El pasado 27 de junio, cuando la todavía campeona de Europa fue sometida por Italia con una facilidad vejatoria, España supo que había llegado al final de un ciclo. El destino ha querido que nueve meses después, contra otro ‘grande’ de Europa que también viste de azul (y en el mismo estadio), la España de Lopetegui confirmase al mundo que la renovación del equipo está oficialmente concluida. Una victoria inapelable que deja un magnífico regusto de cara a los encuentros oficiales del próximo mes de junio. (Narración y estadísticas: Francia 0 - España 2).
Los diez primeros minutos del encuentro ofrecieron una estampa mentirosa de lo que sería el duelo. Un vertiginoso remate de Mbappé en el minuto 5 detenido con mayor agilidad aún por De Gea, alguna arrancada de Gameiro por la punta derecha y un cabezazo dirigido a la red que Piqué salvó in extremis anunciaba un compromiso infernal contra la selección de moda en Europa, afilada por un triplete mordaz: Griezmann, Gameiro y el célebre Mbappé.
Quizá fue por la escasez de centrocampistas resultante o por un cierto despiste táctico inducido por la permanente movilidad española, pero Francia perdió la pelota rápidamente. España libraba posesiones largas, pero lejos del área. Fue después cuando los anfitriones perdieron toda sensación de superioridad. Un Iniesta muy fresco durante media hora rozó el palo con un disparo envenenado tras dos recortes en la esquina del área, al cuarto de hora, y silenció a un Stade du France que hasta entonces no había dejado de animar.
Presión colectiva
España presionaba admirablemente, conjuntada y comprometida, dueña del balón, con una demostración de personalidad notable. El único (pero serio) peligro de Francia con el paso de los minutos eran sus contraataques. La banda derecha Carvajal-Pedro se convertía en un océano para Rabiot y en un canal exclusivo para el juego ofensivo español. Un equipo en permanente movimiento: ese era sin duda el principal rasgo diferencial frente al partido de junio en Saint-Denis y, en general, respecto a la última Eurocopa.
6-7 jugadores de blanco (segunda equipación) salían a recuperar cada pelota perdida. Iniesta perdonó un gol cantado en un cara a cara con Lloris al filo de la media hora. Lopetegui no paraba quieto ni diez segundos, pero al equipo se le veía contento, sostenido en la medular por Koke y un Busquets que recupera poco a poco su forma.
En los cinco minutos antes del descanso, Francia recuperó el aliento y el orgullo. Una jugada final de Gameiro simbolizó su empuje final en un partido que se había disputado casi a ritmo de encuentro oficial, dominado solemnemente por España frente al continuo repliegue francés; una selección a la que sólo podían achacársele ciertos peloteos intrascendentes en dos tercios de campo. Notable alto al descanso.
Reacción y contrarreacción
España no tocó nada en el descanso, pero Deschamps reaccionó con el cambio de Bakayoko por Rabiot para tapar las subidas de Carvajal y reforzar la sala de máquinas. El equipo ya no esperaba. Mordía arriba. La modificación surtió efecto muy pronto: Griezmann marcó un gol en fuera de juego (anulado por el asistente tecnológico VAR) en el 47 y la manifestación del ímpetu local alarmó a Lopetegui, que inmediatamente metió un doble cambio en busca de frescura: Thiago y Silva por Iniesta e Isco. Era un partido amistoso, pero poco.
Gameiro volvió a asustar a una desorientada España en el minuto 53; fueron los peores minutos de la ‘Roja’ ante una selección aguerrida, empoderada por los dos metros de Bakayoko. Pero los de Lopetegui, como en la primera parte, calmaron los ímpetus locales sin renunciar a su estilo y con relativa holgura. Thiago y Silva se apropiaron del cuero, Alba y Carvajal dieron densidad al medio campo y Morata perseveró en el oscuro trabajo de fijar a los centrales. Busquets seguía impecable como tapón. Empezaron a sucederse los cambios, pero no con la velocidad de los amistosos intrascendentes: Giroud por Mbappé, Deulofeu por Pedro, Herrera por Koke. No era un amistoso cualquiera.
La salida del jugador del Milán terminaría siendo decisiva en el partido. En su primer balón sufrió un penalti muy riguroso que Silva convirtió en el 0-1. Diez minutos después, tras una fabulosa jugada por la izquierda, el canterano del Barça hizo el segundo en una jugada inicialmente anulada que el VAR rescató del anonimato con dos minutos de suspense que llenarán miles de páginas en los periódicos de esta semana.
Pero España ganó incluso más que el VAR de la FIFA en París este martes: volvió a mostrar su autoridad en un estadio de mal recuerdo con un ejercicio preciso de lo que persigue el seleccionador y dio, en paralelo, un paso más en la evolución de la España gloriosa y jubilada a la próspera España del presente. Los franceses lo intentaron en los minutos finales, pero Piqué y Ramos demostraron su jerarquía. No había manera de impedir la derrota. Tiempo habrá de hacer análisis pausados, pero se esperaba más de la selección de moda, donde el mejor fue probablemente el semidebutante Mbappé, la joya del Mónaco. La 'Roja' vuelve a España y al parón primaveral reforzada. Hay mimbres (siempre los hubo), hay una idea clara y por el momento hay mucha concentración.
Se han jugado ocho partidos desde la Eurocopa: seis victorias y dos empates a domicilio, contra Inglaterra e Italia. Nueve meses después, España recuperó en Saint-Denis parte del capital que perdió contra Italia el día que se jubiló el marqués Del Bosque.