El Jordan Brand, campus internacional de baloncesto en el que cada año toman parte los adolescentes más prometedores del mundo, aglutina lo mejor y lo peor de la cultura americana. De la perfecta organización, con cuidada campaña de marketing y hashtag #WeAreJordan, a la ausencia de alma de un espectáculo más circense que deportivo. En ese contexto, la categoría de los jugadores del ‘resto del mundo’ queda reducida a espectadores de lujo deslumbrados por los focos del ‘american sistem’.
¿EMPEZAMOS CON UN REALITY?
Al más puro estilo ‘reality show’, los jugadores europeos comienzan su aventura partiendo desde Madrid, donde los siete jugadores formados en España (dos representantes del Joventut y del Baskonia, uno de Barcelona, CBA y CAI) despegaban rumbo a Nueva York cumpliendo el sueño de cualquier joven: viajar a la meca del basket protegidos por la sombra del mejor de la historia para hacerse un nombre a nivel internacional.
"Las ocho horas de viaje no se hicieron muy pesadas porque estábamos emocionados. Vinimos todo el grupo de España junto, vimos algunas películas y aquí estamos dispuestos a disfrutar de esta ciudad maravillosa y enfrentarnos a los mejores del mundo”, confesaba tras su primer entrenamiento Carlos Alocén, talentoso base aragonés de gran visión de juego que se incorporará a la selección U16 en unos meses para disputar el Europeo de la categoría en Polonia.
Todos sus movimientos son grabados, la coordinación es perfecta, los uniformes impecables, aunque quizás a los organizadores no se les ocurrió pensar en lo peligroso que es para un jugador entrenar a las 8.30 de la mañana con el ‘jet lag’ a cuestas y tras cruzar el Atlántico sólo unas horas antes. El motivo de la intempestiva hora es que la categoría de los jugadores extranjeros es la más baja de las cuatro presentes en el torneo.
Joel Parra, competitivo ala pívot del Joventut, desvelaba que “el primer entrenamiento ha sido un poco de mentira, supongo que porque estábamos muy cansados. Imagino que esto se irá animando mañana porque hemos venido aquí a competir y si podemos llevarnos un MVP para casa mejor”, dejando claro que el gen competitivo en España es un factor que se sigue transmitiendo de generación en generación.
ESTRELLAS CONSAGRADAS PARA DAR LUSTRE
Visitas de estrellas como Carmelo Anthony, que en su día pasó por el torneo, o como Maya Moore dieron lustre al evento. La estrella de los Knicks celebró que el evento en el que empezó a darse a conocer en Estados Unidos se desplazara a su barrio: "Donde crecí y de donde es mi familia”.
Mientras que la mejor jugadora del mundo -imagen de la marca patrocinadora- acudía a los entrenamientos de los equipos y al partido entre las selecciones del Este y el Oeste femeninas, a las que aconsejó que “sigan trabajando como hasta ahora o más aún, sin descuidar sus estudios. Deben formarse como personas, no sólo como jugadoras”. La campeona del mundo -ante España en 2014- y de la WNBA -con Anna Cruz como compañera- aprovechaba para enviar “toda la suerte del mundo” a la jugadora española, quién se acababa de clasificar para la final de la Euroliga a las órdenes de Roberto Íñiguez, con el que Moore conquistó su Europa con el Ros Casares en 2012.
Los jugadores pudieron visitar varias instalaciones icónicas de la Gran Manzana como la cancha de Carmelo, algo que para el base brasileño del Joventut, Pedro Nunes, “es un sueño realizado. Quiero dar mi mejor versión y disfrutar, así como demostrar que mi país tiene mucho que decir en el básquet. Tenemos que ir a por todas en los Juegos”, desvelando de paso que “Marcelinho y Varejao son mis referentes. Quiero seguir sus pasos y estar en la Penya, la mejor cantera de Europa, es un gran primer escalón”.
UN MVP APADRINADO POR NASH
En un Barclays Center desierto a la hora del partido -13:30 horas de un día laborable- es difícil centrarse en el juego. Pero aun así los 20 jugadores del resto del mundo consiguen ofrecer un nivel aceptable ante un nutrido grupo de ojeadores como aislados espectadores. Marko Peckarski, refinado pívot serbio de 2.13 íntimo amigo y compañero de generación del hijo de Zeljko Obradovic, reconoce que “conocía la ciudad porque vine con mis padres el año pasado, pero estar aquí es una gran oportunidad, por lo que la hemos intentado aprovechar, aunque a veces se hace un poco complicado jugar en equipo”.
Mientras que el MVP del partido, el canadiense Rowan Barret Jr., se mostraba “encantado de haber podido jugar con los mejores de mi edad. No nos entendíamos a veces en la cancha, pero el lenguaje del básquet es universal. Además, contar con mi familia en la grada ha sido una motivación”.
Y es que su madre es de Brooklyn, su padre fue un histórico del Lucentum Alicante con el que militó en la LEB 97/98 antes de ser olímpico con Canadá y su padrino es nada menos que Steve Nash. Además de talento, el mejor jugador del partido tiene referentes para vislumbrar un futuro esperanzador, mientras que afirma que su ídolo en la cancha es “LeBron James”, al que emula en la pista imprimiendo una increíble contundencia a sus acciones para contar con apenas 16 años.
BALONCESTO DE HIGHLIGHTS
Tras el partido femenino, de largo el que mejor baloncesto ofreció, llegaba la oportunidad de disfrutar de los mejores jugadores americanos de ‘high school’ en dos partidos más a la medida del modelo de básquet local. En el último, ya entre los mejores preuniversitarios a nivel nacional, las gradas se reconocían más pobladas. “Stand” para reclutar marines en la entrada del pabellón, olor a palomitas, mates sin cuartel, defensas inexistentes, demasiados decibelios, músculos y turno para los talentos de 18 años que jugaron en medio de una especie de ‘jam session’ orquestada por un errático y estridente rapero. Baloncesto de 'highlights'.
Los jóvenes europeos observaban con cierta perplejidad desde un gallinero, antes de volverse a casa con las ganas de haber medido su nivel al de los americanos de su edad “para ver si somos capaces de competir contra ellos”, afirmaba Joel Parra. Quien cree que “como dice mi padre, aún nos queda mucha montaña por escalar para llegar al Everest. Aún estamos en el campamento base, pero trabajamos para alcanzar nuestros sueños y esta experiencia en el fondo ha sido maravillosa”. Vuelven con un puñado de historias increíbles que contar a sus amigos y familiares tras asomarse a un basket empeñado en enseñar a deslumbrar antes que a pensar.