El nombre de ambos jugadores empieza por la letra 'S' e incluso guarda un cierto parecido. Su estatura apenas difiere en un centímetro. Todos los balones calientes del Real Madrid y de Golden State Warriors pasan por sus manos. Pablo Laso y Steve Kerr diseñan jugadas específicamente para ellos. Y, cuando tienen el día, parecen dioses disfrazados de jugadores de baloncesto. Quizá Sergio Llull y Stephen Curry están preparando las muñecas por si les toca medirse frente a frente en los Juegos Olímpicos de Río este verano. O, simplemente, disfrutan reventando las leyes de lo preestablecido, cual ying y yang baloncestísticos.
Ambos jugadores reivindicaron la importancia de los “bajitos” en el baloncesto actual cuando el fin de semana moría sin sobresaltos en el deporte de la canasta. Curry abrió la veda en Oklahoma durante la madrugada del sábado, protagonizando el que muchos catalogan como mejor partido de la temporada en curso de la NBA. Ante otros candidatos al anillo como los Thunder de Kevin Durant y Russell Westbrook, los Warriors volvieron a mostrar hechuras de equipo legendario (121-118).
Cómo no, el '30' fue el absoluto protagonista de la noche. No por sus 46 puntos, que empiezan a formar parte de la normalidad, sino por sus 12 triples de récord. Los mismos que Kobe Bryant y que Donyell Marshall en el pasado, pero en menos intentos (16) y con mayor anotación que los otrora récordmans de la larga distancia en USA.
Hablando de récords, Curry batió unos cuantos ante los Thunder. Ha anotado más tiros de tres que nadie en una temporada (288) y es el único jugador de la historia con cinco partidos de 10 o más triples anotados en su carrera. Además, es el primero que repite una decena de aciertos (o más) desde el 7,25 y lleva tres encuentros consecutivos anotando 40 o más puntos.
Como broche final para una jornada legendaria, el base natural de Akron (Ohio) se sacó de la manga el tiro ganador ante los Thunder. A seis décimas del final, el lanzamiento de Curry a diez metros del aro tuvo, para variar, triple premio: victoria, asalto a la pista de un rival directo e hito triplista. Todo el mundo se rindió a los encantos del vigente MVP de la mejor liga del mundo sin excepción… hasta que le salió un competidor español horas después.
Valencia Basket y Real Madrid disputaron un partido tan o más igualado que el de sus homólogos de la NBA en la Liga Endesa. Como casi siempre, uno de los líderes de los blancos fue Sergio Llull. Desatado tras salir de una lesión, el menorquín hizo honor a su apelativo de 'Increíble' para culminar una remontada de idéntico calificativo en La Fuente de San Luis valenciana.
En una suerte de guiño a lo que iba a suceder después, los lanzamientos exteriores no pudieron resultar más decisivos también en esta ocasión. Los 10 de Valencia, a punto de amarrar el triunfo local, frente a los 16 del Madrid, fiado a su perímetro durante los 40 minutos. Muchos sobresalieron en el 6,75: Rafa Martínez, Luke Sikma, John Shurna, Andrés Nocioni, Jaycee Carroll, KC Rivers… Sólo la actuación de Llull quedará en la retina de los aficionados.
A la primera no fue la vencida (la canasta del empate a 92 fue rápidamente contrarrestada por Diot), pero sí a la segunda. Desesperado y con la poca fe que le quedaba, Llull lanzó desde más allá del centro del campo de La Fonteta a seis décimas del final.
Justo en el preciso instante en que anotó Curry horas antes y con idéntico resultado: una canasta imposible, una victoria sobre la bocina (94-95) y un dorsal, el '23', con más tintes jordanescos que nunca. A la par que un delirio colectivo de considerables dimensiones.
“Estos tiros siempre son churros. Entra una de cada 1.000”, acertó a decir el protagonista de la acción (17 puntos y 4/10 en triples) nada más culminarla. “Los telediarios hablan de la canasta de Curry, pero yo creo que esta es mejor”, opinó Pablo Laso minutos después.
Como el pasado junio, Llull fulminó al Valencia Basket en su casa el día D a la hora H. Como Curry, decidió asaltar la posteridad con hechos. Como diría Serrat, estos locos bajitos no respetan horarios ni costumbres. Pero, por favor, que no dejen de joder con la pelota.