No es casualidad que los scoutings de los equipos que se enfrentan al Valencia Basket siempre tengan muy presente a Bojan Dubljevic. Tampoco que haya sido incluido en el mejor equipo de la presente temporada de la Eurocup. Ni mucho menos sorprende que sonase como MVP de la pasada Copa del Rey si el título hubiese caído del lado taronja y que pueda ser el jugador más valioso de esta final de la segunda competición europea. No después de que su liderazgo decantase la balanza en favor de los suyos a la hora de la verdad en el primer partido contra Unicaja. Con dos triples y un rebote decisivos, 'Dubi' hizo su ley [Narración y estadísticas: 68-62].
Durante muchos minutos, el interior montenegrino dio rienda suelta a su talento tan sólo a cuentagotas. Pero ya se sabe: los jugadores más determinantes son los que mejor saben jugar al despiste. Cuando parece que no están, cuando más desapercibidos pasan, aparecen de la manera más rotunda posible. Dubljevic dejó pasar los minutos y, cuando el reloj empezó a amenazar con llegar al minuto 40, marcó las diferencias a lo grande. Tanto como para quitarle a su compañero Rafa Martínez la distinción que tan sólo le perteneció unos minutos: máximo anotador histórico de la Eurocup.
Unicaja se quedó muy cerca de dar la vuelta a la tortilla del factor cancha una vez más en las eliminatorias europeas afrontadas este año. Con amenazas serias de romper el partido tanto en el primer cuarto como en el segundo y el tercero, los fallos a última hora acabaron condenando a los malagueños. Y ni siquiera sus rentas en el marcador, bastante sustentadas en el tiro exterior, sirvieron de demasiado antes. Por mucho que Nedovic empezase el partido avasallador (para luego apagarse), que Brooks tuviese sus momentos dulces desde el triple, que Omic pareciese ganar la batalla interior a Dubljevic y que Fogg se echase a su equipo a la espalda, Valencia siempre volvió.
Quien más hizo por mantener en el partido a los locales en los momentos más comprometidos fue Joan Sastre. Lo hizo todo y todo bien, aunque lo que más brilló fueron sus puntos. Desatascador de lujo y buen conocedor de Joan Plaza (el técnico visitante le entrenó en Sevilla), no pudo hacer mejor los deberes saliendo desde el banquillo. Durante algunos minutos, en ese juego de buscarle las cosquillas a viejos conocidos le siguió Oliver Lafayette, presente en el último título de Eurocup de Valencia (2014). Y a Unicaja le salió bien la jugada en ciertos momentos.
Aunque, por encima de todo, imperó la igualdad. Así lo reflejaron los empates que registró el electrónico al final del primer periodo y del segundo. También la batalla por el rebote, con cada captura ofensiva valiendo su peso en oro en forma, mayoritariamente, de palmeos. Y hasta las asistencias y las pérdidas. Fue el mejor desempeño en el triple durante buena parte del duelo lo que permitió soñar con más realismo a Unicaja. Sin embargo, las esperanzas de vencer a domicilio al equipo más laureado de la historia de la Eurocup acabaron desvaneciéndose desde el preciso instante en que se dio la primera renta taronja.
Ese 47-46 favorable a Valencia, ya cerca de finalizar el tercer cuarto, supuso todo un soplo de aire fresco para los hombres de Pedro Martínez. Las muñecas de los jugadores visitantes empezaron a contenerse y, cuando amenazaron con volver a soltarse en los últimos segundos, Dubljevic remató la faena. Bien ayudado, por cierto, por un Pierre Oriola que no puede exprimir mejor sus minutos en cancha. No hay tiempo para regodearse en los aciertos ni tampoco para lamentarse por los fallos: el viernes puede haber campeón o, como en buena parte del primer encuentro, tablas.