“Recuerdo que al comienzo de este año me preguntaron si nuestro objetivo era llegar a esa marca y entonces dije que no era el momento para responder a la cuestión. Consideraba el asunto demasiado prematuro, pero ahora todo es diferente. Nos faltan 11 partidos por disputar y es factible que ganemos nueve. Podemos llegar a los 73 triunfos”. El aura que desprenden estos Golden State Warriors resulta tan embriagadora que hasta su técnico, Steve Kerr, ha sucumbido a los encantos de sus hombres en términos de récords.
Eso sí, convencerle ha llevado toda la temporada. Superar los 72 triunfos y 10 derrotas que él mismo consiguió y disfrutó como jugador de los Chicago Bulls 95-96 no ha estado entre sus planes de futuro… hasta esta recta final. El hecho de volver a conseguir un balance ganador de tales dimensiones debe resultar sugerente para Kerr. Si en Golden State también hay un Jordan (Curry) y varios Pippen (dura pugna entre Klay Thompson y Draymond Green), las perspectivas no pueden ser más halagüeñas.
Algo ayudará también ver ya la luz al final del túnel. Y cada vez de forma más nítida. De los 10 partidos que les restan a los Warriors para los playoffs (ganaron a Dallas 120-128 esta madrugada), siete se disputarán en la bahía de Oakland. Con lo que eso significa hasta la fecha: 34 victorias y ni una sola derrota como locales. Precisamente, uno de los hándicap de los californianos antes de reencontrarse con el adversario más potente que asoma en su horizonte inmediato: San Antonio Spurs.
Ninguno quiere ser el rival más débil
Increíble, pero cierto. Los árboles de los Warriors han impedido admirar en su plenitud el bosque tejano durante todo el curso. Y hay unos cuantos detalles dignos de mención. Para empezar, una racha de imbatibilidad en casa incluso mejor que la de Golden State: 37-0. Después, un balance victorias/derrotas de escándalo (61-11, segundo mejor de la NBA). Tampoco resulta algo baladí poseer la mejor defensa de la liga (92.4 puntos encajados de media).
Y tener hasta tres jugadores determinantes en tus filas también ayuda y mucho. Empezando por Kawhi Leonard (21 puntos y 6.8 rebotes por encuentro), siguiéndole LaMarcus Aldridge (17.9-8.6) y cerrando el tridente Tony Parker (12.1 puntos y 5.4 asistencias). Sin olvidarnos de los sempiternos Duncan y Ginóbili o de secundarios de lujo como Green, Diaw, West… Y, cómo no, con el Cruyff de los banquillos baloncestísticos al frente de las operaciones. Un Gregg Popovich adicto a la modernidad y a la versatilidad, profeta del basket control y del run and gun al mismo tiempo.
Todos estos elementos acaban por conformar la gran amenaza al récord de triunfos que buscan los Warriors. Para más inri, por partida doble, ya que San Antonio y Golden State se verán las caras en el Oracle Arena californiano el 7 de abril y, tres días más tarde, en el AT&T Center tejano. El escenario de la que quizás sea la derrota más hiriente de las siete sufridas por Stephen Curry y compañía en lo que va de curso.
Anteriormente, los reyes del small-ball cayeron ante Milwaukee, Dallas (rival este viernes), Denver, Detroit, Portland (enfrente el 3 de abril) y Los Angeles Lakers. Sin embargo, no ha habido nada comparable al batacazo ante los Spurs (79-87). Por lo menos, en lo que respecta a las aspiraciones de anillo de Golden State. Ningún otro contendiente serio al título había logrado acabar con el vigente campeón hasta ese 19 de marzo.
Y menos dejando al imparable Curry no sólo en 14 puntos, sino, y mucho más importante, ¡en un triple de 12 intentos! Primera conclusión: 25% de acierto en tiros de tres de los Warriors (promedian un 41.6%) por un 38.1% de los Spurs aquella noche. Con lo cual, los puntos de los de Kerr se redujeron hasta los 79 (115.4 de promedio). Obviamente, el entramado defensivo de Popovich tuvo mucho que ver, también gracias a 53 rebotes (14 ofensivos) por 37 de Golden State. Muy meritorio, sobre todo teniendo en cuenta que el líder de la NBA promedia más de 46 capturas por encuentro.
Por eso, no es de extrañar que muchos señalen el enfrentamiento entre las dos grandes potencias de la Conferencia Oeste como la final anticipada de la mejor liga del mundo. Ningún rival futuro en lo que queda de Regular Season amenaza tanto el asalto de los Warriors a las enciclopedias como los Spurs. Con permiso de Portland, que ya sabe lo que es tumbar a los defensores del campeonato. Y del hambre de Philadelphia, Washington, Utah, Boston, Minnesota y Memphis, porque comer del fruto prohibido no puede resultar más goloso a estas alturas de temporada.
Sea por la enésima reivindicación de su dinastía o por una cuestión de puro orgullo, los Spurs van a colocar a los Warriors entre la espada y la pared. Entre la gloria tan disfrutada en El Álamo (cuatro de sus cinco anillos en lo que va de siglo XXI) y la eternidad que parece negársele (injustamente) a un mercado pequeño como el suyo. Algo que en Golden State están dispuestos a cambiar.