la selección a profanar el santuario de Suecia, su bestia negra (52-75), imbatida en Södertälje hasta topar con las españolas, o a destrozar a Finlandia en Zamora con un marcador de otra época (86-45).

ABRAZAR EL PRESENTE E INVERTIR EN FUTURO

Para pilotar el Ferrari, Víctor Lapeña ha utilizado a cuatro caras nuevas: las debutantes Laura Quevedo y Nogalle Lo, junto a la jovencísima Belén Arrojo y a una Cristina Ouviña que regresaba al equipo tras dos años en el exilio polaco del Cracovia.

El resultado no ha podido ser más brillante, sobre todo por la capacidad de abrazar el presente con el regreso de Sancho Lyttle y un reajuste en los roles con protagonismo repartido entre jugadoras de la talla de la estilista WNBA Marta Xargay, la 'Dennis Rodman' española, Laura Nicholls, o el Correcaminos Anna Cruz, bajo la batuta de Laia Palau y Silvia Domínguez, una de las mejores parejas de bases del mundo.

Para Lapeña, que ha contado con la colaboración de Isa Sánchez y el resto de su cuerpo técnico habitual, “el secreto de este grupo es la experiencia que han sabido transmitir las veteranas a las nuevas generaciones. Por eso es tan importante lograr que se vayan incorporando algunas jóvenes. Para ellas, estar aquí es un curso acelerado de lo que tienen que hacer dentro de la pista y fuera de ella”. Para lograrlo, pilotar un utilitario con motor de Ferrari puede ser un buen comienzo.

Las jugadoras españolas escuchan el himno antes del partido. Alberto Nevado FEB

Noticias relacionadas