Nicolas Mahut, el hombre récord que entró en la historia tras perder el partido más largo de siempre en Wimbledon 2010 (cayó 68-70 en el quinto set con John Isner tras 11h05m de batalla troceada en tres días), se lanzó a por Rafael Nadal sin medianías. Con el pase a cuartos de final del torneo de Miami en juego, el francés fue directo a la yugular de su contrario, atacando los paralelos, volando en la media pista y soñando con cada volea definitiva. El mallorquín, al que pocas cosas pueden sorprender a estas alturas, derrotó 6-4 y 7-6 a su oponente con una versión estable (26 ganadores por 11 errores no forzados) y se citó con Jack Sock (6-2 y 6-1 a Jared Donaldson) para pelear este jueves por una plaza en semifinales. [Narración y estadísticas]
"Ha sido un encuentro bastante sólido por mi parte", resumió Nada tras el triunfo. "Era un partido de los que se cree que tienes que ganar, pero te enfrentas a un rival que viene jugando muy bien. Era complicado y lo he sacado adelante", prosiguió. "He estado muy bien con mi saque durante todo el partido. He conseguido cambiar direcciones y encontrar golpes ganadores con los dos primeros tiros. Al resto me ha faltado continuar tras la primera bola, mantener el nivel de presión sobre el rival en el siguiente tiro", analizó. "Soy consciente de que eso no puede pasar con Sock", cerró Nadal, que domina 2-0 el cara a cara con el estadounidense.
"Sin hacer nada espectacular, sin alardes, pero había que ganar", le siguió Carlos Moyà, uno de sus técnicos. "Es fruto de la inercia que trae, de la confianza. Eso hace que gane partidos sin jugar a un gran nivel", añadió el exnúmero uno del mundo. "A veces, los sorteos son más abiertos como aquí, donde han ido perdiendo los teóricos rivales complicados de Rafa. El resumen es que hay que ganar los partidos y si el resto no hace su trabajo... es un tema suyo. Él está cumpliendo con lo que le toca hacer".
A los 35 años, Mahut se plantó por primera vez en los octavos de final de un Masters 1000 y no se encogió, ni siquiera tras perder la primera manga. El francés, un doblista excelente y reputado (actual número uno y campeón de dos grandes), sabe de sobra lo que es jugar en un estadio lleno y acompañado de la presión que conlleva enfrentarse a uno de los mejores. Resuelta la incógnita de la experiencia, el 55 mundial intentó que su tenis le ayudase desmontar el del campeón de 14 grandes y se marchó ovacionado por el público después de hacer todo lo que estuvo en su mano durante una tarde de vistoso juego.
La mañana anterior, y avisado de lo que se encontraría en su partido de octavos, Nadal se entrenó a conciencia. Preparando el cruce, Moyà intentó replicar el juego de Mahut haciendo saque y red para que el número siete pudiese aclimatarse a lo que luego tendría que superar para llegar a cuartos. La idea, que no es ninguna revolución, tuvo resultado: el balear apareció entonado desde el principio y nunca perdió la puntería, pese a los esfuerzos del francés por que se ahogase con sus embestidas a la cinta.
Mahut atacó la red con rapidez y convencimiento, dos cualidades que deben ir de la mano para jugar de esa forma tan atrevida. El francés, sin embargo, no se volvió loco ni subió a volear sin cabeza. Sin renunciar a la agresividad que le distingue, Mahut jugó buena parte del partido desde el fondo de la pista, impulsándose hacia delante para coger la pelota en trayectoria ascendente y quitarle tiempo de reacción a su rival con tiros planísimos.
Desde el primer momento, y como ante Dudi Sela y Philipp Kohlschreiber (sus dos primeros rivales en el torneo), Nadal taladró el revés a una mano de su oponente, que intentó defenderse con el cortado y de vez en cuando soltó el brazo para buscar un ganador tirando plano. Prevenido, Nadal estuvo impecable a la hora de elegir el momento para cambiar a la derecha de su contrario y romperle los planes.
Esa jugada, mil veces repetida, enredó a Mahut, que no consiguió intuir si Nadal iba a machacarle de nuevo el revés o cargar por la zona del drive. Así perdió el francés la primera manga y así perdió la segunda, aunque consiguió estirar su vida hasta el tie-break agarrado a su saque, una de sus grandes armas. Hasta en eso fue superior el mallorquín: Nadal ganó un 92% de los puntos que jugó con su primer saque (77% de Mahut) y no concedió ni una sola bola de break. Para alguien que no es un sacador es una estadística impecable.