El Real Madrid sabía que la pelota naranja estaba sobre su tejado. No podía ni debía fallar en el tercer encuentro de la final. Arrastraba esa deuda consigo mismo y para con los suyos. Con dos partidos en casa por delante, había que enseñar los dientes al Barça. No quedaba otra. Pero a los jugadores de Pablo Laso no hace falta enseñarles qué es el carácter o cómo se demuestra actitud en la pista. Lo tienen tan interiorizado que les sale solo. Desde el más veterano hasta el más joven de la plantilla, la consigna estaba clara: había que salir a morder. Y la dentellada acabó siendo tan o más contundente que la del segundo partido (91-74, narración y estadísticas).

A los blancos se les olvidó por completo que habían perdido los dos encuentros domésticos previos ante el eterno rival esta temporada (ida de Liga y Euroliga). Mostraron su mejor versión desde el inicio, con el ataque fulgurante de las grandes ocasiones. Entraron los triples y los ejecutores habituales estuvieron finos. A los excelsos Llull y Ayón se les unió otro protagonista que, por si alguien tenía dudas, sigue muy vivo: Sergio Rodríguez. El canario es el auténtico metrónomo del Madrid, jugando y haciendo jugar a su equipo.

Si el Chacho marca el 'tempo', Rudy Fernández se encarga de la temperatura en cancha. No sólo rindió a un gran nivel en ataque, sino también en defensa. Porque el segundo aspecto es la auténtica clave de que el Madrid sostuviese en el marcador la mejor anotación de su historia en los playoffs al descanso (54 puntos). Cada vez que el Barça amenazó con ponerse serio, la seguridad defensiva local actuó cual viento para borrar del mapa las intentonas azulgranas. El espejismo de repetir la igualdad del primer encuentro duró lo que tardaron los de Laso en implantar la muralla en su canasta.

Del auténtico vendaval ofensivo y defensivo del Madrid también tuvo la culpa el rebote. Factor clave en estas finales, volvió a resultar afín a los de Laso. Otro apartado donde sobresalió Rudy, pero también Ayón. Él es la efectividad personificada en su equipo. ¿Que toca anotar? Lo hace. ¿Que viene mejor ponerse las pilas atrás? También. Por eso, la inmensa mayoría de los balones sueltos fueron a parar a sus manos.

Aunque, a decir verdad, el Madrid en su totalidad peleó hasta el extremo para impedir el éxito de las posesiones rivales. Todos exprimieron sus minutos en cancha. Desde Doncic a Nocioni, pasando por Thompkins (lo suyo con el Barça merece una tesis) y Taylor, nadie quiso dejar de apuntarse a la fiesta. Ni siquiera el susto en forma de lesión de Carroll al inicio del encuentro fue capaz de minar la moral de los locales. Sabían que al Palacio había que venir 'estudiao', y no en prácticas, y lo demostraron.

¿Y qué hay del Barça? Apenas hizo acto de presencia en la capital. Nada que ver con sus últimas visitas, ya que sólo amagó con entrar en sintonía al inicio del primer y del tercer cuarto. Después, fue incapaz de seguir el ritmo del Madrid. Aun comenzando bien, se desinfló poco a poco ante la mayor pujanza local. Por mucho que Tomic, Doellman y Satoransky tratasen de brillar como acostumbran, todo fue en vano.

Tan fútil fue el intento de los hombres de Xavi Pascual por volver a adelantarse en la final que Navarro, con su -3 de valoración (aciago día para superar los 8.000 puntos en la Liga Endesa), resumió a la perfección la otra cara del duelo. La de la impotencia, porque el título ya está a una sola victoria de distancia del Madrid que, compitiendo así, no lo dejará escapar.

Ficha técnica:





91 - Real Madrid (29+25+23+14): Ayón (12), Carroll (3), Llull (21), Taylor (2) y Thompkins (10) -equipo inicial-, Maciulis (3), Rodríguez (7), Nocioni (6), Reyes (5), Doncic (4), Hernangómez y Rudy (18).





74 - Barcelona Lassa (21+20+17+16): Doellman (17), Abrines, Navarro (6), Satoransky (10) y Tomic (18) -equipo inicial-, Perperoglou (7), Ribas (3), Lawal (5), Vezenkov, Samuels (3) y Oleson (5)





Árbitros: Emilio Pérez, Antonio Conde y Carlos Cortés. Sin eliminados.





Incidencias: tercer partido del playoff de la final de la Liga Endesa disputado en el Palacio de Deportes de Madrid (Barclaycard center) ante 12.038 espectadores. Se guardó un minuto de silencio en memoria de Luis Trujillano, exjugador del Real Madrid, fallecido el pasado 5 de junio.

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