La soledad del entrenador va mucho más allá de ser un tópico deportivo. Ya sea fútbol, baloncesto o balonmano, el técnico es siempre el eslabón más débil de la cadena. El culpable en la derrota y el ignorado en la victoria. Sin embargo, las decisiones desde el banquillo en momentos claves también consiguen triunfos.
Nadie va a descubrir ahora a Sergio Scariolo (Brescia, 1 de abril de 1961). Un italiano muy español dirigiendo a la Selección. El entrenador llegó a España en 1997 para llevar las riendas del Baskonia y aquí echó raíces como técnico. Tras una primera etapa como seleccionador entre 2009 y 2012, con dos Eurobasket y una medalla de plata en los JJOO de Londres en su palmarés, regresó de nuevo en 2015 tras el fracaso de Orenga en el Mundial disputado en España.
Y con Scariolo volvieron las medallas. La de oro en el Eurobasket de 2015 y las de bronce en los JJOO de Río en 2016 y en el Eurobasket de 2017. A estas tres se sumará el próximo domingo la de oro o la de plata en el Mundial de China. Pero para llegar a esa final, tuvo que sacar matrícula de honor ante Australia.
Era el minuto 25 cuando el combinado aussie parecía haber roto definitivamente la semifinal. Con 11 puntos de desventaja en el marcador, la Selección parecía esperar la puntilla. Fue entonces cuando el italiano paró el encuentro y España redujo la diferencia a cuatro puntos para entrar con vida al último cuarto. Después llegarían dos prórrogas y una victoria épica que quedará para la historia del baloncesto español.
Roles y cabeza
A pesar de las dificultades, Scariolo supo confiar en sus mejores hombres. Marc Gasol, Ricky Rubio, Rudy Fernández, Sergio Llull y Víctor Claver disputaron entre 35 y 38 minutos cada uno. Tampoco le tembló la mano para sentar a Willy Hernangómez, todo un pívot de la NBA que solo jugó 11 minutos aunque Australia gozó de demasiadas segundas oportunidades gracias a los rebotes.
Scariolo mantuvo a la Selección en todo momento en el partido. Supo gestionar no solo los minutos, sino también las cabezas de sus jugadores. La experiencia es un grado y el técnico sabe que a los Marc, Ricky, Rudy, Llull y compañía no les tiembla el pulso cuando el balón quema.
"Hay jugadores que saben jugar este tipo de partidos y que emergen. La experiencia es un punto. La personalidad es un punto. La capacidad de aprender de los fracasos es un valor importante. Y luego habrá jugadores que crecerán por lo que están viviendo este campeonato", afirmó el seleccionador tras conseguir el pase a la final.
No dudó tampoco en sacar la cara por Marc Gasol, gran protagonista sobre el parqué y en el que Scariolo siempre ha confiado a pesar de algunas críticas que ha recibido durante el campeonato: "Es la norma del ketchup. Intentas abrir, parece que se queda cerrado y cuando sale el ketchup se va por todos lados. Ha destapado la canasta, ha metido tiros importantes y sobre todo ha complicado la vida defensiva a los demás".
Marc y Sergio comparten además el día a día en Toronto Raptors, equipo con el que han ganado el anillo el pasado mes de junio. El italiano ejerce de técnico ayudante en la franquicia canadiense y el pívot llegó en febrero con el objetivo, como así fue a la postre, de sumar su experiencia para conseguir el campeonato de la NBA. La estrella y el seleccionador, que se conocen desde hace muchos años, tienen una química especial que ha ayudado a que España alcance la segunda final mundialista de su historia.
La gomina de Scariolo sostuvo en esta ocasión la cabeza de los jugadores y será clave también contra Argentina. El italiano ya tiene la única medalla que le faltaba con la Selección, pero quiere más. De su gestión ante un grupo con tantas ganas de revancha como el argentino, y que intentará sacar, una vez más, a España del partido, dependerá en buena medida el color de la presea que se colgará el domingo en el cuello.