Le costó arrancar esta temporada, pero Stratos Perperoglou, como el buen vino, ha ido ganando presencia en el Barça con el paso del tiempo. Tanto es así que ha llegado al tramo final del curso imbuido de un aura especial: la de los 'cracks'.
Por si en el Real Madrid no le tomaban en serio, él fue avisando poco a poco, punto a punto (18), de que el primer partido de la final era el suyo. Nadie parecía creerle del todo, como a Pedro cuando intentaba engañar a los parroquianos de su aldea diciéndoles que venía el lobo.
Sin embargo, la ficción acabó haciéndose real y el feroz animal apareció en el Palau Blaugrana disfrazado de un jugador de baloncesto griego, y no de uno norteamericano, como bien podría haber sucedido (Justin Doellman). Y, como hizo Marcelinho Huertas hace cuatro años en el mismo escenario, hirió de muerte a su presa en el último segundo, ya sin reacción posible. A Pedro, definitivamente, hubo que creerle a la fuerza. Ganó el Barca (100-99. Narración y estadísticas), pero también el baloncesto.
Porque una buena final, para serlo, requiere de muchos puntos, defensas clave y, sobre todo, mucha emoción. En ella, deben tener protagonismo las estrellas de los dos equipos que compiten por el título, pero también los secundarios. Cuantas más alternancias haya en el marcador, más facilidades para el espectáculo. Y que no falten los triples, los mates y la tensión desde el tiro libre, por favor. Todos estos factores tuvieron incidencia durante el primer Clásico por el título de la Liga Endesa.
No es de extrañar que hubiera tanta voracidad en busca del triunfo. El equipo que ganó el primer partido de las cuatro últimas finales acabó haciéndose con el campeonato a posteriori. Todos eran conscientes de ello, como demostró la intensidad que presidió todo el encuentro. ¿Que el Barça se escapaba 11-2 en el arranque? El Madrid se ponía las pilas en defensa, empezaba a convertir sus tiros y ya estaba echándole el aliento en el cogote a los azulgranas. ¿Que los blancos querían dominar? Pues los hombres de Xavi Pascual traían de vuelta la igualdad en un santiamén.
De ahí que los porcentajes de acierto, tanto en tiros de dos como de tres, fuesen altísimos durante todo el partido (más del 50% en ambas facetas). Incluso el Madrid, con ciertos problemas desde el tiro libre en rondas anteriores, acertó más desde la línea de personal que en la totalidad de los playoffs. Era el día propicio para jugar al “A ver quién falla menos” y regodearse en los pequeños detalles. Nadie quería borrarse, todos querían ser importantes.
En el Barça, los grandes nombres propios no defraudaron. Doellman las enchufó de todos los colores desde el triple, Tomic se gustó ante su exequipo y Satoransky fue determinante cuando se le necesitó. No fueron los únicos en tomar responsabilidades. Navarro y Abrines también respondieron en los momentos decisivos, junto a un Samardo Samuels muy intenso bajo tableros. No era para menos, con una batalla por el rebote que ya se intuía decisiva en la previa (29 capturas azulgranas por 28 blancas).
Si los locales no se amedrentaron, menos aún lo hicieron en el Madrid. Llull empezó y terminó el partido dejando claro por qué es el máximo anotador de la postemporada, siempre con el disfraz de superhéroe preparado. Carroll, tan desenfadado como en sus mejores días, provocó seísmos ofensivos continuos. Felipe Reyes ejerció de capitán con su veteranía revestida de determinación en la zona, acompañado de un también sólido Ayón. Además, Rudy, Maciulis y Nocioni hicieron fuertes a los visitantes desde el triple cuando Laso y los suyos necesitaron de sus puntos.
Hasta las penetraciones de Oleson y los puntos interiores de los jóvenes Hernangómez y Vezenkov tuvieron su incidencia. Ningún punto sobró, tampoco los de un Thompkins fortalecido justo tras el último Clásico liguero. Aunque, al final, pudo más el coraje de Perperoglou. Capaz de darle la victoria a su equipo cuando el Madrid casi festejaba ya el primer punto de la final. Porque, aunque a Pablo Laso no le faltase razón (“El factor cancha es importante, pero no tiene por qué ser decisivo”), la tierra siempre tiene algo que decir. Y el baloncesto, cual cabra que tira al monte, nunca ha perdido esa esencia de ponerlo todo patas arriba en cuestión de segundos. Por eso es un deporte tan maravilloso.
Ficha técnica
100 - Barcelona Lassa (22+25+33+20): Satoransky (13), Navarro (10), Perperoglou (18), Doellman (19), Tomic (14) -cinco inicial- Abrines (7), Samuels (7), Oleson (6), Vezenkov (3) y Ribas (3).
99 - Real Madrid (22+26+27+24): Sergio Rodríguez (6), Maciulis (8), Taylor (2), Thompkins (4), Ayón (11) -cinco inicial- Llull (14), Rudy Fernández (9), Carroll (21), Hernangómez (4), Reyes (13) y Nocioni (7).
Árbitros: Juan Carlos García, Miguel Ángel Pérez, Fernando Calatrava. Eliminaron por cinco faltas personales a Taylor (min.34).
Incidencias: Primer partido de la final de la Liga Endesa disputado en el Palau Blaugrana ante 6.471 espectadores.